Por Jose
Eugenio Hoyos
Ser parte de la Renovación Católica Carismática en algunos
lugares, parroquias o Diócesis para muchos Carismáticos es una gran bendición,
para otros es una prueba de perseverancia y de fortaleza.
Los discípulos, apóstoles y el mismo Jesús en carne propia
experimentaron dificultades, desprecios, rechazos críticas pero nunca caducaron
y siguieron adelante porque la fuerza del Espíritu Santo los guiaba y los protegía.
Y esa es la misma actitud de un Carismático hoy en día ser
fieles a Cristo y a su Evangelio de vida.
Por eso además de nuestra fe, de la oración continua los
retiros, nuestras visitas frecuentes al Santísimo el rezo del Santo Rosario y
la práctica de los Sacramentos ayudan a tener mejores guerreros Carismáticos y
nunca desfallecer o tirar la toalla a la mitad del camino cuando se presenten
dificultades.
Caminando en unidad en rumbo al Jubileo de los 50 años de la Renovación
Carismática, participando activamente en la Nueva Evangelización, siendo
profetas y anunciando la presencia de un Cristo vivo y la fuerza del Espíritu Santo
conquistaremos con nuestros testimonios de sanación, liberación y conversiones
de más almas para Cristo.
A través de las Sagradas escrituras podemos testimoniar y ver
muchos casos de personas que no dudaron y confiaron plenamente en el Evangelio
de Cristo y Dios en cada uno de ellos cumplió las promesas del Nuevo Pentecostés.
Los Carismáticos hoy en día tienen mucho que aportar a la
pastoral de la Iglesia. Su alegría, gozo, fe y convencimiento son una gran
riqueza y ganancia espiritual: unidos en oración y alabanza estamos listos y en
rumbo al jubileo de 50 años de la RCC.