Nuevas Raíces
18 de junio de 2007
De nuevo he querido llamar la atención sobre el tema del SIDA y el estigma que estamos viviendo y experimentando con varias familias de origen hispano. Sí, últimamente hemos estado preocupados por el calentamiento global, el cuidado del medio ambiente, la inversión social, los desastres naturales, la defensa de los derechos humanos y nuestra continua lucha por una merecida reforma migratoria con énfasis en la justicia y la moral que beneficie a 12 millones de indocumentados. Ahora hago un llamado a la opinión pública para que continuemos con esta noble tarea, pero que no olvidemos la epidemia del SIDA que está afectando calladamente y rápidamente a nuestra población hispana.
El problema más grave no es la enfermedad ni los portadores del virus. El grave problema son las consecuencias y secuelas que está produciendo el estigma del SIDA en nuestras familias. Los latinoamericanos estamos invitados a participar de una cultura de tolerancia, de compasión y de aceptación. Si un familiar o amigo está infectado con el SIDA o es portador del virus, la mejor medicina para la enfermedad es el amor, la compresión y la aceptación. Su ser querido necesita más que nunca de su apoyo, del escuchar la palabra: "Te quiero" y "eres parte de nuestra familia y de nuestras vidas", "estamos contigo" y "Dios nos ama".
Queridos padres de familia, el contagiado o portador del SIDA es un ser normal; por el hecho de convivir y compartir el mismo techo no va a infectar a nadie. Podrá seguir trabajando, soñando y construyendo un hogar o matrimonio sólido. Nunca dejará de ser un ser humano amado por Dios. Con frecuencia escuchamos personas en nuestros países que hablan del estigma cuando describen los desafíos en la lucha contra el VIH/SIDA. El estigma puede sustentar un espectro de violaciones a los derechos humanos, desde el rechazo en el vecindario o en la familia, a la negación de la atención médica, o violencia y homicidio por parte de un grupo inmoral.
Colaboremos todos a rechazar el estigma del SIDA, utilicemos los medios de comunicación, el Internet para dar ánimo y alivio a millones de personas que padecen del SIDA y que de pronto no conocemos, y no olvidemos: "lo que mata a un paciente del SIDA no es tanto la enfermedad sino nuestra indiferencia y el estigma".