por el Rev. José Eugenio Hoyos
Washington Hispanic
6 de Agosto de 2010
¿Vale la pena vivir en los Estados Unidos? Esta es la pregunta que en esta ocasión les hago a todos mis lectores y que ojalá me pudieran responder, pues estoy escribiendo un artículo para un libro sobre “Inmigración en América” y me gustaría conocer sus opiniones. Pueden enviármelas de manera anónima o confidencial a mi correo: jhoyos04@hotmail.com.
Pero hasta ahora éstas son nuestras reflexiones sobre dicha pregunta: una gran mayoría ha respondido que sí. Pues los que llevan de 20 a 30 años el país de los sueños ha sido lo que ellos esperaban, y aman y defienden a este país.
Estados Unidos les dio la oportunidad de progresar, de educarse, de sacar a los hijos adelante, de tener un buen negocio y hasta de invertir en su país de origen. Pero más que lo económico ha sido poder vivir en paz, caminar con tranquilidad y gozar de una seguridad ciudadana.
Han tenido la oportunidad de ahorrar, de ayudar a sus seres queridos en la educación, salud, etc. Para otros ha sido de mucha nostalgia pues la visión y el sueño que tenían de los Estados Unidos era una mera fantasía, una gran película de Hollywood.
Tuvieron que vender todo en su país con la promesa de que los familiares y conocidos les ofrecerían apoyo y fue todo lo contrario. Toda una desilusión.
Después de haberse graduado de médico, abogado, ingeniero, maestro, etc., las universidades estadounidenses no les revalidaron el título y terminaron trabajando en construcción, limpieza, jardinería, en un almacén, restaurante, etc. Mientras que en sus países podían compartir más tiempo con la familia, el trabajo y el “part-time” no los deja ni siquiera comunicarse, no hay tiempo para nada. Y qué decir de la crisis económica; la situación está peor. Ni pensar regresarse pues las cosas no parecen mejorar ni aquí ni allá.
Y si tocamos el tema de nuestros hermanos indocumentados, necesitaríamos libros enteros de historias tristes y sin sorprendernos también de muchos logros positivos.
En conclusión, sí valió y vale la pena vivir en los Estados Unidos. Aunque no podamos ver a la familia con frecuencia, hay una gran satisfacción de que los sacrificios que nuestros hermanos inmigrantes hacen valen la pena. Y que este país, con sus obstáculos, ha sido una gran oportunidad que nuestros países de origen no nos han brindado, como es el derecho a un trabajo, a una educación y algo de salud.
Si trabajamos fuerte y le ponemos pasión a lo que hacemos si vale la pena vivir en EEUU.
viernes, agosto 06, 2010
jueves, agosto 05, 2010
Por soñar no nos cobran impuestos
Por el Rev. José Eugenio Hoyos
Hay sueños que nos alegran el alma y en muchas ocasiones nos transportan al infinito, otros sueños son tan duros y tan crueles que se convierten en pesadillas. Recuerdo que cuando éramos niños discutíamos entre los amigos quien de los presentes soñaba a color o en blanco y negro y la respuesta era en verdad todo un misterio. Porque muchas veces nos recordamos del evento en el sueño y de los protagonistas pero no de los colores. Esto me parecía súper interesante.
En realidad no soñamos porque queremos, los sueños vienen gratis. Todos tenemos la oportunidad de soñar y hay sueños que son maravillosos y sublimes. Quien sueña tienen una mente abierta a gozar, a llenarse de fuerzas desconocidas, ganas de triunfar, y cumplir metas en la vida, a construir mejores situaciones de ser feliz haciendo felices a los demás.
Quien no sueña termina atrapado como mosca en telaraña y esclavizado por la tristeza y la desesperación, negándose toda posibilidad de vida sana y de realización personal. No se trata de olvidar la realidad y de volverse un fantaseador, no se trata de negar las situaciones difíciles de nuestra vida cotidiana. Se trata de imaginar las cosas en su estado “ideal” y de ver como podemos llegar a ellas; se trata de representar en nuestra mente las situaciones de otra manera, destacando los puntos positivos y de ver como los logramos obtener; se trata de trascender a lo inmediato que vivimos e ir mas allá en nuestra propia mente (por ejemplo, soñar con un matrimonio lleno de amor, un país en paz, sin violencia, ni crimen, una verdadera justicia social y una hermandad solidaria etc.)
Peter Manjarres nos canta la canción escrita por Aurelio Núñez: “Soñar no cuentas nada” que dice: “se que mañana te prometo que soy un cofre de nobleza, de cariño y de amor. Ya es hora, yo quiero cambiar mi nombre y dejar ese desorden de mi vida personal… por ti mi amor. Yo soñaré que vivimos juntitos en un ranchito tu y yo, que la vejez no me llegue con otra, sino contigo mi amor. Yo soñaré que los días son iguales siempre que estés junto a mí, y que esta vez te doy mis realidades, las que soñé para ti. Y si soñar no cuesta nada, que importa, que importa amor que soñemos, si la vida es muy bonita, y es corta por eso amor comencemos etc.
Hay sueños que nos alegran el alma y en muchas ocasiones nos transportan al infinito, otros sueños son tan duros y tan crueles que se convierten en pesadillas. Recuerdo que cuando éramos niños discutíamos entre los amigos quien de los presentes soñaba a color o en blanco y negro y la respuesta era en verdad todo un misterio. Porque muchas veces nos recordamos del evento en el sueño y de los protagonistas pero no de los colores. Esto me parecía súper interesante.
En realidad no soñamos porque queremos, los sueños vienen gratis. Todos tenemos la oportunidad de soñar y hay sueños que son maravillosos y sublimes. Quien sueña tienen una mente abierta a gozar, a llenarse de fuerzas desconocidas, ganas de triunfar, y cumplir metas en la vida, a construir mejores situaciones de ser feliz haciendo felices a los demás.
Quien no sueña termina atrapado como mosca en telaraña y esclavizado por la tristeza y la desesperación, negándose toda posibilidad de vida sana y de realización personal. No se trata de olvidar la realidad y de volverse un fantaseador, no se trata de negar las situaciones difíciles de nuestra vida cotidiana. Se trata de imaginar las cosas en su estado “ideal” y de ver como podemos llegar a ellas; se trata de representar en nuestra mente las situaciones de otra manera, destacando los puntos positivos y de ver como los logramos obtener; se trata de trascender a lo inmediato que vivimos e ir mas allá en nuestra propia mente (por ejemplo, soñar con un matrimonio lleno de amor, un país en paz, sin violencia, ni crimen, una verdadera justicia social y una hermandad solidaria etc.)
Peter Manjarres nos canta la canción escrita por Aurelio Núñez: “Soñar no cuentas nada” que dice: “se que mañana te prometo que soy un cofre de nobleza, de cariño y de amor. Ya es hora, yo quiero cambiar mi nombre y dejar ese desorden de mi vida personal… por ti mi amor. Yo soñaré que vivimos juntitos en un ranchito tu y yo, que la vejez no me llegue con otra, sino contigo mi amor. Yo soñaré que los días son iguales siempre que estés junto a mí, y que esta vez te doy mis realidades, las que soñé para ti. Y si soñar no cuesta nada, que importa, que importa amor que soñemos, si la vida es muy bonita, y es corta por eso amor comencemos etc.
miércoles, agosto 04, 2010
La selva humana es más cruel que la de los animales
Por el Rev. José Eugenio Hoyos
El filosofo Thomas Hobbes dice: “el hombre es un lobo para el hombre”. Y en realidad cuando estudiaba filosofía y escuché por primera vez esa frase quede bastante pensativo, pues nunca pensé que cada vez seria una cruel realidad. Y lo estamos viendo en una sociedad que con el pasar de los años se ha tornado más cruel y violenta. Las guerras continúan y el hombre sigue luchando para imponer su voluntad y querer ser más poderosos.
En la parte humana vemos que cada día hay más rencor, resentimiento, egoísmo, envidia, mentiras, parece que el ser humano por instinto es cruel y lo usa para defenderse de más crueldad y con el tiempo vemos que es como una gran ola de maldad que crea violencia y más violencia. Muchos dicen que lo que nos diferencia de los animales es que nosotros usamos la razón, pero en ciertas ocasiones nos sorprendería ver como actuamos con instintos bien primitivos al estilo cavernícolas.
Si observamos la crueldad y la violencia entre los animales es por comida o apareamiento, en cambio en el hombre da la impresión que es por falta de conciencia, de una deshumanización desastrosa, por falta de educación y desconocimiento de los valores entre, ellos el temor o acercamiento a Dios.
En muchas ciudades, colonias y cantones mantenerse vivo es sinónimo de suerte. La seguridad es un privilegio del que cada vez pueden disfrutar menos personas. Hoy en día subirse a un bus hay que pensarlo dos veces y ya dentro del bus todos son sospechosos, ya no se puede confiar en nadie.
En muchos lugares los jóvenes no conocen el civismo ya no hay respeto para los ancianos o los niños. Las cárceles están súper pobladas al entrar en ellas se siente el olor descompuesto de un sistema judicial en decadencia y corrupto. Allí solo hay cultivo de odio, mas violencia, convirtiéndose en verdaderas escuelas de delincuencia.
A la terrible y espantosa miseria de miles de millones de seres humanos, habría que añadir la creciente miseria humana y espiritual de los satisfechos. Millones se deshumanizan al tener que vivir en condiciones inhumanas, otros se deshumanizan al volverse insensibles ante el dolor de sus semejantes ¿Qué estamos haciendo para cambiar esta selva humana? En cada uno de nosotros esta la solución. Que esta guerra de todos contra todos la paremos con iniciativas positivas y que involucre a todos. ¡Animo hay mucho para hacer!
El filosofo Thomas Hobbes dice: “el hombre es un lobo para el hombre”. Y en realidad cuando estudiaba filosofía y escuché por primera vez esa frase quede bastante pensativo, pues nunca pensé que cada vez seria una cruel realidad. Y lo estamos viendo en una sociedad que con el pasar de los años se ha tornado más cruel y violenta. Las guerras continúan y el hombre sigue luchando para imponer su voluntad y querer ser más poderosos.
En la parte humana vemos que cada día hay más rencor, resentimiento, egoísmo, envidia, mentiras, parece que el ser humano por instinto es cruel y lo usa para defenderse de más crueldad y con el tiempo vemos que es como una gran ola de maldad que crea violencia y más violencia. Muchos dicen que lo que nos diferencia de los animales es que nosotros usamos la razón, pero en ciertas ocasiones nos sorprendería ver como actuamos con instintos bien primitivos al estilo cavernícolas.
Si observamos la crueldad y la violencia entre los animales es por comida o apareamiento, en cambio en el hombre da la impresión que es por falta de conciencia, de una deshumanización desastrosa, por falta de educación y desconocimiento de los valores entre, ellos el temor o acercamiento a Dios.
En muchas ciudades, colonias y cantones mantenerse vivo es sinónimo de suerte. La seguridad es un privilegio del que cada vez pueden disfrutar menos personas. Hoy en día subirse a un bus hay que pensarlo dos veces y ya dentro del bus todos son sospechosos, ya no se puede confiar en nadie.
En muchos lugares los jóvenes no conocen el civismo ya no hay respeto para los ancianos o los niños. Las cárceles están súper pobladas al entrar en ellas se siente el olor descompuesto de un sistema judicial en decadencia y corrupto. Allí solo hay cultivo de odio, mas violencia, convirtiéndose en verdaderas escuelas de delincuencia.
A la terrible y espantosa miseria de miles de millones de seres humanos, habría que añadir la creciente miseria humana y espiritual de los satisfechos. Millones se deshumanizan al tener que vivir en condiciones inhumanas, otros se deshumanizan al volverse insensibles ante el dolor de sus semejantes ¿Qué estamos haciendo para cambiar esta selva humana? En cada uno de nosotros esta la solución. Que esta guerra de todos contra todos la paremos con iniciativas positivas y que involucre a todos. ¡Animo hay mucho para hacer!
martes, agosto 03, 2010
El Evangelio escandaliza porque es verdad y vida
Por el Rev. José Eugenio Hoyos
El apóstol San Pablo en la Carta a los Romanos manifiesta sin ningún complejo: “yo no me avergüenzo de la buena noticia, que es una fuerza divina de la salvación para todo el que cree…” es que el Evangelio revela, manifiesta, aplica y hace efectiva esta iniciativa de Dios que nos trae la salvación.
En San Lucas 17, 1-6 dice: “En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: es imposible que no vengan escándalos; pero ¡ay de aquel por quien vienen! Más le vale que le pongan al cuello una piedra de molino y sea arrojada al mar, que escandalizar a uno de estos pequeños. Cuidaos de vosotros mismos”.
Una vez mas viene Cristo Jesús a nuestro encuentro con una advertencia divina, fruto de su misericordia y clemencia que nunca se acaban. Dios no se cansa de amarnos. Dios no se cansa de perdonar. Pero el quiere que seamos verdaderos testimonios de vida, que seamos transparentes para no escandalizar a nadie, no solo a los pequeños sino a aquellos que están creciendo y dando su primer paso en la fe.
El Evangelio nos escandaliza y nos sacude: “para ganar la vida hay que perderla. No vine a ser servido sino a servir. El que quiere ser el primero que se ponga de último. Lo que hicieron a uno de mis hermanos mas pequeños, a mi me lo hicieron”. La lógica de Dios no es la lógica de los hombres. Los caminos de Dios no son los caminos de los hombres. “Dios escribe derecho con líneas torcidas. Cuando te sientas al borde del abismo desesperado y deprimido, no te desesperes porque Dios estará a tu lado ofreciéndote sus manos”.
Al comienzo de la historia bíblica en el nuevo testamento, muchos quedaron escandalizados de las palabras y mensajes de Jesús, Él vino a ofrecernos la verdad y a darnos nueva vida. Vino a una obra y una misión especifica: “salvarnos a todos y llevarnos a la vida eterna”.
El Evangelio de Jesús hizo sentir importante a los pobres, a los enfermos, a los humillados, desterrados, a los que no tenían esperanza y eran rechazados por la sociedad. Devolvió la salud a los enfermos, resucito a los muertos. En el Evangelio de Cristo nos mostró que hasta en su cruxifición habría lugar para todos. Y que con mucha compasión y amor nos tomaría entre sus brazos como signo de amor y del gran amigo. Su Evangelio de justicia social es fuerza y fuego, libro viviente para los vivientes.
Foto: Pobladores quechuahablantes estudian la Palabra de Dios
El apóstol San Pablo en la Carta a los Romanos manifiesta sin ningún complejo: “yo no me avergüenzo de la buena noticia, que es una fuerza divina de la salvación para todo el que cree…” es que el Evangelio revela, manifiesta, aplica y hace efectiva esta iniciativa de Dios que nos trae la salvación.
En San Lucas 17, 1-6 dice: “En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: es imposible que no vengan escándalos; pero ¡ay de aquel por quien vienen! Más le vale que le pongan al cuello una piedra de molino y sea arrojada al mar, que escandalizar a uno de estos pequeños. Cuidaos de vosotros mismos”.
Una vez mas viene Cristo Jesús a nuestro encuentro con una advertencia divina, fruto de su misericordia y clemencia que nunca se acaban. Dios no se cansa de amarnos. Dios no se cansa de perdonar. Pero el quiere que seamos verdaderos testimonios de vida, que seamos transparentes para no escandalizar a nadie, no solo a los pequeños sino a aquellos que están creciendo y dando su primer paso en la fe.
El Evangelio nos escandaliza y nos sacude: “para ganar la vida hay que perderla. No vine a ser servido sino a servir. El que quiere ser el primero que se ponga de último. Lo que hicieron a uno de mis hermanos mas pequeños, a mi me lo hicieron”. La lógica de Dios no es la lógica de los hombres. Los caminos de Dios no son los caminos de los hombres. “Dios escribe derecho con líneas torcidas. Cuando te sientas al borde del abismo desesperado y deprimido, no te desesperes porque Dios estará a tu lado ofreciéndote sus manos”.
Al comienzo de la historia bíblica en el nuevo testamento, muchos quedaron escandalizados de las palabras y mensajes de Jesús, Él vino a ofrecernos la verdad y a darnos nueva vida. Vino a una obra y una misión especifica: “salvarnos a todos y llevarnos a la vida eterna”.
El Evangelio de Jesús hizo sentir importante a los pobres, a los enfermos, a los humillados, desterrados, a los que no tenían esperanza y eran rechazados por la sociedad. Devolvió la salud a los enfermos, resucito a los muertos. En el Evangelio de Cristo nos mostró que hasta en su cruxifición habría lugar para todos. Y que con mucha compasión y amor nos tomaría entre sus brazos como signo de amor y del gran amigo. Su Evangelio de justicia social es fuerza y fuego, libro viviente para los vivientes.
Foto: Pobladores quechuahablantes estudian la Palabra de Dios
lunes, agosto 02, 2010
Carros e internet patas arriba
Por el Rev. Jose Eugenio Hoyos
¿Cual crisis económica? Para que tanta preocupación si todavía quedan energías para conseguir y encontrar las soluciones a los problemas.
Estamos viviendo un estrés desbordante, estamos angustiados, agitados, malhumorados, corriendo cada vez más rápido, sin preguntarnos que rumbo hay que tomar. Nunca, en verdad, hemos tenido nuestras vidas tan aceleradas, como el dicho popular que dice: “para donde va Vicente, para donde va la gente…” y si nos metemos en un tumulto humano nos llevarían al lugar equivocado. Nos movemos a una velocidad impresionante ya no corremos, volamos, para no perder el bus, el avión, no llegar tarde al trabajo, una cita con un ser querido, para no perdernos un capitulo mas de nuestra novela favorita.
Pero con todo este corre corre siempre lo relacionado con Dios y la Iglesia desafortunadamente ocupa el ultimo lugar. Nos comunicamos por Internet para desahogar nuestras penas, para no sentirnos solos, chateamos con desconocidos en el otro extremo del mundo, pero somos incapaces de hablar con nuestros vecinos. Se nos ha vuelto imprescindible el teléfono celular, pero cada día nos comunicamos menos con nuestros hijos, o nuestros seres queridos. Lo lejano se acerca, lo cercano se aleja. Mas que el problema de la crisis económica es la intoxicación de una información que se nos ofrece inabarcable y fragmentada.
El poeta Elliot sabiamente nos dice: “¿A dónde fue la sabiduría que perdimos con el conocimiento, a donde fue el conocimiento que perdimos con la información?” vivimos y estamos viendo un espectáculo escalofriante no nos damos cuenta y el mundo si esta al revés. Los carros manejan a las personas, las computadoras programan nuestras vidas, todo sube de precio menos la vida humana que cada vez vale menos. ¿Qué se puede esperar de una generación que crece pegada al Internet y al televisor, que aprende cada día que la violencia, las pandillas, el chantaje o la mentira son medios eficaces para resolver los problemas.
Necesitamos crear una cultura a la no-violencia, no-agresión, y respeto y defensa a la vida. Necesitamos con urgencia una educación en valores que proporcione una brújula para poder orientarnos en este mundo turbulento en que vivimos. Cambiemos en nuestra sociedad la palabra crisis por la de Cristo.
¿Cual crisis económica? Para que tanta preocupación si todavía quedan energías para conseguir y encontrar las soluciones a los problemas.
Estamos viviendo un estrés desbordante, estamos angustiados, agitados, malhumorados, corriendo cada vez más rápido, sin preguntarnos que rumbo hay que tomar. Nunca, en verdad, hemos tenido nuestras vidas tan aceleradas, como el dicho popular que dice: “para donde va Vicente, para donde va la gente…” y si nos metemos en un tumulto humano nos llevarían al lugar equivocado. Nos movemos a una velocidad impresionante ya no corremos, volamos, para no perder el bus, el avión, no llegar tarde al trabajo, una cita con un ser querido, para no perdernos un capitulo mas de nuestra novela favorita.
Pero con todo este corre corre siempre lo relacionado con Dios y la Iglesia desafortunadamente ocupa el ultimo lugar. Nos comunicamos por Internet para desahogar nuestras penas, para no sentirnos solos, chateamos con desconocidos en el otro extremo del mundo, pero somos incapaces de hablar con nuestros vecinos. Se nos ha vuelto imprescindible el teléfono celular, pero cada día nos comunicamos menos con nuestros hijos, o nuestros seres queridos. Lo lejano se acerca, lo cercano se aleja. Mas que el problema de la crisis económica es la intoxicación de una información que se nos ofrece inabarcable y fragmentada.
El poeta Elliot sabiamente nos dice: “¿A dónde fue la sabiduría que perdimos con el conocimiento, a donde fue el conocimiento que perdimos con la información?” vivimos y estamos viendo un espectáculo escalofriante no nos damos cuenta y el mundo si esta al revés. Los carros manejan a las personas, las computadoras programan nuestras vidas, todo sube de precio menos la vida humana que cada vez vale menos. ¿Qué se puede esperar de una generación que crece pegada al Internet y al televisor, que aprende cada día que la violencia, las pandillas, el chantaje o la mentira son medios eficaces para resolver los problemas.
Necesitamos crear una cultura a la no-violencia, no-agresión, y respeto y defensa a la vida. Necesitamos con urgencia una educación en valores que proporcione una brújula para poder orientarnos en este mundo turbulento en que vivimos. Cambiemos en nuestra sociedad la palabra crisis por la de Cristo.
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