Rev. José Eugenio Hoyos
Washington Hispanic
4 de mayo de 2007
Es cierto que el mundo actual ha avanzado y evolucionado muy rápido. La tecnología se ha apoderado de la educación en el mundo. En algunas escuelas, colegios, y universidades, el maestro pasó a un segundo plano, pues la computadora ocupa el lugar de privilegio. Anteriormente, el profesor cuidadosamente enseñaba ciertas materias con cierto miedo o temor para no ofender al estudiante o a los padres de familia. Por ejemplo, se hablaba poco del tema del sexo, pues era considerado un tabú.
Ahora, increíblemente los niños desde los 7 años saben todo sobre la sexualidad. Cuando el maestro quiere explicar algo del sexo, los alumnos están mejor informados y con mayor experiencia. Si es parte de la educación y de edificación de la persona y se hace con responsabilidad, no le veo ningún problema, todo lo contrario.
Pero cuando se enseña la sexualidad en forma desorientada y dirigida al libertinaje entramos en un gran problema que nos dará consecuencias graves como embarazos indeseables en niñas adolescentes de 13 a 17 años, etc.
"¡Tuve sexo mil veces pero nunca hice el amor!", dice el compositor guatemalteco Ricardo Arjona en su canción "La Primera Vez". Es fácil tener sexo y es difícil amar; es fácil acostarse con alguien, pero exige madurez convivir con alguien.
Un estudio hecho en América Latina por el Centro Latinoamericano de Investigaciones, efectuado con 12.000 adolescentes, muestra que de cada 100, la mitad es sexualmente activa. Solo un 37% rechaza las relaciones pre-matrimoniales, y un 50% dice tener buenos conocimientos sobre la sexualidad. Ya sabemos cuan alto es el número de abortos, y como aumenta de modo alarmante el embarazo de adolescentes. Todo esto nos habla de cuan urgente es impartir una educación sexual gradual, integral y centrada en valores éticos.
Urge una formación en el amor que lleve a la madurez sin caer en el puritanismo ni la permisividad. Muchos padres de familia y educadores deben cambiar de mentalidad para poder educar en la vivencia sana y positiva de la sexualidad. La sexualidad es una dimensión humana que abarca al hombre en todo lo que hace. Enseñemos pues la sexualidad con responsabilidad y desde un punto de vista cristiano, educando en los valores.
Foto: "El Beso" de Auguste Rodin