viernes, diciembre 09, 2011

La Virgen de Guadalupe, Obama y los Inmigrantes

Por el Rev. José Eugenio Hoyos

Más de 12 millones de inmigrantes en territorio estadunidense pasaran una Navidad y un año más sin que se le resuelva su estado migratorio. Es una lástima que familias de origen hispano con hijos nacidos en los Estados Unidos y que llevan cerca a los 20 años de haberse establecido en diferentes estados de territorio migratorio pagan impuestos, llevan una vida decente y con su trabajo, mal pagado ayudan a construir esta gran nación y que sigan en el limbo migratorio.

Es una vergüenza que en un país que se caracteriza por ser guiado por las leyes no se encuentren ni se trabajen leyes humanas y justas que edifiquen constructivamente un sistema migratorio que en realidad no funciona.

Me indigna recordar las palabras cargadas de mentira y politiquería del Presiente Barack Obama cuando en un desayuno de oración nacional en Washington nos prometió con seguridad que se daría una reforma migratoria y desafortunadamente su memoria y su corazón se congelaron. Nada de nada, todo lo contrario, en su gobierno es cuando más deportaciones hemos tenido y cuando las familias hispanas mas se han perjudicado.

Pero a pesar de todas estas desilusiones aparece en la vida de los inmigrantes algo que ni este país, ni el gobierno, ni la inmigración no pueden quitar y es nuestra fe y celebraciones en honor a la Virgen de Guadalupe. Pues la Virgen de Guadalupe representa para millones de cristianos a la mujer mestiza inmigrante. Ella vienen a traernos esperanza y de nuevo palabras de aliento: “no teman hijos que yo soy su madre”. Con gran alegría todos los inmigrantes en nuestro peregrinar, la llevamos en nuestros corazones y en todas la Iglesias celebramos esta gran fiesta con trajes típicos, comidas, mariachis y diferentes eventos regionales, nacionales e internacionales.

Nuestra Emperatriz de América no necesita ser humillada, ni discriminada con leyes de inmigración, pues sus manos y su poderoso manto nos indican que hay lugar para todos, pues somos sus hijos y familia en la fe. La Virgen de Guadalupe será esa Madre que ablandará el corazón de un hijo duro en las leyes para dar pronto paso a una reforma de inmigración bien merecida y esperada por todos que nos traiga paz y prosperidad.

lunes, diciembre 05, 2011

¿Por qué soy un sacerdote feliz?


Por el Rev. José Eugenio Hoyos

Recientemente un estudio investigativo de la Universidad de Chicago en los Estados Unidos ha publicado que las personas más felices son los sacerdotes y los bomberos editado en la conocida revista Forbes. Otros oficios que llenan de felicidad a otras personas son los fisioterapeutas, los escritores, instructores de educación especial, maestros, artistas, psicólogos, agentes financieros, ingenieros de operaciones.

Claro que hay en otros trabajos donde le comportamiento alegre y de gran dedicación hace que diferentes trabajos produzcan alegría y traen grandes satisfacciones. ¿Pero porque nosotros los sacerdotes somos los más felices?, yo diría que primero porque vivimos en una continua comunicación con Dios en nuestra oración y ayuda al prójimo.

El Sacerdote desarrolla el don de la paciencia para escuchar y que todos sean escuchados. Ora no por él, sino para que a través de la oración sucedan milagros y sanaciones y cuando esto pasa el sacerdote se alegra y festeja. El sacerdote es feliz porque es capaz de enfrentar los problemas, tolerando lo tolerable y comprendiendo las incomprensiones.

Somos felices porque cuando celebramos la Santa Eucaristía somos participes en la Consagración del Cuerpo y la Sangre de Cristo y somos testigos de que en cada Eucaristía sucede el milagro de la Resurrección de Cristo. Porque a través de la misericordia de Dios cuando se perdonan los pecados, los penitentes regresan a Dios y se les abre las puertas del cielo. Yo soy un sacerdote muy feliz y súper feliz porque no padezco de soledad sino que disfruto al compartir de una gran familia que Dios me ha regalado.

Soy mega-feliz porque soy parte de una esperanza, con autoestimas positiva y porque vivo enamorado del Evangelio. Soy muy feliz porque soy un portavoz de mensajes positivos que construyen puentes, que derriban barreras, que acercan a los que están distanciados y que con mis homilías se abren mentes positivas para crear una cultura más sólida de fraternidad, unidad, paz y solidaridad universal.

Soy eternamente feliz porque si volviera a nacer le pediría a Dios que fuera de nuevo sacerdote pero un sacerdote feliz y enamorado de Cristo.