Por Rev. José Eugenio Hoyos.
Pensar en nuestros seres queridos es una gran bendición y nos
trae una gran paz; especialmente cuando se trata de nuestras Mamás. En el hogar
y en el matrimonio se reciben muchas noticias, pero la mejor es cuando se nos
avisa que vendrá un nuevo hijo y que Dios le ha regalado a la mujer el regalo
de la maternidad.
La vida plena es la vida en el amor y en contraste la vida vacía
es la vida sin amor. Pero el amor es simple y no complicado.
En ello la madre es maestra, pues sabe vivir con tal sencillez hasta el extremo
de poder simplificar lo compuesto, encontrando una solución ante cada situación:
Mamá.
Lo impresionante de una madre es que aunque realiza tantas
funciones a la vez, nunca parece estar agotada, porque el combustible que la
impulsa es una dosis de amor, ternura, alegría
y satisfacción en cada acción que ejecuta. La fuente de energía inagotable de
tu Madre es su gran amor. En ella cobra vida la imagen de la Virgen María, la
madre de Dios; tu Madre tiene la virtud de convertirse en niña con los niños y
de ser adolescente con los adolescentes, de bailar música joven con los jóvenes
aunque ya no sea tan joven. Es como esa rama zigzagueante y fuerte del árbol que
movida por el viento contribuye a regenerar vida con su fresco.
No obstante el rol de Mamá es único, incomparable, irrepetible
pues en lo profundo no depende del intelecto sino del amor simple y del amor
que se nutre del sacrificio del llanto y del dolor.
La madre es la fiel imagen de Dios, porque lo que más se
parece a Dios es una Madre.
Un ramo de flores ya no representara nada cuando ella esté
muerta, más bien cuando esté viva no la corones de espinas; sino llénala de
abrazos y de besos.
Y recordando a San Agustín:” una lagrima por los difuntos se
evapora; una flor sobre sus tumbas desaparece; una Oración llega hasta el corazón
de Dios”
¡Felicidades Mamás en este día tan especial.!!!