Por el Rev. Jose E. Hoyos
Esta es una gran oportunidad de preguntarse: ¿Será que soy uno de los favoritos hijos de Dios? ¿Yo también merezco ser mimado como un niño?
Dios con su variedad y multitud de promesas sigue mimando y consintiendo a todo aquel que se declare hijo de Dios. En todo el recorrido de la historia de la salvación, y sobre todo en las Sagradas Escrituras encontramos en muchos pasajes como Dios de generación en generación nos ha mimado y continúa consintiéndonos. Nos cuida, nos mima tanto que en cada ser humano al soplar el Espíritu Santo en el momento del Bautismos Dios se derramo abundantemente al insertar en cada corazón un numero incontable de talentos y carismas que desafortunadamente media humanidad ignora que existan.
Es por eso que el sí del corazón a Cristo es siempre la respuesta afirmativa que debemos dar. Vale la pena decir “si” a Dios que siempre se encarga de resolver junto con nosotros las encrucijadas de la existencia. Cuando Cristo entra profundamente en nuestras vidas no es en vano ni por pura causalidad. Él quiere quedarse en lo más profundo de nuestro ser para compartir profecías, sueños, sanaciones, liberaciones y resurrecciones con cada uno de los hijos que lo consideran Padre Celestial.
Cristo al participar de su ministerio de sanación y liberación con cada uno de nosotros nos está consintiendo y demostrando que somos sus hijo predilectos. Que nos protege y no desea que nada nos suceda pero nos pone al mismo tiempo a trabajar en la construcción del Reino de los Cielos: Jesús les dijo: “Yo veía a satanás caer del cielo como un rayo. Sepan que les di el poder de pisotear a las serpientes, a los escorpiones y a todas las fuerzas del enemigo y nada podrá dañarles a ustedes” (Lucas 10, 18-19). La última expresión de Jesús: “Nada podrá dañarles”, significa que el como hijo de Dios siempre nos protegerá del mal de las enfermedades y del peligro. Somos unos consentidos y mimados de Dios, el problema es que por nuestra soberbia y orgullo no nos damos cuenta de cuento amor nos tienen Dios. Hoy déjese amar, mimar, consentir, y abrazar de Dios. Amen, Amen y Amen
Esta es una gran oportunidad de preguntarse: ¿Será que soy uno de los favoritos hijos de Dios? ¿Yo también merezco ser mimado como un niño?
Dios con su variedad y multitud de promesas sigue mimando y consintiendo a todo aquel que se declare hijo de Dios. En todo el recorrido de la historia de la salvación, y sobre todo en las Sagradas Escrituras encontramos en muchos pasajes como Dios de generación en generación nos ha mimado y continúa consintiéndonos. Nos cuida, nos mima tanto que en cada ser humano al soplar el Espíritu Santo en el momento del Bautismos Dios se derramo abundantemente al insertar en cada corazón un numero incontable de talentos y carismas que desafortunadamente media humanidad ignora que existan.
Es por eso que el sí del corazón a Cristo es siempre la respuesta afirmativa que debemos dar. Vale la pena decir “si” a Dios que siempre se encarga de resolver junto con nosotros las encrucijadas de la existencia. Cuando Cristo entra profundamente en nuestras vidas no es en vano ni por pura causalidad. Él quiere quedarse en lo más profundo de nuestro ser para compartir profecías, sueños, sanaciones, liberaciones y resurrecciones con cada uno de los hijos que lo consideran Padre Celestial.
Cristo al participar de su ministerio de sanación y liberación con cada uno de nosotros nos está consintiendo y demostrando que somos sus hijo predilectos. Que nos protege y no desea que nada nos suceda pero nos pone al mismo tiempo a trabajar en la construcción del Reino de los Cielos: Jesús les dijo: “Yo veía a satanás caer del cielo como un rayo. Sepan que les di el poder de pisotear a las serpientes, a los escorpiones y a todas las fuerzas del enemigo y nada podrá dañarles a ustedes” (Lucas 10, 18-19). La última expresión de Jesús: “Nada podrá dañarles”, significa que el como hijo de Dios siempre nos protegerá del mal de las enfermedades y del peligro. Somos unos consentidos y mimados de Dios, el problema es que por nuestra soberbia y orgullo no nos damos cuenta de cuento amor nos tienen Dios. Hoy déjese amar, mimar, consentir, y abrazar de Dios. Amen, Amen y Amen
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