Por José Eugenio Hoyos
En cada
pasaje bíblico y a lo largo del ministerio de Jesús podemos ver en cada milagro
y sanación el anuncio de la Buena Nueva, la preocupación, la compasión y la
misericordia de Cristo por los más débiles y enfermos de su época y hasta los
tiempos modernos. El objetivo principal de Jesús en sus mensajes son salvar,
liberar, restaurar y sanar.
“El Espíritu
del Señor esta sobre mí, porque me ha ungido. Me ha enviado a anunciar a los
pobres la Buena Nueva, a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a
los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia
del Señor.” (Lucas 4, 18-19; Isaías 61, 1-2)
La misión de
nuestro Señor Jesucristo es clara y directa ha sido enviado para darle al
enfermo un nuevo signo vital y llenar a la humanidad de fe y esperanza.
En mi
Ministerio Sacerdotal ha sido clave para que en nombre de Jesús a través de la oración
y de la imposición de manos, Jesús actué directamente sobre los enfermos y
moribundos.
Jesús mismo entendió
que su ministerio de sanación debe estar acompañado de mucha oración y de la
fuerza del Espíritu Santo.
Al comienzo
llamo a los discípulos ahora nos quiere llamar a cada uno de nosotros para que
continuemos esta extraordinaria obra de misericordia sobre los enfermos. Así es
cuando aparece el primer envió misionero al pedirle a los discípulos a predicar
la maravillosa noticia del reino: “Sanen enfermos, resuciten muertos, limpien
leprosos, expulsen demonios.” (Mateo 10, 8) Y esta misión no ha terminado
continua en los grupos de la Renovación Carismática.