jueves, agosto 13, 2009

Nuestros obreros construyen futuro

Por el Rev. José Eugenio Hoyos
Washington Hispanic
14 de agosto de 2009

Muy pocas veces se les da importancia o relevancia a nuestros trabajadores, constructores, carpinteros, albañiles, mecánicos, aseadores, o a las amas de casa. Pues esa mano de obra es de suma importancia en nuestro diario vivir. Por ejemplo, aquí en los Estados Unidos vivimos de una gran hipocresía con las leyes de inmigración a no darles importancia a los obreros hispanos pues gracias a su mano de obra en la construcción es que este país es una potencia mundial y su desarrollo urbanístico esta diseñado en su mayoría por la creatividad latina. Estados Unidos deber darle prioridad a los trabajadores hispanos, respetar y fortalecer sus deberes y derechos como igualmente que las uniones de trabajadores sean respetadas. Restaurantes, hoteles, universidades, iglesias, escuelas, hospitales, etc., deben estar regidas por la unión de trabajadores con un salario justo y un seguro médico adecuado.

Un maestro de obra ya entrado en años se sintió listo para retirarse; manifestó a su jefe que había planeado dejar el negocio de la construcción. El jefe triste porque su buen empleado dejaba la compañía, le pidió que al menos construyera una casa más, como un favor personal. El obrero accedió, pero se constató fácilmente que no puso el corazón en su trabajo: utilizó materiales de regular calidad y no puso acabados, los cuales fueron deficientes cuando terminó de construir la regular y débil casa. El patrón pensando que había hecho como siempre un buen trabajo le entregó las llaves de la puerta principal diciéndole: “Esta es tu casa, es mi regalo para ti”. ¡Que sorpresa! ¡Que tragedia! ¡Que pena! Si solamente el obrero hubiera sabido que estaba construyendo su propia casa, la hubiera hecho de manera totalmente diferente. Ahora tendría que vivir en la casa que “había construido lo peor que pudo”.

Pensemos en nuestra propia casa del futuro: cada día insertamos un clavo, ponemos un ladrillo, levantamos una pared o acomodamos parte del techo. ¡Construyamos con sabiduría! Tengamos presente que no debemos abusar de los demás, máximo si han depositado toda su confianza en nosotros; para construir, incluso, si solo constara de un día, ese día merece ser vivido con honor, gracia y dignidad. La placa sobre la puerta de una casa bien construida debe decir: “La vida es un proyecto… hazlo tu mismo”.

lunes, agosto 10, 2009

Misa de Sanación en la Santísima Trinidad

Por el Padre José Eugenio Hoyos
Arlington Catholic Herald
13 de agosto de 2009

Con un calor cercano a los 100 grados, sofocante y húmedo, un tranco horrible por la ruta 66, super congestionada y que sacaría de casillas y de paciencia hasta la persona más tranquila del mundo; ese era el panorama que vivimos los que queríamos llegar a la Iglesia de la Santísima Trinidad.

Pero con mucha paciencia y rosario en mano llegamos por fin a la suntuosa Iglesia de Holy Trinity en Gainesville, Virginia. Por invitación del querido y reconocido párroco Francis J. Peffley, los hispanos pudieron disfrutar de forma masiva por primera vez una Misa en Español. Muy sorprendidos hemos quedado por la arquitectura y diseño de la Iglesia, igualmente por su amplitud y comodidades.
Pero más que el templo era el significado de la celebración y nuestra presencia hispana, pues sin exagerar se vio un lleno completo. La Santa Eucaristía estuvo acompañada del coro “Los Amigos de Jesús” de la parroquia del Santísimo Sacramento. El Ministerio de Sanación de todas las parroquias se hizo presente. Los testimonios fueron pocos pero muy emotivos y centrados en Cristo. Se pidió por los sacerdotes, por el Papa e igualmente para orar por los 35 años de establecimiento de la Diócesis de Arlington. Entre los asistentes se sentía el fervor, el recogimiento y la fe de los cientos de fieles reunidos en oración.

Jesús hizo esta seria advertencia: “No todo el que dice Señor, Señor entrará en el Reino de los Cielos, sino él que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: ¡Señor, Señor! ¿No profetizamos en tu nombre? ¿En tu nombre no echamos demonios? ¿Y en tu nombre no hicimos muchas obras poderosas? Entonces yo les declararé: Nunca os he conocido. ¡Apartaos de mi, obradores de maldad!” (Mateo 7:21-23).