Hoy más que nunca los jóvenes en el mundo entero están buscando a Dios. Cada vez que me invitan a dar un retiro o una charla motivacional a nivel internacional en diferentes universidades en Latinoamérica descubro que la juventud quiere saber más sobre Dios y tienen gran curiosidad por acercarse más y más a Él. Había un profesor de Filosofía que era un ateo profundamente comprometido, su principal meta cada semestre era probar que Dios no podía existir. Sus estudiantes siempre tuvieron miedo de discutir con él por su lógica impecable. Durante 20 años, siempre pensó que nadie en su clase y fuera de ella tenía el valor de ir en su contra, y no lo hacían porque él tenía una gran reputación.
Al final de cada semestre, en el último día, el pediría a su clase de 300 estudiantes “si hay alguien que todavía cree en Cristo, póngase de pie!”. En 20 años, nunca nadie lo hizo. Ellos sabían lo que venía después. El diría: “Porque todo aquel que cree en Dios es un tonto. Si Dios existiera, él lo demostraría impidiendo que este pedazo de tiza se rompiera al golpear el piso, sería tan sencillo para él, probar que es Dios, y aun así no puede hacerlo”. Y así, cada año azotaba un pedazo de tiza en el suelo para que se rompiera en pedazos.
Los estudiantes no podían hacer más que mirar. La mayoría de los estudiantes terminaban convencidos de que Dios no existe. Ciertamente, uno que otro cristiano se había metido, pero por 20 años habían tenido miedo de ponerse de pie. Pues bien, un joven que había oído historias obre este maestro, se inscribió en esta clase pues sin él no podría terminar su carrera, tenía miedo. Durante los primeros tres meses de aquel semestre, el oraba todos los días por tener el valor de ponerse de pie, sin importar lo que dijera el profesor, o que pensaban sus compañeros. Nada de lo que dijeran quebrantaría su fe.
Finalmente, llego el día. El profesor dijo: “Si hay alguien que todavía cree en Dios, que se ponga de pie!”. El profesor y la clase de 300 alumnos lo miraron fijamente con sorpresa, al momento que se ponía de pie en el fondo del salón. El profesor grito: “’TONTO!’ si Dios existiera él lo probaría evitando que este pedazo de tiza se rompa al golpear el piso!” Acto seguido arrojo la tiza, pero al momento que lo hizo la tiza se resbalo de sus dedos y fue resbalando por su manga, por los pliegues de su pantalón y por su zapato hasta que, intacta, rodó por el suelo. El profesor quedo con la boca abierta observando la tiza en el suelo, después levantó su mirada al joven que estaba de pie y salió corriendo del salón. El joven entonces pasó al frente del salón y habló de su fe en Cristo Jesús por la siguiente media hora. Los 300 estudiantes escucharon como hablaba del amor de Dios hacia ellos y de su poder. A veces lo único que necesitamos es ponernos de pie. Te pondrías en este momento de pie por Cristo?