Arlington Catholic Herald
14 de junio del 2007
Dos presidentes y nueve embajadores respaldan la nominación del Padre José Eugenio Hoyos al premio internacional que se concede en España.
Esta semana trascendió que el Padre José Eugenio Hoyos, director de la Oficina del Apostolado Hispano de la diócesis y director de la Renovación Católica Carismática figura entre los nominados al prestigioso Premio Príncipe de Asturias.
“Es un honor para mí aspirar al segundo premio más importante después del Nobel de la Paz. Hay muchas expectativas y buenos candidatos”, dijo el Padre Hoyos, nativo de Colombia.
El premio, otorgado por una fundación del mismo nombre con sede en España, es concedido a “la persona, personas o institución cuya labor haya contribuido de forma ejemplar y relevante al mutuo conocimiento, al progreso o a la fraternidad entre los pueblos”.
El Premio Asturias incluye ocho categorías. El Padre Hoyos figura en la categoría “Concordia.”
La candidatura del religioso tiene el respaldo de varias instituciones sociales, universidades y miembros del cuerpo diplomático.
El diario, cuyo título de la nota dice: “El Premio Príncipe de Asturias podría llevar una sotana colombiana”, informa que el congresista republicano de Virginia, Tom Davis, presentó la candidatura del reverendo ante la fundación.
La nota destaca al Padre Hoyos por sus muchos años dedicados a salvar vidas, y actualmente por su trabajo por una reforma migratoria justa y humana.
“Esta es una gran lucha que no podemos perder. La debemos ganar porque de ella depende el futuro de millones de personas aquí en Estados Unidos y en el mundo”, dijo el popular religioso, presidente también de la Fundación Marcelino Pan y Vino, cuyo banquete annual congrega a más de mil personas y recauda considerables sumas para costear delicadas operaciones médicas.
En la última gala de MAPAVI se le presentó como “un salvador de vidas”. El, que además estudió arquitectura, gusta de llamarse “un arquitecto de almas”.
Desde su llegada a esta región, en 1988, el sacerdote Hoyos, o Padre Hoyos, o padrecito Hoyos, como todos suelen decirle, ha ido de un proyecto a otro, de una iniciativa a otra, sin pausa, enfrentando reto tras reto. Cultivó masivas feligresías en donde sólo había algunas decenas de fieles; participó en la formación de muchos grupos religiosos, sociales y culturales, entre ellos festivales y comités de derechos civiles; fungió en numerosas comisiones, incluyendo una a nivel presidencial; lanzó recaudaciones maratónicas para ayudar a los enfermos y pobres, lo mismo aquí que en América Latina; creó su propia fundación (MAPAVI) para ayudar a quienes requerían transplantes o aparatos ortopédicos; ensanchó su acercamiento con el pueblo a través de sus columnas periodísticas y en los micrófonos de varios programas radiales y televisivos. Y hasta se dio tiempo, en 1996, para llevar la Antorcha Olímpica en el Norte de Virginia a lo largo de dos millas.
Recientemente creó un grupo sin fines de lucro para lidiar con el problema de las pandillas en Virginia, y ha sido un tenaz vocero por la liberación de los secuestrados en su país. Uno de sus hermanos está secuestrado desde hace 5 años.
Su trayectoria también se extiende a República Dominicana, Honduras, Guatemala, Bolivia y Panamá donde ha promovido becas para los menos favorecidos y construido centros médicos.
En aquel año de su llegada, 1988, se le asignó a la Parroquia San Esteban en Maryland, perteneciente a la Arquidiócesis de Washington. Poco tiempo después se le envió a la Diócesis de Arlington como párroco asociado de la Catedral de Santo Tomás More, en la que residió hasta 1993. Desde ese año hasta el 2001 se desempeño en la Parroquia San Antonio de Padua en Falls Church, y de ahí, para sorpresiva tristeza de miles de feligreses, se le mandó a Dale City para administrar la Parroquia de la Sagrada Familia, donde pronto atrajo a miles de nuevos fieles. Dos años después se le elevó a pastor, y volvió a hacer historia porque se convertió en el primero de origen hispano en la diócesis.
Desde hace dos años dirige la oficina hispana de la diócesis y tiene su residencia en la Parroquia San Felipe en Falls Church. Sobre el premio, dice que “reza…pero para que se apruebe la reforma a la ley migratoria. Pienso en ese milagro y no tanto en el del premio.”
En su haber hay decenas de premios. El Salvador le concedió el Premio Presidencial, obtuvo la Medalla al Mérito Internacional en el Congreso Nacional de Colombia, el Premio Libertad y Justicia del Gobierno de Cali y el Premio Solidaridad Internacional del Congreso de Estados Unidos.