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Al visitar y dialogar con cientos de familias de origen hispano, no solo aquí en los Estados Unidos, sino en lugares donde llevamos ayuda o vamos de misión se escuchan plegarias de que ojalá el nuevo presidente de los Estados Unidos cambie el rumbo de la sociedad y en especial nuestras familias hispanas.
En realidad este es un clamor mundial. Estamos viviendo momentos muy difíciles tanto económicos como sociales. Hay desconcierto en la comunidad inmigrante. Estamos preocupados porque nuestras ayudas no dan abasto a tantas necesidades; tanto en salud, educación y carencia de fuentes de trabajo. Siempre tenemos la misma excusa: la economía esta muy mal, todo lo que esta pasando es consecuencia de la guerra, de los conflictos armados, de la deuda externa, etc.
Pero en carne propia estamos regresando al pasado, a un esclavismo disimulado. Hay racismo en muchos lugares del territorio Estadounidense, redadas y deportaciones obligadas y voluntarias para miles de personas indocumentadas. La inmigración “ilegal” nos ha traído un nuevo estigma super marcado. Los que hablamos español y tenemos porte latino somos cuestionados y muchas veces parados por la policía. Somos increíblemente una raza sospechosa después del 9/11, cuando el desastre ocurrió por los atentados terroristas. Hemos sido los hispanos, los que hemos pagado las consecuencias. En muchos lugares se nos ha prohibido hablar el castellano.
Es por eso que através del púlpito muchos feligreses están educándose en pasar la voz de conservar nuestra lengua hispana y nuestra cultura. Pero a pesar de todo, nuestra gente latinoamericana es aguantadora, pacifica y trabajadora. Todos estamos unidos en la oración y nos ayuda nuestra fé de que vendrán tiempos mejores.
Lo que mas me preocupa como líder religioso es ver en estos tiempos el derroche de dinero en las campañas publicitarias y en las grandes convenciones Republicanas y Demócratas cuando hay tantos seres humanos pasando momentos difíciles y grandes penurias. En estas convenciones y debates políticos no se han tenido en cuenta los problemas ni las soluciones de los inmigrantes, las minorías han estado totalmente desapercibidas.
Esperamos que quien gané estas elecciones presidenciales en realidad piense de nuevo en una verdadera inversión social, en los pobres que son los inmigrantes, que haya programas que beneficien a las mujeres cabeza de familia, que haya prevención en la delincuencia juvenil, que se investigue más sobre la cura de enfermedades terminales y que en realidad sea un presidente que hermane a las naciones distanciadas para así conseguir una paz mundial.