Por el Padre José Eugenio Hoyos.
Definitivamente los cristianos a través de nuestra Fe y continua Oración experimentamos infinidad de Milagros y manifestaciones del amor de Dios por cada uno de nosotros: sus hijos amados y consentidos.
La experiencia con Jesús nos transforma por completo encontramos con extraordinarios ejemplos y personas en las Sagradas Escrituras que fueron transformados, cambiados, renovados al tener un encuentro cara a cara con Jesús. Vemos por ejemplo a San Pedro que luego de su conversión aun su sombra sanaba a los enfermos. San Juan se convirtió en el Apóstol del amor.
La mujer Samaritana se convirtió en testigo de la verdad luego del encuentro con Jesús en el pozo.
Saulo, el cruel perseguidor de los cristianos, se convirtió en Pablo, uno de los misioneros que mas aportó a la difusión del Evangelio de nuestro Señor Jesucristo.
Estos y mucho más, no volvieron a ser los mismos luego de su encuentro con la presencia de El Cristo vivo. Él que ha aceptado a Jesús como único salvador ha comenzado a vivir una nueva vida, una vida verdadera.
De la misma manera que una criatura se va formando en el vientre de una madre, así el creyente va creciendo y va experimentando un nuevo nacimiento. Esto quiere decir que cuando llegas a Jesús y le recibes comienza a tener una nueva vida y una gran experiencia. Dios nos hace hombres y mujeres nuevos.
Dios le habló a su pueblo diciéndole: “y les daré un corazón y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos y quitaré el corazón de piedra de medio de su carne y le daré un corazón de carne” (Ezequiel II: 9).El Apóstol San Pablo le escribe a los Gálatas: “porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale nada, ni la incircusicion, sino una nueva creación” (Gálatas 6:15).
Las cosas viejas pasaron: muchos de nosotros todavía no estamos convencidos del trabajo y del cambio Espiritual que Dios ha realizado dentro de nosotros.
No podemos regresar al pasado y remover lo que Cristo ha sanado. La mujer de Lot, miró atrás y se convirtió en una estatua de sal. Tenemos que vivir día a día, la maravillosa experiencia de tener en nuestras vidas a Jesús. Miremos y vivamos la nueva vida que nos ofrece Cristo, tenemos que buscar ser renovados a través de los santos Sacramentos, en las Liturgias de las horas, en la visita al Santísimo Sacramento y sobre todo en la oración.
San pablo le decía a los Romanos: “no os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la Renovación de vuestro entendimiento para que compruebes cual sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (ROM 12,2) La experiencia de vivir en Cristo refrescará el Alma y Sanará nuestras vidas.
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