Por el Rev. Jose Eugenio Hoyos
Cada ser humano, Dios como Creador del mundo lo hizo con amor, paciencia y sobre todo con mucha pasión. Lo doto de inteligencia y lo lleno de dones maravillosos. Es por eso que cada persona debe en esta vida continuar luchando para sacer adelante los ideales, las metas y los sueños que se proponga.
Hay un pensamiento que se aplica a aquellas personas que con cariño decimos nunca se rinden y son verdaderos luchadores en el trascurrir de la vida. Hemos encontrado personas que además de ser soñadores con su empuje, y ganas de triunfar han salido adelante y ahora son exitosas en las empresas que han creado. Han empezado con inversiones pequeñas y gracias a su constancia y perseverancia han llegado muy lejos. Es por eso que por muy humilde que sea su trabajo o la formación de una empresa o venta callejera, se convertirán en grandes industrias cuando se les da consistencia, amor y ganas de salir adelante.
Un pensador anónimo decía: “Las oportunidades nunca se pierden. Nuestro contrincante aprovecha las que nosotros dejamos escapar”. Es por eso que insisto en que debemos cuidarnos del virus de la indolencia, debemos estar siempre despiertos y dispuesto a mejorar. Debemos sacer de nuestro vocabulario palabras o frases como: “Yo no puedo”; “ese trabajo es difícil”, “yo no nací rico”, “mi familia no es estudiada”, “yo no fui a la universidad”, etc.
En el trabajo, en la amistad, en el estudio, en el amor y en la fe, solo triunfan los que están atentos como el celoso vigía de un faro. Jesucristo insistió mucho en la necesidad de estar siempre en vela y preparados (Lucas 21, 34-36). Son muchos los que se quejan de la mala suerte o los problemas mientras vegetan, dominados por una mediocridad impresionante. Lo que debemos hacer es ver en todo fracaso o calamidad una oportunidad y transformar cada crisis en reto de mejoramiento. Todos podemos realizar grandes obras, cuando nos proponemos y le metemos ganas a nuestros proyectos.
Cada ser humano, Dios como Creador del mundo lo hizo con amor, paciencia y sobre todo con mucha pasión. Lo doto de inteligencia y lo lleno de dones maravillosos. Es por eso que cada persona debe en esta vida continuar luchando para sacer adelante los ideales, las metas y los sueños que se proponga.
Hay un pensamiento que se aplica a aquellas personas que con cariño decimos nunca se rinden y son verdaderos luchadores en el trascurrir de la vida. Hemos encontrado personas que además de ser soñadores con su empuje, y ganas de triunfar han salido adelante y ahora son exitosas en las empresas que han creado. Han empezado con inversiones pequeñas y gracias a su constancia y perseverancia han llegado muy lejos. Es por eso que por muy humilde que sea su trabajo o la formación de una empresa o venta callejera, se convertirán en grandes industrias cuando se les da consistencia, amor y ganas de salir adelante.
Un pensador anónimo decía: “Las oportunidades nunca se pierden. Nuestro contrincante aprovecha las que nosotros dejamos escapar”. Es por eso que insisto en que debemos cuidarnos del virus de la indolencia, debemos estar siempre despiertos y dispuesto a mejorar. Debemos sacer de nuestro vocabulario palabras o frases como: “Yo no puedo”; “ese trabajo es difícil”, “yo no nací rico”, “mi familia no es estudiada”, “yo no fui a la universidad”, etc.
En el trabajo, en la amistad, en el estudio, en el amor y en la fe, solo triunfan los que están atentos como el celoso vigía de un faro. Jesucristo insistió mucho en la necesidad de estar siempre en vela y preparados (Lucas 21, 34-36). Son muchos los que se quejan de la mala suerte o los problemas mientras vegetan, dominados por una mediocridad impresionante. Lo que debemos hacer es ver en todo fracaso o calamidad una oportunidad y transformar cada crisis en reto de mejoramiento. Todos podemos realizar grandes obras, cuando nos proponemos y le metemos ganas a nuestros proyectos.
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