Por el Rev. José Eugenio Hoyos
Nuestra Iglesia católica de origen hispano continúa avanzando e integrándose a las diferentes diócesis en los Estados Unidos. Hay mucho para dar y mucho para aprender con la presencia hispana, la Iglesia en Norteamérica se ha rejuvenecido y fortalecido de muchas maneras.
Una realidad que no podemos desconocer e ignorar es que faltan métodos más viables para una mejor integración. En encuentro y misión se analizaban ciertos puntos que eran importantes para mostrar la realidad de los latinos en la Iglesia católica estadounidense.
“La misión evangelizadora de la Iglesia en los Estados Unidos esta actualmente siendo transformada por una serie de circunstancias únicas que exigen análisis organizados y la propuesta de estrategias efectivas. Al comienzo del siglo XXI nos encontramos ante retos urgentes tales como el bajo número de católicos que van a la Iglesia con regularidad, la escasez de sacerdotes, corrientes secularizadoras, una transición compleja en el liderazgo eclesial, indiferencia en cuento a la religión institucionalizada, falta de conocimiento de los elementos básicos de la fe, un pluralismo creciente, divisiones generacionales que causan dolor y , todavía, poca claridad sobre cómo responder estratégicamente a la presencia de millones de inmigrantes católicos que vienen de todas partes del mundo. El rápido crecimiento de la población hispana católica, actualmente el 40 por ciento de la población católica en el país, ocurre en medio de este contexto. Sin embargo no solo los católicos hispanos tenemos que preocuparnos de estos retos sino que al mismo tiempo tenemos que atender a otros retos que son particulares a nuestra realidad socio-cultural tales como los niveles altos de pobreza, una presencia débil en posiciones de liderazgo en la sociedad y en la Iglesia, los bajos niveles educativos, la inadecuada atención pastoral que se ha dado a los jóvenes latinos, las tasas altas de deserción de la Iglesia y la falta de recursos adecuados para llevar a cabo una evangelizaron organizada (Encuentro y Misión, n, 63-75).
Nuestra gente hispana católica es una familia especial que trae dones abundantes a la Iglesia en norte américa pero que también enfrentan numerosos desafíos. Cada hispano católico debe participar activamente en el desarrollo de la historia de una Iglesia inmigrante insertada en la cultura de los Estados Unidos. Todos somos iglesia. Tenemos derechos y deberes. Los católicos tenemos que seguir haciendo el esfuerzo de participar en todos los procesos de reflexión sobre la formación en la fe, la evangelizaron, la formación para el liderazgo, la educación católica, y la creación de materiales para la catequesis en todos los niveles de la vida de la Iglesia, e incrementar dicha participación cuando sea necesario.
Nuestra Iglesia católica de origen hispano continúa avanzando e integrándose a las diferentes diócesis en los Estados Unidos. Hay mucho para dar y mucho para aprender con la presencia hispana, la Iglesia en Norteamérica se ha rejuvenecido y fortalecido de muchas maneras.
Una realidad que no podemos desconocer e ignorar es que faltan métodos más viables para una mejor integración. En encuentro y misión se analizaban ciertos puntos que eran importantes para mostrar la realidad de los latinos en la Iglesia católica estadounidense.
“La misión evangelizadora de la Iglesia en los Estados Unidos esta actualmente siendo transformada por una serie de circunstancias únicas que exigen análisis organizados y la propuesta de estrategias efectivas. Al comienzo del siglo XXI nos encontramos ante retos urgentes tales como el bajo número de católicos que van a la Iglesia con regularidad, la escasez de sacerdotes, corrientes secularizadoras, una transición compleja en el liderazgo eclesial, indiferencia en cuento a la religión institucionalizada, falta de conocimiento de los elementos básicos de la fe, un pluralismo creciente, divisiones generacionales que causan dolor y , todavía, poca claridad sobre cómo responder estratégicamente a la presencia de millones de inmigrantes católicos que vienen de todas partes del mundo. El rápido crecimiento de la población hispana católica, actualmente el 40 por ciento de la población católica en el país, ocurre en medio de este contexto. Sin embargo no solo los católicos hispanos tenemos que preocuparnos de estos retos sino que al mismo tiempo tenemos que atender a otros retos que son particulares a nuestra realidad socio-cultural tales como los niveles altos de pobreza, una presencia débil en posiciones de liderazgo en la sociedad y en la Iglesia, los bajos niveles educativos, la inadecuada atención pastoral que se ha dado a los jóvenes latinos, las tasas altas de deserción de la Iglesia y la falta de recursos adecuados para llevar a cabo una evangelizaron organizada (Encuentro y Misión, n, 63-75).
Nuestra gente hispana católica es una familia especial que trae dones abundantes a la Iglesia en norte américa pero que también enfrentan numerosos desafíos. Cada hispano católico debe participar activamente en el desarrollo de la historia de una Iglesia inmigrante insertada en la cultura de los Estados Unidos. Todos somos iglesia. Tenemos derechos y deberes. Los católicos tenemos que seguir haciendo el esfuerzo de participar en todos los procesos de reflexión sobre la formación en la fe, la evangelizaron, la formación para el liderazgo, la educación católica, y la creación de materiales para la catequesis en todos los niveles de la vida de la Iglesia, e incrementar dicha participación cuando sea necesario.
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