Por Rev. José Eugenio Hoyos.
El año de la Fe ha llegado al corazón de todos los creyentes como un llamado de alerta para despertar a aquellos que se habían quedado dormidos y desanimados en la vida Espiritual. Escuchamos a diario de que el mundo tenía sed de conocer y acercarse mas a Dios pero la falta motivación, entusiasmo y una mano amiga que nos dirigiera en el camino y nos llevara a ese encuentro personal con Cristo.
Y como iluminación Divina ha llegado la gran oportunidad de beber las aguas refrescantes y de renovarnos en nuestras creencias y bases Católicas solidas para avanzar a pasos agigantados a conocer y a vivir a plenitud el Evangelio.
Ahoya ya son millones de personas que están diciendo SI a este llamado de dejar al hombre viejo carnal y revestirse del hombre nuevo Espiritual.
Estamos experimentando nuevos “despertares Espirituales”. Lentamente a través de la participación en los Sacramentos, la vivencia en Horas Santas, Vigilias, Eucaristías, Encuentros Carismáticos, Retiros en Silencio o Seminarios de vida en el Espíritu. Los que antes sentían un gran vacío en sus vidas ahora comienzan a sentirle gusto a la Religión, a las Sagradas Escrituras y ya hay una verdadera razón de vivir a plenitud y con esperanza.
Dios no se equivoca, él trabaja con intensidad en el Alma de cada persona y disfruta haciéndolo. El primordial deseo de Dios es atraer más y más personas a disfrutar la vida eterna. Las preocupaciones o aflicciones, aunque no son causadas por Dios, han ayudado a reflexionar y a profundizar más la Fe de cada persona.
Dios quiere que todos recibamos a través de la Fe una Bendición plena y que establezcan una relación mas intima con Dios.
Hay que dejar atrás el rencor, los vicios, los temores, la pereza en la Oración, la falta de solidaridad y todo lo negativo para vivir un nuevo despertar en Cristo.
“Señor, ¿a quien iríamos? Tu tienes palabras de vida eterna” (Juan 6:68).