viernes, septiembre 30, 2011

Alegrémonos en Cristo que trae sanación

Por el Rev. Jose Eugenio Hoyos
En Filipenses 4, 4 nos dice: “Regocijaos en el Señor siempre”. “Regocijaos” y agregaría al ver tanto testimonio de sanaciones, liberaciones y unciones: alégrense, griten, salten, anuncien, aplaudan y corran a anunciar a todo el mundo que Cristo no para de sanar, de amar y de compartir su ministerio de amor con todo el mundo. Si Dios es suficiente para ti, siempre tendrás suficiente porque siempre tendrás a Dios.

“Acerquémonos pues, confiadamente al trono de la gracias, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Hebreos 4, 16). La alegría debe ser continua al sentir la presencia de Cristo sanador de mi persona, pues el medico es el mismo Jesucristo y la medicina es imitar su estilo de vida.

Jesucristo viene a sanar primero nuestro orgullo e indiferencia, pues hay que resaltar que humilde no es el que no sobresale ni el que nunca hace cosas grandes o importantes; tampoco el que se esconde, sino que en justicia da a Dios lo que le corresponde.

Para Dios no hay acepción de personas. Para Él no hay diferencia de enfermedad, Dios es dador de vida. Por lo tanto da gratuitamente a todos los que le piden con fe y alegría. Cada momento de nuestra vida debe ser el primer momento, el último momento, el único momento. Sin mi alegría de haber quedado sano y curado de mi cáncer, quizás los demás, nunca hubieran sabido de Dios.

Verdaderamente es con gozo, con alegría que cada día vamos anunciando que millones y millones de enfermos continúan recibiendo con alegría sanación por parte de un Cristo Vivo y Resucitado. Dios sana con inmensa alegría.

jueves, septiembre 29, 2011

Las Pruebas son necesarias para sanar

Por el Rev. José Eugenio Hoyos

La mayoría de las personas que están pasando por momentos difíciles, bien sea con crisis familiares, económicas, matrimoniales, por enfermedades terminales, accidentes o fracasos, pensamos que son pruebas o castigos dados por el mismo Dios; y es todo lo contrario. Las pruebas se dan no como obstáculos sino como trampolín para crecer, elevarse y superarse. Y sobre todo en lo concerniente en la fe para madurar, y dar frutos abundantes; eso es lo que llamamos crecimiento espiritual. Donde está el Espíritu de Dios allí está la libertad (2 Corintios 3-18). El Espíritu Santo es el enviado de Cristo para liberarnos de todo tipo de esclavitud. El Espíritu Santo conforma nuestra mente y nuestro corazón a la voluntad de Dios, de tal manera que ya queremos lo que Dios quiere y su voluntad no es una carga pesada sobre nuestra vida sino: “más dulce que un panal de miel”.

Cristo nos sana de todas las enfermedades que hacen ricos a los psiquiatras y psicólogos: temores, rivalidades, inseguridades, complejos de culpa, depresiones. Nos cura de la impresión de que todo mundo está en contra nuestra, que nadie nos quiere, que estamos salados y que todo nos sale mal, que vivimos hundidos en la soledad. Él nos sana a niveles tan profundos que ningún psiquiatra alcanzaría. Es fácil creer cuando el sol brilla y la vida fluye serena, pero ¿Qué pasa cuando solo hay dolor y oscuridad? Pierdes el rumbo, no encuentras asidero y sientes que Dios es sordo a tus ruegos.

No quieres orar, peleas con Él y te preguntas por qué sufres siendo tú un ser tan bueno. En ese calvario han estado los santos y los seres de luz, ya que el mal no golpea solo a “los malos”. Jesús se sintió abandonado en su agonía y San Francisco de Asís fue perseguido con saña por hermanos de su comunidad. Las pruebas están allí para madurar, evolucionar y volver a reverdecer tras cada tempestad en la vida. Por eso nunca dejes de orar y cree que Dios siempre está de tu parte, aunque no lo sientas. Ahora te deprimes por hechos materiales que un día veras de otra manera cuando la tormenta se calme.

lunes, septiembre 26, 2011

Cristo: Tú realizas sanaciones maravillosas

Por el Rev. José E. Hoyos

Viviendo con intensidad mi ministerio sacerdotal y predicando en varios países, me aferro cada vez más a mi vocación de servicio en el ministerio de Sanación. Con agradecimiento y alegría a Dios. Algunos al escuchar y ver personalmente la multitud de testimonios de sanación por todas partes del mundo exclamarían: “Y todo ese poder de dónde viene?”. Pues esta es la respuesta para el mundo de hoy, tan secular e incrédulo en las cosas de Dios. Claro mis hermanos (as) que en una sociedad donde la ausencia de Cristo se vuelve cada vez más notoria, entonces es cuando se va a manifestar con más fuerza la presencia de Jesús sobre la humanidad. Y es por eso que empieza a sentirse milagros, milagros y más milagros para proclamar que Cristo no ha muerto y que sigue más vivo que nunca. Toda una vida no me cansare de proclamar la grandeza y compasión de nuestro Dios.

Dios nos ha prometido vida en abundancia; vida completamente nueva, compartiendo la Resurrección de Cristo Jesús y experimentando que en Él, ya estamos siendo glorificados (Ef. 2, 5-6). Cuando escuchamos y constatamos personalmente que hoy en día se están siendo sanadas más personas con cáncer, con el poder de la oración y la acción del Espíritu Santo más que con las medicinas de este mundo, no es un invento, es una realidad que ya no se puede callar.
Este es el plan de Dios. Si no lo vivimos es porque no estamos aprovechando toda la acción salvífica de Cristo Jesús por estar aún enfermos; pero Dios nos quiere sanar completamente para que un día podamos repetir con el apóstol Pablo: “Es Cristo quien vive en mi”.

La sanación comienza cuando le decimos al Señor: “Haz lo que quieras conmigo” y nos abandonamos completamente a su plan. Cada segundo Cristo está realizando sanaciones maravillosas en cada ser humano que cree y tiene fe. Definitivamente Jesús, Tú presencia es maravillosa entre nosotros.