Aprovecho la oportunidad de la celebración de los 30 años de vida Sacerdotal del padre José Eugenio Hoyos y me atrevo a escribir esta humilde reflexión sobre su trayecto pastoral ya que con mucha autoridad puedo hacerlo pues son ya son muchos los años que lo conozco, he trabajado con él en diferentes proyectos religiosos, sociales e incluso he tenido el privilegio de compartir con su familia.
Fui uno de los cofundadores de la asociación “Colombia Integra” que tenía como objetivo ayudar desde el año 2.000 a los inmigrantes Colombianos recién llegados a Norteamérica nuestra función era guiarlos y respaldarlos para que se adaptaran al nuevo sistema orientándolos en inmigración, sistema educativo, pago de impuestos, búsqueda de empleo, ropa y muebles etc.
Participe en varias campañas con
la fundación Mapavi para recoger fondos
y ayudar a varios niños y adultos que necesitaban trasplantes de órganos y medula ósea. Así como la entrega de una posta
Sanitaria en Santa Cruz Bolivia.
Hemos apoyado una reforma
migratoria asistiendo a infinidad de reuniones, Misas e incluso asistiendo a
marchas en las calles de Washington y
frente al Capitolio.
Colabore con el Padre Hoyos en el
envío y colecta para ayudar a los
damnificados del huracán Mitch en Centro América y el terremoto en Armenia
Colombia y el terremoto del Salvador.
He participado en muchas Misas de
Sanación, he visto y escuchado infinidad de testimonios de sanación de todo
tipo de cáncer y enfermedades terminales y con gran alegría he visto muchos
niños que son un regalo de Dios ya que muchos doctores decían que las mamás no podían
tenerlos.
Puedo dar fe de su devoción y
amor a la Oración, a la Eucaristía y a la veneración del Santísimo
Sacramento y sin olvidar que es un devoto de la Virgen Maria.
He podido entender y sentir que
con Dios todo es posible cambiar, él nos pide que seamos sus manos para ungir a
los enfermos y necesitados; que seamos sus pies para ir diligentes hacia aquellos
que están sedientos de amor y atención. Que seamos sus ojos para mirar el corazón:
lo bueno y las virtudes de los demás dejando de un lado la miseria y los pecados.
El Sacerdote de hoy tiene muchos desafíos
que tiene que enfrentar, especialmente invitar a tantas personas a abrirse a la
Fe para creer, en un Dios vivo, Sanador y Liberador. El mundo actual en sus corazones
tiene hambre y sed de Dios, aunque se aturdan con cosas y falsas alegrías.
Padre Hoyos felicidades y que su corazón
se llene del fuego del Espíritu Santo y
que Maria Madre de Dios lo proteja con su manto divino. Gracias padre Hoyos por
ser mi amigo, mi guía y un modelo para muchos de nosotros.