jueves, febrero 16, 2012

Dios tiene una sorpresa para tu vida

Por el Rev. José Eugenio Hoyos



Hay momentos en nuestras vidas en que nos ponemos a pensar que Dios se ha olvidado de nosotros, pues empiezan a salirnos las cosas mal y a sucedernos eventos negativos que hasta nos llegan a confundir.

Pero no nos podemos desaminar, ni echarle la culpa a nadie. Todo lo contrario puede ser una gran oportunidad para acercarnos más al creador y hasta para avanzar y mejorar nuestras vidas. Aquí lo que se trata es de confiar aunque en cada instante los golpes y garrotazos sean fuertes. No hay que perder la fe, y sobre todo aprovechar para palpar la acción de Dios en lo que aparenta ser dificultad, desgracia, problema. Pues cuando procuras interpretar la vida en clave negativa, fácilmente sufres decepción, ya que el éxito te persigue aun no corriendo tras él. Unido al relato del solitario en la playa puedes darte cuenta que Dios tienen muchas sorpresas buenas para cada uno de nosotros: “El único sobreviviente de un naufragio encontró refugio en una pequeña e inhabitada isla y cada día oraba fervientemente pidiendo a Dios que lo rescatara. Así, diariamente revisaba el horizonte buscando ayuda, pero esta nunca llegaba.
Cansado de esperar, se dedicó a construir una pequeña cabaña para protegerse a sí mismo y sus pocas posesiones. Pero un día, después de andar buscando comida, regreso y encontró la pequeña choza en llamas, el humo subía hacia el cielo…lo peor es que todo lo que tenia se había consumido en llamas.

El, confundido y enojado con Dios, en medio de lágrimas le decía: “¿Cómo pudiste hacerme esto? ¿Por qué permites esta desgracias?”. Y se quedó dormido sobre la arena. Al siguiente día, muy temprano, escucho a sombrado el sonido de un barco que se acercaba a la isla… finalmente venían a rescatarlo.

Cuando tuvo frente así a los marineros, les pregunto: “¿Cómo sabían que yo estaba aquí?” y sus rescatadores contestaron: “Vimos las señales de humo que hiciste”… Es decir, es fácil enojarte cuando las cosas van mal, pero no debes perder la paz en el corazón, porque Dios está preparando una buena sorpresa para tu vida, aun en medio de lo que reconoces como penas y sufrimiento. Muchos acontecimientos en tu vida suceden. Porque pueden ser simplemente una señal de humo que surge de la gracia de Dios.

Estás invitado a disfrutar un café con Cristo

Por el Rev. José Eugenio Hoyos



Te imaginas la inmensa alegría de recibir una invitación personal por correo para tomarte un café con el propio Jesús. Pues esto se podría lograr si desarrollaras una relación más cercana con Él. Es por eso que en cada Eucaristía en la que tú participas con tu familia, aunque la invitación no venga por el correo, eres siempre recibido con alegría y con los brazos abiertos por el mismo Cristo.

Comparemos: el dinero es como la taza, y el café es la vida. La vida es la principal, el dinero es secundario. En lo principal que es la vida (El café), está el contenido de la felicidad y ese contenido es Cristo en persona; lo secundario que es el dinero (la taza), encuentras solo un canal que conduce a lo principal que es la vida.

“Cuenta la leyenda que una mujer pobre con un niño en brazos, al pasar por una cueva escuchó una voz que le decía: entra y toma lo que desees, pero no te olvides de lo principal, después de que salgas, la puerta se cerrará para siempre. La mujer entró, fascinada por el oro y las joyas que encontró, dejo al niño en el suelo y juntó lo que pudo en su delantal. La voz habló de nuevo”: tienes ocho minutos. “La mujer cargada de oro y piedras preciosas, salió de la cueva, la puerta se cerró y el niño quedó dentro. La riqueza duró poco y la desesperación siempre”.

Por lo tanto cuando estés disfrutando esa taza de café con Jesús, entrégate a Él, pónle mucha atención, no te desenfoques, ni te descuides cuando te esté dando las indicaciones de como abrir la puerta que te llevará al cielo. Sigue con mucha atención todas las direcciones y enseñanzas que te mostrara el Maestro. No te dejes vislumbrar por los tesoros que veras y descuides u olvides la llave a la vida eterna.
A ese café invitado por Cristo no le eches mucha azúcar pues bastará la dulzura que te prestara Jesús. No dejes que la taza y el sabor te guíe, no le quites la mirada a Cristo, no descuides lo principal que es Jesús. San Lucas en el capítulo 7: 36-50 nos dice: “Le invitó un fariseo a comer con Él, y entrando en su casa, se puso a la mesa. Y he aquí que llegó una mujer pecadora que había en la ciudad, la cual, sabiendo que estaba a la mesa del fariseo, con un pomo de alabastro de ungüento se puso detrás de Él junto a sus pies, llorando y comenzó a bañar con lágrimas sus pies y los enjugaba con los cabellos de su cabeza y besaba sus pies y los ungía con ungüento”. Ahora piensa todo lo que tu harías, le preguntarías y le dirías a Jesús tomándote un café con Él.