La
Señora Ofelia Campos participó en una de las misas por los enfermos o Misa de Sanación
que celebramos cada mes en diferentes parroquias de Nuestra Diócesis de
Arlington en Virginia Estados Unidos.
Ella
se acercó a uno de los ministerios de sanación que me acompañaban, venía muy
triste y con sus ojos rojos e hinchados de tanto llorar le pregunte que le pedía
a Dios, que quería que Dios le concediera. Ella nos dijo que los médicos le habían
pedido que abortara pues los últimos exámenes médicos mostraban un bebe sin
cerebro, donde no tenía manitas, solo aparecía en el vientre un tronco de carne
y una masa. Oramos por ella, descanso en el espíritu en ese momento y regreso a
su hogar.
Al pasar
el tiempo ella decidió no abortar, tuvo fe y acepto darle vida aunque fuera a
ese pedazo de masa humana que le decían los médicos. Para sorpresa de todos en
otra misa de sanación dio un testimonio que me sorprendió a mí como Sacerdote y
a los asistentes cuando dijo: Yo vine aquí destrozada porque en mi embarazo los
médicos veían una masa y Dios vio en mi vientre un niño sano.
Tiene
cerebro, tiene manos y tiene piernas, está completamente sano ese es mi Cristo
de Hoy. Y mi bebe que supuestamente estaba muerto ahora lo presento con vida y
le doy gracias y gloria a Dios.
Así como
Ofelia, Ana o cualquier mujer que confía en Dios cosas sorprendentes sucederán.
Quiero
decirte que no importa qué situación te esté robando la paz o la sonrisa de tu
rostro, lo que si realmente importa es la confianza y la fe que puedas
demostrar para recibir lo que tanto esperas. El Sacerdote Eli le dijo a Ana: “Vete
tranquila y que el Dios de Israel te conceda lo que has pedido.”
Hoy debes
orar con convicción, aunque sientas que se te revienta tu vida, que se revienta
tu salud, que se revienta tu matrimonio, que se revienta tu economía, que se te
revienta todo.