Como director Espiritual de la Renovación Católica Carismática Hispana de la Diócesis de Arlington es mi deber y obligación a vivir nuestra religión Católica en pureza de conocimiento sobre las bases doctrinales que manda la Santa Madre Iglesia y sobre la frecuencia a los sacramentos instituidos por Nuestro Señor Jesucristo.
Hay que recordar a todos los que formamos parte de este gran movimiento mundial que antes de ser Carismáticos o de colocarnos la etiqueta de Renovados somos ante todo Católicos y que pertenecemos a la Renovación Católica Carismática de nuestra diócesis.
Lo primero que un Católico Carismático debe llevar siempre en su mente es que “Cristo se humillo hasta la muerte de su cruz” y que a través de este acontecimiento de salvación debemos afianzar y fortalecer nuestra fe con nuestra oración profunda, nuestro servicio y compromiso con la Iglesia continuamos avanzando en el acercamiento definitivo con Cristo.
Cuando nos comprometemos a amar a la Iglesia Católica, defender nuestra fe, participar activamente en la Santa Eucaristía y en el sacramento de la penitencia estamos avanzando rápidamente a la conquista del cielo. Con nuestra participación en la oración profunda, en el desarrollo de nuestros dones y frutos del Espíritu Santo diariamente le estamos dando fuerza al Santo Sacramento de la confirmación conferido por el Obispo y el cual nos sentimos orgullosos de conocer y amar al Espíritu Santo.
Con nuestras alabanzas llenas de gozo y alzando nuestras manos en alto declaramos que Cristo es nuestro único Rey de Reyes y nuestro único Salvador no hay otro. No confundamos hermanos cuando oramos por los enfermos, la oración de imposición de manos es una acción laical, no sacerdotal. Hay que explicar a los grupos de oración de que hay una gran diferencia, la imposición de manos de sacerdotes y Obispos son de manos consagradas. Los laicos no ungen ni consagran es una acción que les corresponde solamente a los sacerdotes. Lógico que todos tenemos derecho de orar los unos con los otros pero ordenadamente.
Los carismáticos somos parte de una Iglesia viva que vive en oración, sin sentirnos superiores a los demás. Sino agentes de pastoral y evangelización de suma importancia para la Iglesia actual. Los Carismáticos no somos dueños del Espíritu Santo.
Hay que recordar a todos los que formamos parte de este gran movimiento mundial que antes de ser Carismáticos o de colocarnos la etiqueta de Renovados somos ante todo Católicos y que pertenecemos a la Renovación Católica Carismática de nuestra diócesis.
Lo primero que un Católico Carismático debe llevar siempre en su mente es que “Cristo se humillo hasta la muerte de su cruz” y que a través de este acontecimiento de salvación debemos afianzar y fortalecer nuestra fe con nuestra oración profunda, nuestro servicio y compromiso con la Iglesia continuamos avanzando en el acercamiento definitivo con Cristo.
Cuando nos comprometemos a amar a la Iglesia Católica, defender nuestra fe, participar activamente en la Santa Eucaristía y en el sacramento de la penitencia estamos avanzando rápidamente a la conquista del cielo. Con nuestra participación en la oración profunda, en el desarrollo de nuestros dones y frutos del Espíritu Santo diariamente le estamos dando fuerza al Santo Sacramento de la confirmación conferido por el Obispo y el cual nos sentimos orgullosos de conocer y amar al Espíritu Santo.
Con nuestras alabanzas llenas de gozo y alzando nuestras manos en alto declaramos que Cristo es nuestro único Rey de Reyes y nuestro único Salvador no hay otro. No confundamos hermanos cuando oramos por los enfermos, la oración de imposición de manos es una acción laical, no sacerdotal. Hay que explicar a los grupos de oración de que hay una gran diferencia, la imposición de manos de sacerdotes y Obispos son de manos consagradas. Los laicos no ungen ni consagran es una acción que les corresponde solamente a los sacerdotes. Lógico que todos tenemos derecho de orar los unos con los otros pero ordenadamente.
Los carismáticos somos parte de una Iglesia viva que vive en oración, sin sentirnos superiores a los demás. Sino agentes de pastoral y evangelización de suma importancia para la Iglesia actual. Los Carismáticos no somos dueños del Espíritu Santo.
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