Este lunes 23 de enero cerca de medio millón de personas venidas de diferentes estados de la unión americana se han dado cita para participar de la marcha anual para defender la vida, a los no nacidos e indefensos y enviarle un mensaje al mundo de un NO rotundo al aborto.
Como hemos podido constatar, las calles principales de Washington DC se llenan de miles de manifestantes que se unen en alabanzas, oraciones y consignas para manifestar al mundo entero que el quitarle la vida a un ser humano en estado de gestación o en cualquier etapa de la vida es un crimen y un pecado mortal. Esta ley conocida como Roe vs. Wade ha hecho mucho daño a nuestras familias y a la sociedad actual. Ya en nuestra cultura, con esta clase de actos en contra de la vida nos da la impresión de que no hay temor a Dios, ni respeto a las personas inocentes y menos a la vida.
El aborto convertido en una gran industria de la muerte y de la falta de respeto a Dios funciona con grandes entradas económicas en nuestra sociedad. El aborto es un negocio fructífero y en expansión que ya no sorprende a nadie. Esta gran macabra industria establecida en los Estados Unidos no desperdicia nada, ni siquiera el pecado de cegar la vida de un bebé. Los fetos obtenidos mediante el aborto muchas veces son vendidos completos o por piezas en muchos países del tercer mundo, esta última forma, la más lucrativa, como si fueran piezas de un automóvil inservible. Esta cruel y criminal realidad obliga a pensar, primero en Dios, luego en nosotros y las criaturas inocentes que vieron truncado su crecimiento en el seno materno.
Cada padre de familia que aconseja a sus hijas a cometer un aborto son tan culpables y pecadores como sus hijos pues son parte de un gran crimen que entristece a Dios. Cuántas mujeres y parejas en el mundo, hoy en día ruegan a Dios para que les conceda el milagro de la maternidad y el regalo divino de ser madres. Cuántas mujeres que ya son mamás se sienten felices y bendecidas por haber sido protagonistas del milagro de gestar y ver nacer un nuevo ser, fruto del amor y de sentir orgullo por tenerlo en brazos y sentir a través del niño los latidos del corazón movidos solo por Dios.
Si Dios nos dio la oportunidad de la vida, démosle la oportunidad a los que están en gestación y van a nacer. Gracias por decir: ¡SI A LA VIDA, NO AL ABORTO!
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