Por el Rev. José Eugenio Hoyos
Este tiempo maravilloso de la Cuaresma acompañado de 40 días que nos invitan a un cambio de vida y a reafirmar nuestra vida espiritual, hay que tomarlo como una oportunidad para realizar algo positivo en nuestras vidas. Aprovecho para exhortar a todos nuestros feligreses a enfocarnos en este tiempo litúrgico sobre todo en la familia, a darle un seguimiento y acompañamiento cristiano al matrimonio y a los hijos.
Cristo debe ser el centro de toda familia para que la resurrección y la conversión sean trabajadas y elaboradas en función de los lazos familiares. A similitud de la familia de Nazaret son muchas las virtudes que cada familia católica debe adoptar. Copiemos y desarrollemos las riquezas y enseñanzas que nos da la Iglesia, practiquemos el amor, el perdón, la reconciliación, la tolerancia, la caridad, la solidaridad, el consejo, la mansedumbre, la fraternidad, la lectura de las Sagradas Escrituras, la frecuencia a los sacramentos, el respeto a los mandamientos y a darle un sitio de importancia a los sacramentos de la Penitencia y la Santa Eucaristía.
Este tiempo maravilloso de la Cuaresma acompañado de 40 días que nos invitan a un cambio de vida y a reafirmar nuestra vida espiritual, hay que tomarlo como una oportunidad para realizar algo positivo en nuestras vidas. Aprovecho para exhortar a todos nuestros feligreses a enfocarnos en este tiempo litúrgico sobre todo en la familia, a darle un seguimiento y acompañamiento cristiano al matrimonio y a los hijos.
Cristo debe ser el centro de toda familia para que la resurrección y la conversión sean trabajadas y elaboradas en función de los lazos familiares. A similitud de la familia de Nazaret son muchas las virtudes que cada familia católica debe adoptar. Copiemos y desarrollemos las riquezas y enseñanzas que nos da la Iglesia, practiquemos el amor, el perdón, la reconciliación, la tolerancia, la caridad, la solidaridad, el consejo, la mansedumbre, la fraternidad, la lectura de las Sagradas Escrituras, la frecuencia a los sacramentos, el respeto a los mandamientos y a darle un sitio de importancia a los sacramentos de la Penitencia y la Santa Eucaristía.
Que cada padre de familia traiga una nueva luz de fe y esperanza que alumbre a los hogares. La Madre Teresa de Calcuta decía sobre la familia: “Los problemas que encontramos en la sociedad siempre se originan en familias desechas y sin amor. Muchos padres y muchas madres están ocupados en sus asuntos y no dedican tiempo a sus hijos. Casi nunca están en casa y los hijos buscan en la calle el cariño, el tiempo y el apoyo que no encuentran en el hogar. Es un hogar apagado que los lanza a los peligros de la calle donde fácilmente se pierden. Por eso debemos trabajar para evitar a tiempo pérdidas irreparables y para que los hogares estén llenos de amor. Sin los hijos se pierde la esperanza y hay que procurar que ellos están acogidos y amados en la familia. Dios está ausente todavía en muchos hogares y sólo con su presencia podemos comprendernos y entendernos”.
Ojalá que en este tiempo de Cuaresma el hogar no siga siendo la “familia hotel” para comer y dormir con extraños bajo el mismo techo por ausencia de la comunicación, sino que se conviertan en “familia Iglesia” donde reine el diálogo, se escuchen plegarias y alabanzas dirigidas a Dios, que sobresalga la dulzura, respeto y compresión. Padres e hijos pueden tener el mejor tesoro: Una familia unida y bendecida por Dios. Pidámosle a Jesús de Nazaret que en este tiempo de Cuaresma bendiga y proteja a las familias.
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