Por el Rev. José Eugenio HoyosHe tenido la oportunidad de asistir a varias reuniones de familia y honestamente he quedado muy impresionado no solo por la multitud de familiares sino por la unidad de varias generaciones, tatarabuelos, bisabuelos, abuelos, papas, hijos, sobrinos, tíos, suegros, etc. Orgullosamente siempre me he sentido de pertenecer a una familia feliz, llena de fe, de proyectos y musical.
Hace varios años entre varios primos decidimos comenzar a edificar el árbol genealógico de la familia y en realidad nos tomo varios meses conseguir todos los datos pues cada año fallece un familiar o nace uno nuevo; llegamos a contar casi 290 miembros relacionados a la familia cercanos y lejanos. Todos fueron contados en nuestra larga genealógica.
La humanidad, en sus XXI siglos después de Cristo, cuando ha colocado la familia como el valor central de Cristo, cuando ha colocado la familia como el valor central de la sociedad, podemos decir que ha disfrutado en gran medida de paz y estabilidad; esa paz que es urgente en el anuncio de Cristo (Mc 10, 5), que es una necesidad impostergable de nuestro mundo, y una paz que no es posible sin una vida interior disciplinada, sin unas relaciones armónicas con Dios y sin unas relaciones a su vez sanas y de respeto con los demás. Y el clima propicio para el desarrollo de la paz es sin lugar a dudas la familia.
Sin embargo, cuando las sociedades han intentado socavar los valores intrínsecos de la familia con valores falseados, entonces han sufrido retrocesos lamentables. De frente a un panorama frágil y mal interpretado en que se encuentra la familia actual, resulta oportuno revalorizar la importancia de tu mamá y de mi mamá como alma del hogar, de tu papá como cabeza de la familia y de los hijos e hijas como frutos del amor, con la consecuente responsabilidad que concierne a cada uno y a partir del rol que le corresponde desempeñar en el seno familiar. En la actualidad las familias inmigrantes por ejemplo, le están dando la importancia y el sitio a la unidad de la familia en esta sociedad donde a raíz de la cultura, el idioma y la condición social trata de dividirla.
Siempre le doy gracias a Dios por permitir a mis padres vivir unidos hasta la muerte, por el Sacramento del Matrimonio, por mis 11 hermanos, mis 22 tíos por parte de mi madre y mis 12 tíos por parte de mi padre. Y le ruego a Dios que los que estamos vivos permanezcamos unidos en el amor de Dios. Recuerda: conserva los valores familiares.