Por Kelvin
Saravia
La Renovación Carismática (RCC) tiene muy bien claro que la
Misericordia no ha terminado que es eterna pues Cristo es el que nos motiva a través
del Evangelio del amor a llevar esos mensajes de reconciliación y de paz.
Es por eso que el Predicador Carismático es un heraldo, un portador
de esa Buena Nueva de esa palabra que anima, que muestra que Cristo continúa
sanando, salvando y liberando.
Cada predicador Carismático debe ser un verdadero ejemplo y
un testimonio vivo que lleve a muchos creyentes a los pies de Nuestro Señor
Jesucristo.
En esta época de Adviento tenemos la mejor oportunidad de
abrir y preparar nuevos caminos que saquen a la humanidad de la obscuridad y
lleven a todos a ver la luz divina de Cristo.
Nuestra Iglesia es una fuente de salvación efectiva donde
esas bendiciones deben multiplicarse cada vez que predicamos y testimoniamos la
palabra de Dios un predicador bendecido y ungido no es el que tiene vocación de
sanador, liberador o lleno de magia, no todo lo contrario es un servidor fiel
de Cristo que se prepara en oración y es un Adorador Eucarístico.
El ser bendecido es el camino que todos debemos recorrer, es
un regreso a la casa del Padre para disfrutar de los manjares espirituales que
nos preparan a mejorar nuestra vida y para que nuestro encuentro personal con
Cristo sea único. Como el del hijo prodigo, el de la samaritana, el leproso, el
ciego o como el encuentro de Emaús. Todo predicador Carismático es el nuevo apóstol
del nuevo siglo.