Recientemente tuvimos la Misa de
Sanacion mensual en la Sagrada Familia organizada por la Renovacion Catolica
Carismatica de la Diocesis de Arlington, Virginia. Donde se vivió una vez mas
la presencia del Espíritu Santo que colmó cada rincón de la Parroquia y en
donde los cientos de feligreses que llenaron totalmente la Iglesia alabaron a
un Cristo vivo.
La armadura de Dios no es cualquier traje
de protección; es revestirnos del poder del Espíritu Santo y creer que la Oración
tiene poder Sanador y Liberador.La armadura de Dios es una opción de vida, que caracteriza a quienes hemos tenido ese encuentro personal con Jesucristo y decidimos voluntariamente adherirnos a la persona de Jesús, con sus exigencias haciéndonos dependientes de Dios y no de nosotros para el diario vivir. Por eso las Sagradas Escrituras nos muestran el poder protector de los que creemos que el Evangelio de Cristo tiene una gran fuerza sanadora.
Para ganar la batalla sobre la
enfermedad necesitamos andar en la verdad. En Proverbios 23,23 nos dice: “Compra
la verdad y no la revendas” y la única verdad es Cristo, la verdad no es la
meta, la verdad es el camino para llegar a Cristo, la verdad es el Evangelio
con sus exigencias para hoy.
El que vive el Evangelio tiene paz
con Dios, con los demás y consigo mismo.Jesús quiere que confiemos en ÉL, en sus muchas y poderosas promesas. Eso nos da la seguridad y confianza en Dios.
Jesús les dice a los Apóstoles “No se turbe el corazón de ustedes, confíen en Dios: Confíen en mí” (Juan 14,1). Hoy estamos llamados a ser testigos de esa Sanación prometida por Jesús y que se cumple en su palabra.
En carta a los hebreos 11,1 nos dice:
“La Fe es como aferrarse a lo que se espera, es la certeza de cosas que no se
pueden ver”. Aférrate fuerte de las manos de Cristo.