Por José
Eugenio Hoyos
Da tristeza
encontrar hermanos(as) que han pertenecido a movimientos dentro de la Iglesia,
por años han sido catequistas o lo peor que han sido coordinadores o dirigentes
de grupos de oración dentro de la Renovación Carismática y ahora se encuentran
alejados de la Iglesia, porque el Párroco los ignoro, la jerarquía eclesiástica
les llamo la atención o por no estar de acuerdo con algunas decisiones o
cambios dentro de la RCC.
El desánimo
de los dirigentes de la Renovación es producida por la falta de formación, por
la ausencia de oración y de adoración ante el Santísimo y sobre todo porque
falta someterse más a los pies de Cristo.
El fruto
del desaliento, es la rebelión. Rebelión contra la obra de Dios. Esta rebelión
torna al Carismático agresivo, amargado, criticón, negativo, orgulloso y
destructivo!
Se nos
olvida que uno de los frutos del Espíritu Santo es el dominio de sí mismo; por
lo tanto, pongamos nuestros impulsos negativos bajo su acción poderosa y
dejemos conducir por El.
No tengamos
miedo, no nos desalentemos ante el cansancio o el desaliento, no desesperemos,
porque “El Espíritu que Dios nos ha dado, no es un espíritu de temor, sino de fortaleza,
de amor y de sobriedad.” (2 Timoteo 1, 7)
“Nada
te turbe, nada te espante. Todo cambia, Dios no se muda. Quien a Dios tiene,
nada le falta solo Dios basta. (Santa Teresa)