viernes, abril 09, 2010

La Divina Misericordia y la Virgen del Globo

Por el Rev. José Eugenio Hoyos

Con los corazones encendidos este fin de semana los católicos en todas partes del mundo nos unimos en todas las Santas Eucaristías a celebrar la festividad de la Divina Misericordia y a las tres de la tarde rezaremos la coronilla ofrecida por los sacerdotes en honor del año sacerdotal. Por los ataques a la Iglesia y al Papa por los escándalos de abuso sexual a menores. Luego, desde ese momento, se empezará una gran novena y cadena de oración internacional por las víctimas y victimarios para que reciban paz, perdón, reconciliación y sobre todo sanación en sus vidas.

Dentro de mis devociones personales me reuniré en Montreal, Canadá en el congreso anual de la Renovación Católica Carismática donde en cada Hora Santa encomendaremos al pueblo de Dios, a los enfermos y al clero a la Divina Misericordia y a la Virgen del Globo que estoy más que seguro que este encuentro será un gran semillero de sanaciones, conversiones, liberaciones y lógico multitud de bendiciones. Recordemos que desde hace muchos años la devoción a la Divina Misericordia ha tomado mucha fuerza por el derramamiento de manifestaciones del poder y la compasión de Dios sobre la humanidad.

Santa Faustina pertenecía a la congregación de Hermanas de Nuestra Señora de la Misericordia, conocidas como las “hermanas Magdalenas” que se dedican a la educación de jóvenes de bajos recursos. Vemos como el Señor empieza a poner las piezas de su “rompecabezas de gracia”, en un orden perfecto. El revela su misericordia a una religiosa de la comunidad dedicada a su misericordia. Santa Faustina estuvo dentro de su vida religiosa, realizando trabajos muy sencillos y desapercibidos, tales como la cocina, el jardín, la limpieza del convento o atendiendo la puerta. Precisamente es a esta hermana menos notoria a la que el Señor escoge para dar al mundo entero el gran mensaje de su misericordia que a tantas almas ha tocado y transformado al propagarse por el mundo entero en momentos tan críticos para la humanidad.

El Señor manifiesta su corazón y el agua y la sangre que de Él brotaron como manantial de reconciliación para todos los hombres. Esta revelación es una continuación de la misericordia divina que Jesús nos ofrece en la cruz y que se reveló también a Santa Margarita María. En su Divina Misericordia la Virgen María o la Virgen del Globo acompaña también a Jesús en sus rayos de misericordia llenos de poder a todos los hombres y mujeres de fe.

Abuso sexual de los niños de Dios

Rev. José Eugenio Hoyos
Washington Hispanic
9 de Abril 2010

Aunque no nos guste debemos hablar, conocer e informarnos sobre el abuso sexual de menores dentro de nuestra comunidad. En la mayoría de niños abusados las familias siempre han pensado que esta situación critica y criminal no les iba a suceder y estaban muy equivocados pues esto puede suceder en las escuelas, en las iglesias, en los campos deportivos, y hasta con los mismos miembros de la familia.

Mi reflexión sobre el abuso sexual y la pedofilia personalmente la considero como un gran crimen, una monstruosidad, un pecado mortal, una enfermedad incurable y una situación alarmante donde todos debemos combatirla. Últimamente y con gran tristeza los principales diarios y medios de comunicación han mostrado la Iglesia Católica con grandes titulares de abusos sexuales de niños. No es que quiera defender a la Iglesia que es mi gran familia y donde todos los bautizados pertenecemos a ella. Todo lo contrario la Iglesia Católica esta haciendo un gran trabajo de prevención y denuncia de estos hechos.

Tenemos que reconocer que según las estadísticas de abusos el 40% de menores abusados corresponden a miembros de las mismas familias (tios, padrastros, hermanastros, vecinos etc) 2% a miembros de diferentes iglesias con un porcentaje alto en la iglesia católica, otro porcentaje en profesores, profesionales etc.

Aunque los porcentajes son terribles lo ideal para una sociedad sana y libre de abusos es el de cero tolerancia de luchar en una agresiva educación y cuidado para que esto no suceda. Las victimas de abuso sexual quedan con grandes huellas sicológicas difíciles de sanar que llevan como pesadas cargas para toda la vida.

La iglesia católica actualmente me consta esta tomando acción sobre estos dolorosos hechos que ojala jamás se vuelvan a repetir. Por ejemplo la iglesia en los Estados Unidos obliga a los empleados, voluntarios, sacerdotes y seminaristas a que tomen unos cursos intensivos sobre la protección de los menores y el abuso sexual.

El Obispo Paul S. Loverde de la Diócesis de Arlington ha abierto una oficina de prevención y de denuncia de estos hechos. Cada mes visita las parroquias y ofrece una misa de sanación por las victimas de abuso sexual. Los abusadores generalmente son personas que con frecuencia conocen a los menores y les tienen confianza. Para conocer un enfermo de pedofilia es aquel quien solo quiere estar cerca de los niños, les invita a pasear, les da regalos costosos, ofrece dinero y acaricia exageradamente.

A un niño abusado hay que escucharle y creerle cuando dice que un adulto lo ha tocado. No esperemos que pasen los años para denunciar, hay que denunciar inmediatamente. En nombre de la iglesia pedimos perdón a todas las victimas abusadas sexualmente y también queremos pedir respeto por los sacerdotes que estamos cumpliendo con una gran y santa misión. No todos los sacerdotes abusan niños, pues por muchos años hemos disfrutado de sacerdotes santos. Bendiciones.

OTROS ARTICULOS:

La Resurrección fuerza motriz de la humanidad


Por el Rev. José Eugenio Hoyos
Arlington Catholic Herald
8 de Abril de 2010

Con alegría y gran satisfacción el mundo cristiano ha vivido una Semana Santa acompañada de asistencia multitudinaria de fieles que se han volcado a las Iglesias, procesiones, oraciones y sobre todo se ha notado el aumento en la fe. Después del domingo de Resurrección, nos tenemos que preguntar: ¿y ahora que paso voy a dar a mi vida espiritual? ¿Hacia donde vamos? o ¿seguirá la tumba fría con nuestro cuerpo muerto por el pecado y la indiferencia? Porque algo que no podemos olvidar es la frase: “si Cristo no hubiera resucitado, vana seria nuestra fe” (1Cor 15, 14).

Y esta reflexión va directa a todos los incrédulos pues si Cristo no hubiera resucitado, sus enseñanzas, sus milagros hubieran quedado perdidos y sin sentido, sus promesas hubieran quedado sin cumplirse, estaríamos todavía confundidos y dudaríamos sobre la existencia de Dios y la vida eterna. La Resurrección es una manifestación gloriosa de alegría. Es la hora de la fiesta llena de gozo y de demostrar a los que están alejados de la Iglesia que nuestra alegría es autentica porque Jesús ha vencido a la muerte. La Resurrección es una gran luz que nos va mostrando el camino hacia la patria prometida.

Los discípulos de Emaus decían: “¡han pasado ya tres días!” y nosotros estamos tentados de decir: “¡han pasado ya dos mil años!” pero ellos se equivocaban, porque Jesús había resucitado y caminaba con ellos. Y nosotros también nos equivocamos cuando pensamos como ellos, porque, en efecto, su amor esta todavía entre nosotros; porque “el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que nos ha sido dado” (Rm 5, 5).

Ahora que ya hemos experimentado la Resurrección de Cristo en nuestras vidas, hay que mantener vivo este gran acontecimiento de fe proclamando en cualquier lugar donde nos encontremos el evangelio de amor de Dios en Cristo Jesús. Si no lo hacemos, somos como esos hombres que ponen la luz bajo la cama. Defraudamos al mundo en su mas secreta esperanza.

“¡Vosotros matasteis a Jesús de Nazaret! ¡Dios lo ha resucitado! ¡Arrepentíos!” (Hech 2, 23-24). Deja querido hermano(a) que te regenere a ti “una esperanza nueva” una nueva vida; empieza a vivir como un resucitado. Mira los miles de personas que te rodean y dite a ti mismo: “son mis hermanos, son todos mis hermanos”. Cuando salgas, mira con los ojos del resucitado a la gente que encuentres, a los de tu familia, los de tu comunidad, los de tu ambiente de trabajo, y dite a ti mismo: “son mis hermanos; son todos mis hermanos”. “todos ellos han nacido allá”, o sea, en el corazón de Cristo traspasado por nuestros pecados.

Ahora es el Resucitado mismo el que nos habla. Son palabras llenas de fe y entusiasmo. Con el domingo de Resurrección comienza un tiempo pascual en el que recordamos el tiempo en que Jesús permaneció con los apóstoles, antes de subir a los cielos, durante la fiesta de la Asunción. ¡Felices Pascuas!

“Consummantun Est” “Todo esta consumado”

Por el Rev. José Eugenio Hoyos
Arlington Catholic Herald
8 de abril de 2010

Todavía hay eco en las palabras de Jesús pronunciada en el Monte del Calvario. Fueron tan fuetes y tan sentidas que a pesar de que con gran alegría continuamos celebrando la Pascua de la Resurrección es difícil olvidar el sacrificio de amor de Cristo para con la humanidad.

Desde los primeros tiempos, Dios en sus obras universales venia preparando el camino para el advenimiento de su hijo, para que fuese guía y ejemplo del hombre por los siglos y los condujese a la patria celestial, al paraíso de la gloria, cenáculo de Espíritu Divino.

Jesucristo es el Emmanuel predicado por las profecías mesiánicas, nacido en Belén y peregrino en Egipto, Tiberiades, Jordan, Samaria, Betania, Jerusalén y el Gólgota. Fue ejemplo viviente, muestra de los valores divinos, erradicación sublime de la verdad, cumbre de la sabiduría, blasón y portaestandarte de la estirpe de los seguidores de Dios. En el no se da ni un desmayo en la labor misionera, ni una queja en el final sacrificio.

Todo es trabajo y esperanza, valor y alegría, fe y caridad, perfección y grandeza; clásico en sus maneras, fuerte en el consejo, acariciante en la penuria del mendigo. Su entrega fue total y eterna. Ese “Consummantun Est” es aun invitación a todos los católicos del mundo para que no dejemos neutras creencia, oraciones, y trabajo, en nuestra Iglesia en la mitad del camino. Para que no demos nuestro brazo a torcer cuando lleguen los escándalos, la persecución, el desengaño, el desanimo en nuestra vida espiritual. Allí esta Jesús resucitado dándonos animo y abriendo caminos para que sigamos sus huellas.

Que la crucifixión, pasión y ahora la Resurrección nos sirva de ejemplo para imitar al Maestro de Nazaret. Sírvanos su ejemplo vivificante en la hora de nuestra amargura, en los momentos de dolor, de rabia, cuando perdemos a un ser querido, cuando tiembla la tierra, cuando pensamos que no solo se ha rasgado el velo del templo, sino que nuestra tierra se ha partido en dos y que Cristo esta en la mitad sosteniéndonos con sus fuertes y poderosas manos. Ahí esta la redención del hombre. El cargó con nuestras culpas y por las heridas de Jesús fuimos curados de nuestras culpas y por las heridas de Jesús fuimos curados de nuestras heridas. Por sus llagas hemos sido sanados.

Así como la libre entrega de Jesús fue principio de vida que venció al egoísmo, todo morir (si es como el de Jesús) es muerte gloriosa. Todo sufrimiento, en comunión con el de Cristo Crucificado, es redentor. Toda negación voluntaria y amorosa de si mismo es ya Resurrección. ¿Después de la Resurrección que debemos hacer? Cristo mismo nos dijo que se nos reconocería en: “en esto reconocerán todos que son mis discípulos: si se tienen amor los unos a los otros” (Juan 13-35). La vida cristianan es una vida de amor y la Resurrección fue una expresión de amor para todas las personas en todas las generaciones.

jueves, abril 08, 2010

¿Qué pasa cuando oras por un enfermo y se muere?

Por el Rev. José Eugenio Hoyos


Hace algunos días, miembros del Ministerio de Sanación de la Renovación Carismática Católica de la Diócesis de Arlington en la casa funeraria en Alexandria me preguntaron: ¿Padre, a este hermano que estaba enfermo le oramos pensando que Cristo lo iba sanar inmediatamente y se nos murió? ¿Por qué, que paso? ¿Seria que a nuestra oración le faltó fuerza? ¿Dios no nos ayudo? Y realmente de verlos tan consternados y afligidos lo único que pude decirles es que la oración si tiene efecto eficaz y que allí si se sintió la presencia de Jesús.

Pero los designios de seguir en este mundo no son los nuestros sino el deseo de Dios, Dios en su magnifica sabiduría prefiere darle paz a los enfermos, dándoles el premio de la eternidad. Vivimos en el tiempo de Dios, y se deben aceptar la voluntad de Él. Pues de Él venimos y a Él vamos. Nosotros los que estamos en el Ministerio de Sanación o de imposición de manos debemos entender que solo somos trabajadores en la viña del Señor, nosotros no somos dueños de esa viña, somos instrumentos, y es Dios quien tiene la última palabra.

Muchas personas a menudo se enojan con nosotros, con Dios y con la Iglesia porque sus enfermos de cáncer, de SIDA u otras enfermedades terminales no son sanados inmediatamente cuando los llevan a una Misa de Sanación, o cuando hay un predicador internacional o de fama.

Hay personas que actúan como si uno pudiera manipular a Dios, obligándolo a través de la oración a hacer lo que nosotros queremos. Si creo lo suficiente o si digo lo correcto o si tengo la fe suficiente, entonces Dios tiene que actuar. Pero Dios nos enseña una vez más a que debemos madurar nuestra fe. Que Él no cambia para complacernos. En el proceso de orar y a través de la oración, somos nosotros quiénes cambiamos para adaptarnos a la voluntad de Dios. Cuando entendemos esto, somos capaces de aceptar las situaciones difíciles, porque Dios nos provee de fortaleza, gracia y visión. Él nos muestra su voluntad con mayor claridad, una persona sanada y no enterrada en vida es aquel(a) que al fallecer un ser querido dice: mis hijos no eran míos, pertenecían a Dios, mis hijos fueron dados para que los alimentáramos, educaremos, los amaramos y los cuidáramos, pero ellos son de Dios. Dios nos da fortaleza en el momento en que más lo necesitamos. ¿y quien soy yo para decirle a Dios lo que debe hacer?

Muchas personas se acercan a la oración de sanación en busca de curaciones físicas y no tienen ningún interés en ser sanadas espiritualmente.

miércoles, abril 07, 2010

Todos los creyentes somos profetas para una nueva civilización

Por el Rev. José Eugenio Hoyos

Además de que cada ser humano es importante para Dios, de igual manera cada creyente tiene una misión en la tierra. No podemos vivir un día más como vegetales o seres inertes, estamos llamados a actuar y mover los corazones como lo hace nuestro Salvador: Cristo Jesús.

Nuestro Maestro, el Nazareno con su sabiduría y palabras milagrosas hizo que la humanidad fijara su mirada en Él y moviera sus corazones acercándolos a Dios Padre. Subido en el Monte con el espíritu de las Bienaventuranzas, nos lleva a una mirada sosegada, sociológica sobre el mundo, la humanidad, los pobres, los inmigrantes, los desempleados, los desvalidos, el menesteroso etc.

Mirada que se alarga y se hace contemplativa, creyente, en la profundidad de la mesa de la Palabra y de la Eucaristía, leídas, profundizados, celebradas en la historia, en la vida, en las alegrías y en las tristezas, en las angustias, y en las esperanzas, en las realidades humanas excluidas y empobrecidas. Supone un éxodo, una salida de todo aquello que impida esa vida digna, que no deje vivir en comunión con Dios y entre los hermanos.

Todo bautizado en la fe católica es profeta, llamado por Cristo y para Cristo, con la misión de alentar al abatido, al humillado, al despojado. Consolar en Isaías (50, 4-7) es liberar, tener capacidad de escucha y los oídos abiertos a la palabra, que es acción liberadora. Siempre que se proclama la palabra ocurre algo en el pueblo, se desencadena una acción liberadora. Para un cristiano el don de la vida y el amor de Dios no son opcionales, no se pueden ignorar, aunque nos cueste la vida. Y ahí se inscribe la defensa de los pobres. Pero lógico, esta defensa no es inocente en un mundo conflictivo como el nuestro, el costo es la persecución, los malos tratos, la marginación… pero eso es cargar con la suerte de los pobres, como Jesús, que murió en la Cruz.

¿Qué es lo que hace hoy a la evangelización nueva, creíble con nuevos profetas hacia una nueva civilización. Será nueva porque busca descubrir una vez más y con mayor fuerza la presencia y revelación de Dios en la historia, en la vida, en los nuevos crucificados del mundo.

Hoy, después de la Resurrección estamos llamados a ser nuevos profetas como dice la canción: “tu serás mi antorcha radiante que lleves a los hombres la luz, Serás mi profeta que hable a la gente y lleve en sus labios palabras de amor. Ya antes que hubieras nacido por siempre pensaba yo en ti, no habías nacido y ya eras profeta, no habías nacido y te consagrare etc. (llegar al sol canción del profeta).

lunes, abril 05, 2010

No Nos Quedemos En El Camino De Emaus

Por el Rev. José Eugenio Hoyos

La resurrección de Cristo Jesús empieza a dar sus verdaderos frutos espirituales sobre una humanidad que ha estado esperando respuestas a sus propios vacíos religiosos y esto lo pudimos constatar en el área metropolitana de Washington, en parteo del territorio Estadounidense y a nivel internacional.

Según algunos en materia cristiana e importantes medios de comunicación presentaron grandes titulares de cómo la gente este año participo más activamente en los eventos de Semana Santa más que años anteriores. Un ejemplo de ello han sido las procesiones, vía crucis en vivo y representaciones bíblicas en vivo.

La juventud ha tomado en estos eventos un rol mucho más activo y trayendo a más jóvenes a seguir a Cristo. En el este de los Estados Unidos el clima se presto y las temperaturas calidas invitaban a participar de largas procesiones y celebraciones que atrajeron a miles. Pero la celebración de la resurrección nos invita a que no nos quedemos en la mitad del Camino de Emaus, y que seamos testigos de que la tumba de Jesús quedo y esta vacía, pues el Nazareno ha resucitado.

Ojala esta tumba no la volvamos a llenar con nuestros pecados, odio, venganza, chismes, falta de acción social, ausencia en las eucaristías y frecuencia a los sacramentos más bien enterremos nuestro pasado obscuro y dejémonos iluminar por el resucitado. De ahora en adelante en el camino de Emaus de nuestras vidas hay que avanzar con pasos firmes; Dios puede abrir y quiere abrir cada puerta, pero no puede hacer que usted pase por ellas, pues es nuestra propia decisión. Usted tiene que levantarse de sus fracasos y de sus complejos y comenzar a caminar con esperanzas nuevas cada día. Tiene que tomar la decisión de comenzar a esperar cosas buenas de parte de Dios. Usted puede comenzar de nuevo con la ayuda de Cristo Nuestro Salvador. La resurrección es la gran oportunidad de su vida. No puede dejar pasar el tiempo de Dios por ninguna otra cosa. Con la resurrección usted puede ejercitar el músculo de la fé, y la fé mueve hasta la montaña más grande y pesada que usted puede tener. Bendiciones y disfrute de sus pascuas así como los jóvenes de nuestra diócesis de Arlington disfrutaron viviendo la resurrección de Cristo y avanzando el Camino de Emaus.





NOTA: Hay más fotos de esta celebración en Facebook.

¿Quién es el verdadero traidor, Judas o yo?

Por el Rev. José Eugenio Hoyos
Washington Hispanic
2 de abril de 2010

Cada vez que viene la Semana Santa tengo por costumbre y tradición representar los 12 apóstoles. Pues he considerado y a través de la experiencia que escoger a 12 personas del publico como apóstoles, es una gran herramienta de evangelización. Es interesante el comprobar como cada persona que acepta este papel de apóstol de la Iglesia se identifica con cada personaje. El problema que encuentro en los elegidos es que ninguno quiere representar a Judas.

Bueno, esto es fácil de entender, pero también tenemos que entender a Judas, pues su misión de traicionar a Jesús no fue la más fácil. Y es el más difícil de comprender. Pero cada miércoles Santo su figura sale a relucir y se convierte en el personaje bíblico menos popular del grupo de los doce. El evangelio de San Mateo 26, 14-16, nos recuerda que uno de los doce llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes y les dijo: “¿Cuánto me dan si les entrego a Jesús?” ellos quedaron en darle treinta monedas de plata. Y desde ese momento, andaba buscando una oportunidad para entregarlo.

Y en esta época para que nos escandalizamos de la actitud de Judas, si muchos de nosotros con nuestra actitud violenta, corrupta, negativa y pecadora, somos peores que Judas. Hay pinturas y fotografías igual de dramatizaciones religiosas de Cristo crucificado donde muestran una llaga profunda en la mejilla izquierda del Señor. Y cuenta que esa llaga representa el beso de Judas.

Y esa llaga sigue sangrando en la mejilla de Jesús con nuestra indiferencia social, nuestra ausencia los domingos en la Iglesia. El alejamiento al sacramento de la Penitencia, a la falta de amor a la Madre de Jesús, al no rezar el Santo Rosario, a la soberbia, la envidia, la impureza, el odio, el chisme, el resentimiento, los malos pensamientos, las discordias, la falta de oración y penitencia etc.

Queridos amigos(as), ¿y nosotros? ¿Tenemos motivo para enojarnos con Judas y condenarlo? ¿Cuántas veces hemos traicionado y herido la otra mejilla del Señor? ¿Cuantas veces hemos criticado su propia Iglesia? ¿Cuántas veces hemos pasado al frente del tabernáculo y lo hemos ignorado? ¿Cuántas veces lo hemos traicionado en uno de nuestros hermanos más necesitados, amigos o compañeros? ¿Cuántas veces hemos visto el rostro triste de Jesús en el inmigrante, el anciano o el niño hambriento y lo hemos despreciado? ¡Meditemos y pensemos quien es el traidor! ¿Judas o yo?

¿Porque es importante la Resurrección?

Rev. José Eugenio Hoyos
Arlington Catholic Herald
1 de abril de 2010

“Si Cristo no hubiera resucitado, vana seria nuestra fe” (1 Corintios 15-14).
Si no hubiera existido la resurrección Jesús hubiera sido un profeta mas, un predicador, un sanador más, un hombre extraordinario más, un mártir más, un revolucionario más pero en Él se cumple la promesa de la vida eterna de que resucitaremos a una mejor vida en Dios y con Dios con este gran acontecimiento se le da sentido a todos los otros tiempos y a toda la acción y la vida de la Iglesia. Con la resurrección de Cristo, todo tiene sentido de plenitud.

Los católicos debemos darle un puesto importante a la resurrección y a la pascua, la pascua no es para regalar huevos de colores o promover los conejitos de chocolate. Es un tiempo primeramente para conmemorar la muerte y resurrección de Jesús. Más allá de la doctrina está el conocimiento de la verdad de que Jesús murió para pagar el castigo de muerte que nosotros merecemos por nuestros pecados. Fue crucificado y resucitó con un cuerpo glorificado, obteniendo la victoria sobre la muerte y la tumba. Cuando ponemos nuestra fe en El al creer por fe en Cristo solamente, tenemos la promesa de que un día tendremos un cuerpo como el de Cristo Jesús y reinaremos con Él en el cielo.

San Pablo nos recuerda: “ya ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes del cielo …tengan el pensamiento puesto en las cosas celestiales y no en las de la tierra”(Col. 3-1,2). Es a través de la resurrección que nos damos cuenta de que seguir a Cristo y ser de Cristo vale la pena. Desde la Vigilia Pascual se escucha en todo el mundo la gran noticia: ¡Cristo ha resucitado!

Filipenses 3:20-21 afirma: “mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya”. 2da de Timoteo 2:11-12 dice: Palabra fiel es esta: si hemos muerto con Él, también viviremos con Él si sufrimos, también reinaremos con Él”. Esto le da esperanza al cristiano durante la pascua y todo el año.

Después de vivir un Viernes Santo y un Sábado de Gloria con gran alegría gritamos con jubilo Aleluya Aleluya ¡Jesús ha resucitado! Resucitemos también con el, que ojala no se quede como un sentimiento pasajero sino de alegría constante de saber que Cristo esta vivo, resucitado y ha vencido la muerte para siempre.

Verdaderamente es el hijo de Dios pues ha resucitado que alegre afirmación de Fe; pero después de esta semana santa preguntémonos: ¿Cristo ha resucitado en mi vida? O ¿continúo con una fe muerta?

No nos quedemos con Jesús en la historia

Por el Rev. José Eugenio Hoyos
Arlington Catholic Herald
1 de abril de 2010

En estos días santos, cuando todos los católicos en el mundo tenemos la oportunidad de vivir a plenitud la Pasión, Muerte y Resurrección de nuestro Señor Jesucristo es un deber cristiano de sumergirnos en la oración, la penitencia y en una participación mucho mas activa en la iglesia.

Este año lo hemos podido experimentar en el despertar espiritual de nuestros parroquianos, en su participación numerosa en las celebraciones dominicales, en vigilias y hora santa.

Los miércoles la gente ha respondido al sacramento de la Penitencia con el programa: “¡La Luz está ENCENDIDA para ti!” etc. Una gran mayoría de Católicos están concientes de que llego el tiempo de acercarnos y acompañar al Nazareno en su agonía, su pasión, su dolor y perdón de nuestros pecados.

San Pablo, en el camino de Damasco, en el encuentro con Cristo resucitado, le pregunta: “Señor, ¿Tú quien eres?”. Y esta es la gran pregunta de la fe. Es la misma pregunta que millones de cristianos debemos hacernos. Pues Jesús no puede quedar solamente como un ídolo lejano, un profeta extraordinario, un gran predicador, sinó que hay que reconocerlo y descubrir un hombre especial, nacido de mujer, y a ese Dios nacido de Dios. Acerquémonos en esta Semana Santa al verdadero Jesús y descubramos que es “Dios que salva”. Acércate a Jesús y deslúmbrate de que alguien tan humano sea divino. Este es, el momento, el espacio de salir de ti y hacer el recorrido hacia el Jesús de la historia de la salvación, el Jesús de las Sagradas Escrituras. La oración es el clima propicio para ese encuentro entrañable y misterioso.

No te quedes con el “Jesús de la historia”, acércate también y con entusiasmo “al Cristo de la fe”. No te quedes eternamente al pie del Cristo crucificado, colgado del madero. Llega al sepulcro y sorpréndete de que no esta allí, de que ha resucitado. En estos días de reflexión encuéntrate en la oración con alguien. Alguien por quien suspiró el pueblo acompañado con apóstoles y discípulos, alguien con quien se encontró a un pueblo nuevo; alguien que vive hoy en su iglesia resucitado. Jesús, el Maestro, esta allí, te llama. Alégrate de poder acercarte a Él, desde la fe, pero en realidad profunda de su palabra de vida. Tócala y le tocaras.

Cristo esta en lo profundo de ti; esta en los hombres que sufren hoy: mujeres y niños golpeados por la miseria. Mujeres y niños maltratados, familias inmigrantes deportados y separados por leyes migratorias injustas. Lideres encadenados y encarcelados por opinión política, secuestros por las guerrillas en selvas colombianas. Hoy todos los católicos a pesar de las crisis de valores económicas etc. Con mayor fuerza y sacramentalmente hay que proclamar que Cristo ha resucitado y que ha salido de la historia para vivir entre los hombres como legado de su amor. Orar es decirle a Jesús que le quieres, hasta llorar, como Pedro, Jn 21, 15-21. Y seguir diciendo: “te amo” Cristo estarás conmigo siempre en mi corazón.