Todos los días los creyentes recibimos una carga inmensa de energía a través del Espíritu Santo que ilumina nuestras vidas y le da fuerza a nuestro corazón para que comience a latir cada vez que abrimos los ojos al mundo.
Hemos sido creados por Dios con una infinidad de talentos y carismas, pero desafortunadamente el hombre que tiene una pobreza espiritual lo desconoce. Cada bautizado en el Espíritu Santo tienen que ser un generador de ternura, de amor, de paz, de bondad, de unidad, reconciliación y de santidad.
Nuestra tarea es hacer el bien, amar, servir, ser solidario, perdonar, dar oportunidades a todos aquellos que pueden estar, por sus compartimientos, fuera de nuestro corazón. “Hacer bien a los demás no es un beber, es una alegría porque aumenta tu propia salud y tu propia felicidad” (Zoroastro).
Cuando un hombre inclina su cabeza ante Dios, Dios la corona. Nunca es más grande un hombre que cuanta esta de rodillas. Aunque el mal sea tan escandaloso y los medios de comunicación ayuden para que el eco resuene más, es el bien quien al final triunfa.
Esto lo tenia muy claro el gran líder Mahatma Gandhi, y por eso solía repetir: “cuando me siento demasiado, recuerdo que el bien siempre le ha ganado la batalla al mal. A lo largo de la historia han aparecido dictadores asesinos y seres corruptos, que se creyeron invencibles, pero siempre, siempre terminaron por caer. El bien y la verdad son los que han vencido”.
¿Es esta nuestra fe? Ojala que si! Una fe sólida que nos anime a perseverar y a soñar con días mejores. Una fe que nos mueva a realizar nuestros sueños y que, unida la esperanza, nos lleve a convertir muchos imposibles en posibles.
Si somos generadores de bondad le ganaremos la guerra al mal a la pereza, al racismo, a la discriminación y a la opresión. Con Cristo venceremos.
Hemos sido creados por Dios con una infinidad de talentos y carismas, pero desafortunadamente el hombre que tiene una pobreza espiritual lo desconoce. Cada bautizado en el Espíritu Santo tienen que ser un generador de ternura, de amor, de paz, de bondad, de unidad, reconciliación y de santidad.
Nuestra tarea es hacer el bien, amar, servir, ser solidario, perdonar, dar oportunidades a todos aquellos que pueden estar, por sus compartimientos, fuera de nuestro corazón. “Hacer bien a los demás no es un beber, es una alegría porque aumenta tu propia salud y tu propia felicidad” (Zoroastro).
Cuando un hombre inclina su cabeza ante Dios, Dios la corona. Nunca es más grande un hombre que cuanta esta de rodillas. Aunque el mal sea tan escandaloso y los medios de comunicación ayuden para que el eco resuene más, es el bien quien al final triunfa.
Esto lo tenia muy claro el gran líder Mahatma Gandhi, y por eso solía repetir: “cuando me siento demasiado, recuerdo que el bien siempre le ha ganado la batalla al mal. A lo largo de la historia han aparecido dictadores asesinos y seres corruptos, que se creyeron invencibles, pero siempre, siempre terminaron por caer. El bien y la verdad son los que han vencido”.
¿Es esta nuestra fe? Ojala que si! Una fe sólida que nos anime a perseverar y a soñar con días mejores. Una fe que nos mueva a realizar nuestros sueños y que, unida la esperanza, nos lleve a convertir muchos imposibles en posibles.
Si somos generadores de bondad le ganaremos la guerra al mal a la pereza, al racismo, a la discriminación y a la opresión. Con Cristo venceremos.