jueves, julio 23, 2009

De tierras Guadalupanas a Sterling

Por el Rev. José Eugenio Hoyos
Arlington Catholic Herald
23 de julio de 2009

Agradecemos a toda la comunidad por sus oraciones y apoyo a los sacerdotes hispanos que colaboran en nuestra Diócesis de Arlington, sobre todo en este Año Internacional del Sacerdote. En esta oportunidad le presentamos con alegría al Padre Lino Rico Rostro, conocido por todos como el “Padre Lino”. Nacido un 11 de marzo en Tierra Nueva, San Luis Potosí, México. Es el mayor de 11 hermanos, hijo de Lino Rico Gutiérrez y Bernardina Rostro Torres.

Realizó estudios de primaria en la escuela Juan de la Barrera, los iniciales de secundaria federal en José María Morelos y Pabon. Luego a los 13 años ingresa al Seminario Menor Conciliar Josefino Guadalupano y termina su bachillerato. Después de la preparatoria comienza sus estudios de filosofía y teología en el Seminario Mayor Josefino de San Luis Potosí en México.

El Padre Lino nos comentó que con mucho esfuerzo ingresó al Northern Virginia Community College (NOVA) para cursar estudios intensivos de inglés. Se hizo ciudadano estadounidense el 22 de octubre de 1998. En la actualidad toda su familia desde hace muchos años viven en Manassas y Woodbridge. El Padre Lino empezó a desempeñar labores pastorales desde el 2003 en la parroquia de Cristo Redentor cuyo párroco es el Padre Howard.

Allí el Padre ha forjado una comunidad vibrante, fiel a la Iglesia, y con una gran riqueza en movimientos pastorales. La Iglesia de Cristo Redentor es considerada entre las de mayor feligresía en el área de Sterling. Su trabajo pastoral también ha beneficiado a las parroquias de San Esteban el Mártir en Middleburg, San Juan Neumann en Reston y ocasionalmente en la Preciosísima Sangre en Culpeper.

A pesar de la gran distancia, el Padre Lino hace un gran esfuerzo para llevar la palabra de Dios y celebrar la Santa Eucaristía a parroquias tan necesitadas espiritualmente. Del Padre Lino siempre hemos dicho que es un gran sacerdote, una persona muy amable, muy respetuosa, un gran amigo y que para desarrollar su ministerio necesitaría un helicóptero. Es muy querido por toda la Diócesis, por su amor a la Eucaristía, sus consejos y su generosidad.

Talleres de Oración del Padre Larrañaga

Por el Rev. José Eugenio Hoyos
Arlington Catholic Herald
23 de julio de 2009

La primera vez que escuche y participe personalmente en los Talleres de Oración del Padre Larrañaga fueron de gran riqueza espritual y una ayuda más para ampliar mis recursos en la forma de comunicarme con Dios. Esto ocurrió en 1990 en la Universidad de Marymount en Arlington donde cientos y cientos de personas sedientos de oración y amor a Dios nos hicimos presentes en este importante evento.

Me impresiona mucho la figura humilde y santa del Padre Ignacio Larrañaga. Desde ese momento los Talleres de Oración y Vida se han convertido en la buena noticia del amor eterno y gratuito del Padre, y gran instrumento de evangelización para el bien de la Iglesia.

Margarita Cano, una de las coordinadoras de los Talleres de Oración, dice: “Como un cenáculo, fuimos dando forma e imagen a cada palabra, a cada gesto, a cada expresión, o pensamiento que constantemente invita a una conversión ardiente y personal por buscar el rostro del Señor. El júbilo que nos embarga en este momento al compartir con todos ustedes las maravillas que sólo el Señor puede consumar, sea una oportunidad más para abrirnos a la novedad, para dejarnos sorprender hoy… en este día…en este instante…por el don de vivir”.

Es posible que muchos católicos no conozcan al Padre Ignacio Larrañaga, el padre nacido un 4 de mayo de 1928 en la ciudad de Azpeitia, España. Su libro El Hermano de Asís publicado por las hermanas Paulinas es un remanso de espiritualidad. El Padre Ignacio réconoce que tenía que escribir algo sobre San Francisco de Asís. “Era un imperativo que me brotaba desde las raíces, y no porque yo perteneciera a un centro Franciscano, ni porque fuese miembro de la orden Franciscana-Capuchina, ni siquiera por amor y admiración al Pobre de Asís, era una necesidad espiritual y enriquecedora”. Esta obra, escrita con tintas de vivencias y colores del corazón, estuvo acompañada de las alegres armonías de la música de Vivaldi, pues sabemos que mientras trabajaba con El Hermano de Asís escuchó reiteradamente a este gran músico y autor. Para más información comunicarse con Mercedes Merino, coordinadora de los Talleres de Oración y Vida al teléfono (703) 451-4635.