SANADOS SETENTA VECES SIETE
El gran salón de Expocentro, que había estado repleto de gente, comenzaba a quedar vacío, me puse de pie y de pronto sentí un dolor tan agudo en la planta del pie izquierdo, que tuve que volver a sentarme. Me quité el zapato y sin pensarlo mucho, comencé a masajear la parte dolorida. Ya estaba habituada a es dolor, pero no tan intenso como entonces. Finalmente pude pararme sin problema y lo hice con tanta seguridad que le dije a mi hermana, creo que el Señor me ha sanado. Esa noche había ido de un lado a otro, tomando fotos, sin ninguna molestia, hasta aquel momento. Supe, que aquella dolencia había desaparecido, gracias a Jesús Sanador. Me siento gozosa de poder decirle a las personas que Jesús está entre nosotros y que quiere sanarnos! Gloria al Señor!
Muchos, en aquella noche de bendición, recibieron la sanación física y espiritual, que Jesús nos daba a través del Rvdo. P. José Eugenio Hoyos, quien vino desde los Estados Unidos de Norteamérica, invitado por el Rvdo. P. Iván Cardona, Párroco de La Santa Cruz.
El P. José Eugenio es actualmente el director del Apostolado Hispano de la Diócesis de Arlington y también trabaja en la Renovación Carismática desde hace más de treinta años. Nos relata al inicio de su charla, que él también fue sanado por la gracia de Dios, de una meningitis viral, hace ya más de una década. “Gracias a los grupos de oración y a todos los movimiento de la Iglesia y a la Renovación Carismática, bendito sea, este servidor de Dios, en el momento en que Dios me dio la oportunidad, decidí que iba a ir por todo el mundo a predicar la Palabra de Dios y a mostrar a la gente que en realidad, si tiene fe, va a ser sanada con el poder de Dios. Desde entonces estamos viendo cada vez, más milagros por todas partes, mis hermanos”, nos dice el P. Eugenio.El salón rugía con la palabra FUERA, cuando el sacerdote conminaba a cada enfermedad a salir de los cuerpos enfermos, pero también hubo frases que debían ser acogidas ya que el P. Eugenio, que desgrana muy buen humor, confundió a los presentes cuando él dijo “SUEGRAS”, la audiencia gritó fuera, cuando debía ser ADENTRO, pero esto fue para que nos concentráramos en lo que hacíamos.
“SANADOS SETENTA VECES SIETE”, era el sugestivo título de la conferencia. El P. Eugenio nos explica que para obtener la total sanación física, tenemos primero que sanar el alma, perdonando y olvidando todo rencor, resentimiento y cualquier sentimiento malsano que nos oprima. “Es que de allí está la sanación de cada persona, mi querido hermano, empieza en el momento del perdón, cuando usted sana esas heridas del pasado, de su infancia, entonces Jesús empieza a sanar cualquier enfermedad. La base de la sanación está en el perdón”.
Nos resulta difícil y hasta creemos imposible llegar a perdonar, pero el P. Eugenio, nos llama a la reflexión con estas preguntas: “ Y Jesús no te perdonó a ti desde la cruz, mi querido hermano? y Jesús no te sigue perdonando? y Jesús no te sigue aguantando? y Jesús no sigue abrazándote y esperando por ti para que vuelvas a tocarle, como el hijo prodigo? Y, entonces, en dónde está el amor que tú estás dando? Las preguntas quedan resonando en el ambiente, el silencio nos acusa porque allá en lo más recóndito de nuestro ser, sabemos que Dios nos pide PERDONAR.
“Jesús no viene por lo fácil, Jesús no viene por los que están sanos, -continúa el predicador- Jesús viene por cada uno de nosotros cuando estamos enfermos, y aunque la enfermedad nuestra no sea solamente del cuerpo sino del alma, allí va a estar Jesús como cirujano de cirujanos para glorificar Su nombre.
La Sanación de Jesús es Setenta veces Siete.
Por qué SETENTA VECES SIETE? le pregunta la gente al P. Eugenio y hasta le dicen que se ha equivocado con ese título, sin embargo, él nos recuerda que “Jesús le dijo a Pedro que perdonara no setenta veces, sino SETENTA VECES SIETE , o sea SIEMPRE. Las manos poderosas de Jesús vienen a sanar y vienen a decirle a la persona levántate, toma la camilla de tu enfermedad, porque aquí ha llegado el Poderoso de Poderosos, a sanarte a liberarte y a darte nueva vida en Cristo Jesús.
En este momento, el P. Eugenio pidió que se pusieran de pie los que...
estaban sufriendo de artritis, me uní al grupo, muy lejos estaba yo de acordarme de mis pies, en aquel momento. Ahora reflexiono pensando lo sabio que es Nuestro Señor, que sabe muy bien lo que necesitamos. Continuó el sacerdote llamando a quienes padecían otras dolencias, dijo que había mucho cáncer y escuchamos a una señora, que está en tratamiento y ya ha recibido 30 radiaciones, muy valientemente, dar su testimonio de sanación.El P. Eugenio también se refirió a aquellos que padeciendo una enfermedad no querían reconocerlo, pero también nos dijo que muchos, después de aquella hermosa jornada, se darían cuenta de que su padecimiento ha desaparecido. “Vamos a ir nombrando varias enfermedades, nos dice el sacerdote, y yo quiero hermanos que un día, en sus iglesias, yo sé que aquí hay personas que no son ni católicas, pero han venido, den testimonio de la gloria de Dios, porque lo que estamos recibiendo es un don gratuito, que nos merecemos cada uno de nosotros.
Aprendamos a Pedir
El presbítero nos hace ver que debemos saber pedir porque “El que no se sana es porque no quiere y no sabe pedir, porque el Señor nos está diciendo aprendan a pedir en el nombre del señor, pidan y pidan toquen la puerta y tóquenla muchas veces TOQUEN SETENTA VECES SIETE esa puerta, para que ustedes queden libres de esa enfermedad y el Señor en su grandeza los va a sanar y el Señor los va a levantar, no importan las circunstancias y el dolor que usted esté sufriendo o esa carga que lleva en sus espaldas, porque Dios con todo Su poder, cuando usted le cree a El, lo levantará y lo llevará a donde usted le había pedido. Gloria a Dios!
En su libro SANADOS SETENTA VECES SIETE, el P. Eugenio dice lo siguiente en cuanto a la manera de pedir: “Mucha gente no pide creyendo, sino dudando, le pide a Dios como si El quisiera decir que no. Nosotros debemos decirle a Dios que creemos totalmente que El nos puede dar lo que le pedimos.” (p.43).
“Hay una razón, nos dice, por la cual estamos en este lugar, Dios nos ha traído con un propósito y en ese propósito como gente maravillosa y especial, en el momento de Cristo, que es su momento, que puede ser este momento, usted va a recibir esa sanación esperada, la suya, la de su familia, la de un amigo o una persona que esté en necesidad en este momento y que usted ni siquiera sabe cuál es su nombre, pero todos tenemos una misión sintámonos gloriosos, sintámonos especiales porque nosotros somos hijos de un Rey que se llama Jesús!
El Poder de la Oración
El sacerdote nos habla con vehemencia del valor de la oración y del agradecimiento que debemos tener hacia ese Dios amoroso que nos regala tantas cosas cada día de nuestra vida. “Cuántos de nosotros, mis hermanos, -inquiere el P. Eugenio- nos levantamos con ese entusiasmo a decir: Señor, hoy me postro de rodillas, porque te quiero alabar y quiero declararte como el gran hombre maravilloso de mi vida y te quiero dedicar una hora de ejercicio espiritual ante ti, Señor, porque Tú eres el todo en mi vida, porque lo demás es pasajero!? Y continúa, “Cristo tiene las manos del alfarero, todo lo que en nosotros se va dañando, Cristo lo va arreglando y nosotros tenemos que ser parte de esa obra reconstructora a través de la oración, porque la oración sí tiene poder, pero cuando se cree en el poder del Señor.
En los Evangelios, nos explica el P. Eugenio, Jesús utiliza lo propio de El para sanar, sus manos, su saliva y el toque majestuoso y milagroso del Señor. “La imposición de manos y la saliva son dos signos de sanación que no podemos ignorar en el ministerio de la sanidad de Cristo. La saliva era considerada como una condensación del espíritu, por eso Jesús utiliza la saliva, da lo muy propio e íntimo de El y le inyecta vida del que es vida y vida en abundancia. Esto demuestra que todos los miembros del cuerpo sagrado de Cristo son santos y tienen poder divino, su sangre, sus llagas, sus heridas, etc.
Hay tres cosas muy importantes para recibir la verdadera bendición, la verdadera sanación, manifiesta el P. Eugenio, y ellas son: 1) Doblar rodillas ante Cristo. 2) Cerrar los ojos muchas veces y traer a Cristo. 3) Levantar tu clamor a Dios. Se llega bendecidos, sanados y en victoria, se llega de una forma segura cuando hay perseverancia en la oración, creyéndole a Cristo y sometiéndose sólo a El.
El sacerdote arguye que “para conseguir las bendiciones y las sanaciones esperadas necesitamos mucha, pero mucha fe, mucha perseverancia y sometimiento a Dios. Y nos explica que ese sometimiento es mal interpretado, porque la gente no soporta verse sometida a otro, pero, continúa, usted tiene que someterse verdaderamente al que lo va a sanar, a ese cirujano, y médico divino que se llama Cristo. A El es el sometimiento y nosotros los sacerdotes, le damos solamente nuestro apoyo.
Fe Firme
El P. Hoyos nos recuerda el pasaje del Evangelio cuando Jesús y sus discípulos navegan en el lago y se desata una gran tempestad, las olas gigantescas y el viento huracanado azotan la pequeña embarcación que parece a punto de zozobrar, mientras Jesús duerme. Los discípulos no pueden creer lo que está pasando, la barca casi naufraga y Jesús, duerme. Siempre han respetado su descanso, pero en esta ocasión ellos están tan aterrorizados, que no dudan en despertarlo, entonces el Señor les mira y les reprende por su poca fe y con un gesto de autoridad llama a la calma a los elementos naturales. Igual que los discípulos actuamos nosotros, nos dice el sacerdote, como Santo Tomás, hasta no ver, no creer. No damos crédito a los milagros que hoy en día suceden una y otra vez, y pregunta, con su potente voz, “Quién dijo que el Señor había terminado su obra? Nosotros se la estamos terminando, con nuestras actitudes negativas, con nuestro pecado todo inmundo, queremos tapar la obra del Señor, por eso le decimos: Nos ahogamos, Señor, en un mundo que nos presenta una cantidad de cosas que no son espirituales, este mundo nos presenta solo cosas superficiales; en cambio Jesús nos da a nosotros verdaderamente la vida eterna, la salud eterna, lo que verdaderamente sirve, porque quiere colocarnos un nuevo corazón. Por eso cuando vengan las tormentas y los problemas, cuando se nos está hundiendo el barco de nuestra vida, Jesús nos dice hombres de poca fe, sigan navegando, sigan adelante, remen. Aprendamos a mover los brazos porque los apóstoles remaban no solo con los remos, sino con la Palabra de Dios.
“Muchos de nosotros, señala, encontramos a Dios en muchos lugares, pero no lo reconocemos o lo ignoramos porque estamos muy preocupados trabajando para conseguir cosas materiales, carro nuevo, casa nueva, etc., y nos olvidamos de trabajar para lo más importante que es la ganancia espiritual. Al que mucho se le dio se le pedirá más. Hace cuánto, nos interroga el P. Eugenio, que esto lo dijo Cristo? Hace más de dos mil trece años y no le hemos hecho caso, nos vuelve a repetir, vigilad y orad porque no conocéis ni el momento ni la hora, mis hermanos. Señor Jesús, yo quiero en esta vida prepararme en oración y vivir mi fe. Quiero Jesús, vivir como Tú quieres que viva.” Esas son las palabras que necesitamos decirle al Señor, agrega el presbítero.
En un momento muy especial, el P. Eugenio congregó cerca de él a todos los hombres, jóvenes, niños y adultos, para orar por ellos y bendecirlos. Siguió después otro momento único, en el cual el P. Eugenio junto con los varones, dirigieron sus manos en señal de bendición a todas las mujeres que nos encontrábamos en el salón.
Siete es un Número Perfecto
El sacerdote nos habla del significado del número Siete en la Biblia. Número de perfección, lleno de espiritualidad y esperanza. En hebreo la palabra “siete”, tiene su raíz en “Sabah” que significa completo, suficiente. El padre nos hace una detallada descripción de los pasajes en los que se menciona esta cifra en las Sagradas Escrituras:” SIETE” es mencionado 737 veces, “SIETE VECES” es mencionado seis veces y “SEPTIMO” aparece 119 veces. A esto, como dato curioso, nos indica el P. Eugenio, hay que añadir que en el mundo hay 7 maravillas, 7 pecados capitales, 7 jardines de Babilonia, 7 virtudes, 7 colores del arco iris, 7 días de la semana, 7 notas musicales, 7 continentes, 7 océanos y en la corona de la estatua de La Libertad, 7 picos. El número 7 también aparece conectado con nuestra condición humana, recién a las 7 horas de nacido se sabe si el niño vivirá y, a los 7 días se le cae el cordón umbilical. Y para que cada ser humano reciba sanación y liberación del cuerpo y del alma en la Iglesia Católica, recibimos los 7 sacramentos y nos llenamos con los 7 dones del Espíritu Santo.
Con fe, continúa el P. Eugenio, el pueblo de Dios será sanado y liberado SETENTA VECES SIETE. Y dicen que cada persona cuando cumple los setenta millones de segundos de la vida, empieza a tener una vida SETENTA VECES SIETE, por eso aunque a usted le den un diagnóstico de una enfermedad cruel, no se va a cumplir si no ha cumplido los setenta millones de vida y sus células se moverán 70 millones de veces, concluye. En su libro “SANADOS SETENTA VECES SIETE”, el P. Eugenio detalla todos los versículos que hacen alusión a este número perfecto.
Como buen predicador, al P. Eugenio le gusta mezclarse entre la multitud que le escucha, le encanta que la gente participe y colabore con él. Sus conferencias son muy amenas y su buen sentido del humor encomiable.
Todos salimos felices y edificados después de haberle escuchado. No podemos dejar de mencionar al Ministerio de Música Shekinah que amenizó la noche y nos hizo vibrar con las alabanzas que ellos ejecutan magistralmente.