Ha llegado el tiempo de la Cuaresma, un tiempo litúrgico de suma importancia en nuestra vida espiritual que no lo podemos dejar que pase desapercibido.
Mas que un tiempo de conversión, la Cuaresma nos da la oportunidad de encontrarnos cara a cara con Cristo y con nosotros mismos. Preparándonos profundamente en oración y penitencia. Los 40 días que forman la Cuaresma se van al rito de la luz tan veloz que si no le ponemos atención y le damos seriedad se nos esfuma como la vida en el ocaso.
Pero para encontrarnos y fijar la mirada en Cristo hay que avanzar mucho mas, yo diría a pasos agigantados si queremos acercarnos al redentor del mundo: Cristo de Nazaret. Juan 3: 1-4 nos dice: “Había entre los fariseos un dirigente de los Judíos llamado Nicodemo. Este fue de noche a visitar a Jesús. Rabí le dijo, sabemos que eres un maestro que ha venido de aparte de Dios, porque nadie podría hacer las señales que tú haces si Dios no estuviera con él. De veras te aseguro que quien no nazca de nuevo no puede ser el reino de Dios dijo Jesús”.
En este caso Nicodemo no estaba preparado para la respuesta que le dio Jesús. Muchas veces, Dios opta por darles una lección de humildad a los que piensan que saben todas las respuestas 1 Corintios 1-27 dice: “pero Dios escogió lo insensato del mundo para avergonzar a los sabios, y escogió lo débil del mundo para avergonzar a los poderosos”.
Todos nosotros necesitamos a Dios. Y Él hará lo que sea necesario en nuestras vidas para que entendamos eso. Y para entender ese acercamiento viviendo una verdadera Cuaresma debemos tener en cuenta las siguientes resoluciones o consejos que nos ayudaran a vivir este tiempo litúrgico:
- Recociendo nuestra necesidad de Dios como primer paso de la salvación.
- Rezando el Santo Rosario diariamente.
- Arrodillarnos en silencio frente al Santísimo mínimo 10 minutos.
- Ayunando no solo los primeros viernes y ofreciendo ese ayuno por le aborto y la eutanasia.
- Practicar una obra de misericordia.
- Llegar 20 minutos antes de la celebración de la Santa Eucaristía.
- Ofrecer el rezo del Santo Vía Crusis por las almas del purgatorio.
- Practicar la prudencia, la paciencia, la fortaleza, y la perseverancia.
- Evitar malas palabras, comentarios mal intencionado, enojos, rabietas, chismes, o malos pensamientos.
- Dedicar más tiempo a leer la vida de los Santos.
- Evitar los celos, la envidia, el rencor, el odio.
- Utilizar menos el Internet y dedicar más tiempo a la familia.