lunes, noviembre 29, 2010

Mi experiencia en el XXXI Encuentro Internacional del Nuevo Pentecostés en Bolivia


Por el Rev. José Eugenio Hoyos

En estos momentos me encuentro dentro del avión de la aerolínea Americana que ha salido de Santa Cruz de la Sierra a las 10:30 de la mañana y vamos ya atravesando la parte selvática del Brasil y nos encontramos con unas fuertes turbulencias, claramente el capitán anuncia que por favor amarremos la correa de seguridad y permanezcamos sentados en nuestros respectivos puestos.

Esto no me impide seguir escribiendo, pues creo que como viajero frecuente a diferentes misiones y lugares de predicación ya me he ido acostumbrando a estos movimientos y confiando que todo vuelo o viaje me acompaña la fuerza del Espíritu Santo.

Pero el movimiento y las verdaderas turbulencias con que el poder de la oración acompañada del Espíritu Santo fue la que hizo mover en la fe a multitudes de personas que se congregaron este año en el XXXI Encuentro Internacional del Nuevo Pentecostés celebrado este fin de semana en La Mansión en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia.

Ya había tendió la oportunidad en el 2008 de participar como predicador en este importante evento carismático, pero con seguridad y firmeza puede asegurar que este año fue totalmente diferente, llevo en mi mente memorias e historias impresionantes de conversión, liberación y sanación.


La organización estupenda, los predicadores fabulosos, grandes maestros de la doctrina católica, sin equivocarme hubo calidad en la predicación, la asistencia fue masiva a todas las conferencias, los peregrinos no vinieron a turistiar sino a llenarse de vida espiritual y recibir sanación. En mis reflexiones podía experimentar dentro de tanta gente la presencia de Dios actuando y dando esperanza a tantos enfermos. Donde yo hubiera querido que mis manos fueran mas largas para tocar las otras manos de hermanos que pedían imposición y oración se sintió la sed que tiene el pueblo de acercarse mas a Dios y sobretodo en un país como Bolivia que esta pasando momentos difíciles por el trato de un gobierno que le esta dando a la Iglesia Católica. Los sacerdotes que nos hospedamos con la familia de Walter y Mariela Estensoro nos sentimos parte de esa bella familia llena de valores, de servicio y de gran hospitalidad.


Que Dios los siga bendiciendo tanto a los organizadores como a cada uno de aquellos hermanos(as) que forman esa legión de voluntarios. Pues en realidad están BENDECIDOS, ENCENDIDOS y en VICTORIA! ¡Que experiencia tan maravillosa! Gracias Señor y gracias a La Mansión. Dios los bendiga a todos!

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