Arlington Catholic Herald
1 de mayo de 2008
Con seguridad que muchos de nuestros lectores al solo leer la palabra "inmigración" la relacionan con la ilegalidad ó los indocumentados. Pero no necesariamente tienen que ir ligados ó relacionados. No podemos descartar que el tema de la inmigración está en todo su furor, en todo su ardor y no deja de ser un tópico controversial.
Our Lady Queen of Angels en Los Angeles, CA en oración
frente a la Casa Blanca por una política migratoria más justa.
Los medios de comunicación, los líderes políticos, los comerciantes y los ciudadanos comunes y corrientes quisieran tener la solución inmediata para las 14 millones de personas que se encuentran en el limbo migratorio. Hasta ahora solo hemos tenido más restricciones que soluciones, más persecuciones, redadas y deportaciones. ¡Qué alivio moral seria una reforma migratoria, una reforma que necesita ser atendida con urgencia!
Los indocumentados sin visa ó trabajo constituyen una "subclase" con gente de nuestros países, que aunque viven y trabajan con pagos "bajo la mesa" y salarios escandolosos, no están integrados a nuestra sociedad; se encuentran desafortunadamente marginados, formando las nuevas filas de una nueva esclavitud humillante en el país más rico del mundo. Dado la enormedad de esta crisis, no se pueden esperar soluciones ó una amnistía inmediata.
La iglesia católica entonces, por tradición se ha convertido en la voz de los que no tienen voz. Ha sido el refugio, el amparo y el santuario de los inmigrantes. Siguiendo la importancia de que los hispanos conservemos nuestra idioma, costumbres y cultura, el tener misas en español es un respaldo a nuestro sufrimiento, es un apoyo a nuestra presencia como iglesia morena, mestiza, y latina. Quitarnos la misa, nuestros ritos, devociones en español es mutilar una fe inmigrante que está prendiendo los motores de la iglesia en Norteamérica.
Este no es un tema pastoral nuevo para la iglesia católica. No podemos olvidar la historia de la iglesia que ha ido mano a mano con toda la oleada de inmigrantes. El Papa Pío XII era muy activo en el apoyo de las personas oprimidas y emigrantes. Sus aclamaciones durante la guerra e inmediatamente después de la guerra atestiguan a su activismo y fueron coronados en la constitución apostólica sobre la cura espíritual de los emigrantes y desplazados ("Exsul Familia Nazarethana", el Exilio de la Familia de Nazaret, en agosto 1 de 1952) que nos detalla los esfuerzos del Santo Padre a favor de los cristianos.
Cabe notar que no solo por razones de opresión política obliga a la gente a migrar, sino también por una privación económica. Pío XII declara que el derecho de migrar está fundado en la ley moral de la naturaleza, y él escribe: "el Creador de todas las cosas creó todos los bienes principalmente para beneficio de todos."
En las escrituras aprendemos que la letra de la ley mata, pero el espíritu de la ley de Estados Unidos est mejor expresado en nuestra cita en la base de la estatua de la Libertad: "Dame tus cansados, tus pobres, tus masas amontonadas anhelando respirar con libertad, la basura desgarrada que se vuelca de tu costa. Envíame a estos, los desamparados, los que a botado la tormenta, yo levanto mi lámpara al lado de la puerta dorada." ¡Gracias, Bendicto XVI por hablarnos en español! Fue suficiente para traernos esperanza.