viernes, agosto 21, 2015

Conociendo al Espíritu Santo recibimos sanació


Por Rev. José Eugenio Hoyos


La vida eterna consiste en conocer al Padre, quien es el único Dios verdadero, y conocer al hijo, Cristo Jesus a quien el padre envió (Juan 17, 3). El conocer a Jesús va a la par de conocer a Dios, porque Jesus mismo es Dios (Juan 1, 1; Tito 2:13 y Segunda de Pedro 1:1).

De hecho es muy importante que nosotros los que pertenecemos a la RCC o hemos ya hecho el “Seminario de Vida en el Espíritu” entendamos que somos parte de la familia de la Santísima Trinidad: ¿quiénes forman la Santísima Trinidad? Padre, Hijo y Espíritu Santo. Que entendemos el Poder Sanador y liberador del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Tres personas distintas y un solo Dios verdadero. ¡¡Amen, amen, amen, gloria a Dios!! Primera de Corintios capítulo 1, versículos 21-25 nos dice la Palabra: “Pues el mundo, con su sabiduría, no reconoció a Dios cuando ponía por obra su sabiduría; entonces a Dios le pareció bien salvar a los creyentes con esta locura que predicamos.




Mientras los judíos piden milagros y los griegos buscan el saber, nosotros proclamamos a un Mesías crucificado. ¡Para los judíos un escándalo! ¡Y para los griegos que locura!... pero para los que Dios ha llamado, judíos o griegos, este Mesías es fuerza de Dios, tienen más sabiduría que los hombres, y las debilidad de Dios es más fuerte que los hombres” (Palabra de Dios). ¿Te has puesto a pensar que somos parte de la locura de Dios al habernos creado? 

jueves, agosto 20, 2015

Un carismático muere cuando se apaga la oración y la fe

Por Rev. José Eugenio Hoyos

Solo Dios verdaderamente es eterno, pues es el Alfa y la Omega, principio y fin.


Por generaciones los seres humanos se han preguntado ¿por qué morimos, nos enfermamos y sufrimos? ¿Por qué no somos eternos? ¿Por qué la vida tan corta? Pero no podemos olvidar que Dios ha irrumpido en la vida del hombre a través de profetas, milagros, liberaciones y sanaciones, y finalmente, a través de la vida, pasión, muerte y resurrección de un hombre que se llama Jesucristo, y que está grabado en nuestras vidas hasta el final de los tiempos.

Para que un carismático, un católico comprometido en la Nueva Evangelización tenga una verdadera vida feliz, debe necesariamente descubrir el valor del cuerpo espiritual que trasciende para la eternidad.

Un auténtico carismático debe ser perseverante en la oración, alejado de divisiones y críticas, un amante de la Virgen Maria, asiduo a los sacramentos y obediente a la jerarquía de la Iglesia y un motivador y ejemplo en la fe y en el servicio.


Un multiplicador de la cultura de Pentecostés, pues la palabra nos dice que del interior correrán ríos de agua viva, es porque el Espíritu Santo no se estanca, sino que se renueva constantemente en las personas que tomo como habitación, para elevarla a alturas donde siempre anhelara estar.


Es por eso que el Papa Francisco repetidas veces ha dicho la Renovación Carismática Católica no es un movimiento mas es “una corriente de gracia” y es por eso que con nuestra oración y fe debimos dejar que la frente y corriente de los manantiales fluya y no se estanque. Oración y acción. 

miércoles, agosto 19, 2015

Carismáticos llenos de fe, oración y del Espíritu Santo

Por Rev. José Eugenio Hoyos

Recientemente fui invitado a predicar al gran congreso de la Divina Misericordia en el Sports Arena de Los Ángeles, California; evento organizado por Guadalupe Radio TV. Con un lleno total en este estadio los miles de asistentes pedían en sus oraciones respuestas a las peticiones de una mejor salud, alivio a sus problemas matrimoniales o para mejorar la relación con sus hijos.


Verdaderamente hay mucha necesidad espiritual en nuestras comunidades hispanas formadas en su mayoría por inmigrantes venidos de México y Centro América. El clamor era para invocar la fuerza y el poder sanador del Espíritu Santo. Aumentar más la fe, y reforzar más la oración acompañada de alabanzas. Romanos 8, 15-17 nos dice: “Pues ustedes han recibido un espíritu de esclavitud que los lleve otra vez a tener miedo, sino el Espíritu que los hace hijos de Dios, por este espíritu nos dirigimos a Dios, diciendo: ¡Abba, Padre! Y este mismo espíritu se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que ya somos hijos de Dios.”


El Espíritu Santo nos hace sentir que nuestro Padre Dios, nos cuida, nos provee, nos advierte, estamos en sus planes y proyectos. Se preocupa de nosotros y siempre quiere un  mayor bien para sus hijos. De otra parte el dulce Espíritu Santo nos advierte en donde está el pecado, ya que comienza en nosotros una claridad de conciencia, que n nos deja pecar con la misma frecuencia, y además nos alerta donde está el peligro para que nos retiremos de él.


Los carismáticos llenos del Espíritu Santo serán protegidos, sanados, liberados, ungidos y verán la gloria de Dios.