Por Padre José E. Hoyos Salcedo.
Con la gran sabiduría y Espiritualidad que caracteriza a nuestro Pontífice Benedicto XVI ha anunciado que comenzando Octubre comienzan las celebraciones, eventos y festividades para comenzar el año de la Fe.
Este año internacional de la Fe será una gran oportunidad para que los Católicos y Hermanos en la Fe nos cuestionemos y preguntemos sobre nuestro papel como Bautizados en la Iglesia de Cristo.
Desde ya nuestra Diócesis de Arlington y el Apostolado Hispano han comenzado la preparación en este importante evento mundial, con horas Santas, retiros, obras de solidaridad y ayunos.
En el Motu proprio que es el documento de la Iglesia dirigido por el propio Papa Benedicto XVI afirma que quiere dar un renovado impulso a la misión de la Iglesia de conducir a los hombres fuera del desierto en el que se encuentran con frecuencia”. Es decir el desierto son los otros. En el desierto vagan sedientos todos los Católicos que no se someten a la jerarquía Eclesial y han de ser tomados paternalmente de la mano y reconducidos al único redil donde hay vida y verdad.
Hoy en el año de la Fe al comenzar esta jornada Jesús primero nos invita a tomar conciencia de nuestra Fe, a revisar seriamente nuestro papel dentro de la Iglesia y en la sociedad actual, como vivimos la solidaridad a través del Evangelio, pues eso es lo quien el mismo Cristo haría al evaluar nuestra Fe: ¿Qué hemos hecho por nuestra Iglesia y por nuestros hermanos?
En el año de la Fe Jesús nos cuestionaría hasta donde ha llegado nuestra proclamación de la buena nueva, ¿cual ha sido nuestro trabajo misionero? ¿Como hemos ayudado a propagar la Fe en Cristo? Hemos tomado conciencia cristianamente de parar el hambre de 30 millones de personas, mientras que escandalosamente se invierten millones de dólares en armas y gastos militares, mientras las grandes potencias contaminan el oxigeno con sus industrias multimillonarias y explotadoras; cada día se talan y mueren bosques extensos, toneladas de peces aparecen muertos en diferentes playas del mundo. Los derechos humanos son brutalmente sustituidos por los derechos del mercado y cada vez que crece la economía, aumentan más los pobres, los países del primer mundo esclavizan a los inmigrantes, pues les es más fácil tener indocumentados para que la mano de obra sea más barata y subyugada.
Si tomamos conciencia, nos unimos en oración y no ignoramos la problemática social: ese será el verdadero año de la Fe en Jesús. Cada uno de nosotros tenemos la última palabra.
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