Por José
Eugenio Hoyos
La Renovación Carismática Católica es la cuna que Cristo y la
Virgen María mecen, arrullan y muevan para que desde allí nazcan cada día nuevos
Carismáticos con el Fuego del Espíritu Santo.
Cada día los bautizados estamos forjando y dándole más fuerza
a la gran Cultura de Pentecostés y recibiendo las promesas de Cristo en
nuestros grupos de oración, asambleas y fortaleciendo la Iglesia Católica con
nuestros dones y carismas.
El profeta Jeremías 1, 5 nos dice: “Antes de haberte formado
en el seno materno yo te elegí, antes de salir del seno materno te consagre.”
Querido(a) Carismático(a) no hay persona que pase
desapercibida por Cristo, recuerda siempre que no eres fruto del azar o de la
suerte; si formas parte de la Renovación Carismática Católica (RCC) es porque
formas parte de ese discipulado, de ese llamado y formas parte del Graz “Sueño
de Dios.” Él te vio aun cuando nadie lo hizo.
El señor nos conoce más de lo que nosotros creemos
conocernos. Nada se escapa a su mirada.
Cuando Dios nos mira directamente, todas las demás miradas
quedan eclipsadas, en su mirada hay conversión, sanación, salvación y liberación.
El Profeta Samuel 1, 16-17 nos dice: “No te fijes en las
apariencias ni en su buena estatura. Lo rechazo porque Dios no ve como los
hombres, que ven la apariencia, el Señor ve el corazón.”
Dios sigue viendo, nadie pasa desapercibido. Dios sigue mirando
a aquellos que nadie ve.
Por eso cada Carismático esta llamado desde su Bautismo a
formarse como profeta y apóstol de Cristo, predicando sin miedo el Evangelio
del Amor.
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