jueves, octubre 16, 2008

A Dios le encanta usar a los débiles

Por el Rev. José Eugenio Hoyos

Me encanta utilizar las enseñanzas de San Pablo porque se acomodan a nuestros sentimientos y acontecimientos personales. San Pablo dice: “Por eso, prefiero sentirme orgulloso de mi debilidad, para que el poder de Cristo se muestre en mí. Me alegro de ser débil, de ser insultado y perseguido, y de tener necesidades y dificultades por ser fiel a Cristo. Pues lo que me hace fuerte es reconocer que soy débil.”


Cuando reflexionaba acerca de lo que quería escribir antes de viajar a mi rápido viaje a Colombia, pensaba en el ministerio de sanación, liberación e intercesión de la Renovación Católica Carismática de la Diócesis de Arlington. Siempre los he considerado un verdadero ejército espiritual cuyo jefe máximo es Cristo. Tantos hermanos(as) de diferentes nacionalidades que están llevando con grandes sacrificios sanación, oración, alabanzas y esperanza a una Iglesia inmigrante en los Estados Unidos.


La mayoría de estos hermanos en su humildad han reconocido que antes fueron muy débiles ante el pecado y las tentaciones del mundo. Pero hubo un momento que Dios puso esas debilidades a un lado y los hizo fuerte para que se unieran a la gran cruzada del amor de Dios. Son hermanos que cuando hay Misas de Sanación sacrifican sus trabajos, sus familias y sus obligaciones para estar sirviendo en las Misas mensuales de sanación. Ver las largas filas de hermanos(as) uniformados de blanco y negro a pesar de estar agotado por una larga jornada de trabajo es muy placentero para nuestro Señor.


Por eso San Pablo continua diciendo: “y si no, hermanos tengan en cuenta quienes han sido llamados, pues no hay entre ustedes muchos sabios según los criterios del mundo, ni muchos poderosos, ni muchos nobles. Al contrario, Dios ha elegido lo que el mundo considera necio para confundir a los sabios: ha elegido lo que el mundo considera débil para confundir a los fuertes, ha elegido lo vil, lo despreciable, lo que no es nada a los ojos del mundo para aniquilar a quienes creen que son algo (1 Cor 1:26-28).


La mayoría de todas nuestras debilidades aumenta nuestra sensibilidad relacional y ministerial. A veces estamos muy lejos de ser misericordiosos y considerados con las debilidades de otros. Dios quiere que tengamos un ministerio parecido al de Cristo en la tierra. Eso quiere decir que otras personas van a encontrar sanidad en tus heridas. Tus grandes mensajes de la vida y tu ministerio más eficaz surgirán de tus heridas mas profundas. Si quieres que Dios te bendiga y te use en gran manera, debes querer caminar cojeando el resto de tu vida porque Dios usa a las personas débiles y humildes.

Que este artículo sea un homenaje a nuestro Ministerio de Sanación de la Renovación Católica Carismática de la Diócesis de Arlington, porque de verdad estamos ¡Encendidos y Bendecidos!

Cuidemos nuestra Iglesia y nuestros sacerdotes

Por el Padre José E. Hoyos
Arlington Catholic Herald
16 de octubre de 2008

Dentro de nuestra vida de fe, todos queremos practicar las obras de misericordia, la caridad, la oración, servir de cualquier forma en la Iglesia. Otros tienen los deseos de ser misioneros en países en vía de desarrollo.

Toda nuestra vida espiritual se centra en la Iglesia, pero no en una Iglesia cualquiera, sino la Iglesia Católica, fundada por Nuestro Señor Jesucristo. Después de los apóstoles, nos dio al primer Papa San Pedro y luego a los sacerdotes. Hoy en estos tiempos difíciles económicos, políticos y la pérdida de valores morales es tiempo que recapacitemos, de integrarnos más a la Iglesia, en participar, a colaborar y a querer a los sacerdotes.

No solamente quererlos pero apoyar con la oración las vocaciones sacerdotales y religiosas. Ahora las vocaciones son pocas pero por eso hay que protegerlas y orar para que hayan más. Al sacerdote, hay que cuidarlo y quererlo, porque él también es humano y por lo tanto se puede equivocar, pero eso no quiere decir que por su investidura no siga siendo especial.

Las personas se desilusionan con la Iglesia por muchas razones entendibles. La lista podría ser bastante larga. En lugar de asustarnos y sorprendernos, debemos recordar que la Iglesia esta formada por pecadores de carne y hueso, incluyéndo a nosotros mismos. Nos lastimamos unos a otros, a veces en forma intencional y otras veces sin mal intención, porque somos pecadores.

Pero en vez de abandonar la Iglesia, necesitamos quedarnos para resolver el asunto si esto es de alguna manera posible. Si te divorcias de tu Iglesia a la primera señal de decepción o de desilusión, eso es señal de inmadurez. Dios tiene cosas que quiere enseñarte y a los demás también.

Todas las Iglesias tienen sus propias debilidades y problemas. Pronto volverás a sentirte decepcionado. ¿Qué estas haciendo para que la familia de tu Iglesia sea más calida y fraternal? ¿Qué es lo que más te gusta del sacerdote de tu parroquia?

miércoles, octubre 15, 2008

Tráfico congestionado en nuestras vidas

Por el Rev. José Eugenio Hoyos

Los que hemos tenido la oportunidad de vivir en grandes ciudades, hemos vivido la experiencia de un gran tráfico. Al levantarnos estamos convencidos que tenemos que levantarnos por lo menos una hora antes para que nos alcance el tiempo y podamos cumplir con nuestro trabajo. Hay momentos que el tráfico está tan pesado que terminamos con dolor de cabeza y estresados de la espera y de la lentitud de los carros que van en la vía.

Igualmente en nuestra vida personal hay días que se nos convierten en verdaderos congestionamientos de tráfico. No le hayamos salida a los problemas cotidianos. Otro congestionamiento que nos estresa son las largas filas que en muchos de nuestros países nos toca realizar para hacer un trámite de notario, un cobro o un pago en un banco o para comprar el boleto para el cine, el teatro o tomar un bus. Las fechas límites que nos toca cumplir y los plazos nos llevan a la incertidumbre, y a las frustraciones. Los cabellos que se convierten en canas y los que se nos caen para no volver a salir. Las metas de rendimiento y productividad que parecen sacadas de un cuento chino. Las aerolíneas como me pasó a mi en Francia, que pierden nuestro equipaje y lo mandan a Alemania como destino final. Y para nuestras angelicales caritas las tan odiadas y combatidas arrugas que no se pueden disimular ni con las cremas, menjurjes y pomadas más caras del mundo.

Así que no importa que tan difícil sea tu día, hay que descongestionarlo con paz, amor, paciencia y muchísima oración (y si es posible Santo Rosario en manos). Al fin de cuentas, cada día “es el día que hizo Dios; nos gozaremos y alegraremos en él” (Salmo 118, 24). ¿Este es el día que hizo el Señor? ¡Nos llama la atención! Tal vez los días festivos sean los días que el Señor ha hecho. Los Domingos de Pascua, los sábados de paseo, el día del cumpleaños, el aniversario, la graduación, el matrimonio, el día de ir de compras porque hay ofertas. ¿Pero específicamente este día? Pues “este día” incluye todos los días. Los días en que amanecemos de mal humor, felices, el día del divorcio, el día de los exámenes finales, los días de cirugía, los días de pagar impuesto, el día que te dijeron que ya no te querían. Cada día trae cosas buenas, malas, grandes sorpresas etc., pero no podemos olvidar que cada día es hecho por Dios. Él no está de vacaciones, todavía y para siempre tendrá la batuta de nuestras vidas.

Hoy súbete a un lugar bien alto o párate en una esquina e imagínate una gran avenida llena de autos, gente, motos, ruidos y vendedores, te parecerá un caos, pero cuando van pasando los minutos desde arriba allí está dirigiendo Dios el tráfico para que todos lleguen a sus destinos. Así es Dios con cada uno de nosotros, dejémonos guiar solo por Él.

martes, octubre 14, 2008

La humildad de Albert Einstein

Por Padre José E. Hoyos
Arlington Catholic Herald
23 de octubre de 2008

El pensador Edgar Faure tiene un dicho muy interesante y que le cabe en la cabeza de muchos arrogantes y creídos hoy en día, que por posición económica, por su cargo administrativo se creen mejor y mucho más importantes que otros. De ese tipo de personas que antes no eran nada, no tenían nada, pero que por un momento en la vida les cayó la suerte, el orgullo se les subió a la cabeza el dicho de Faure es: “Hombres con complejo de Dios.” “No es suficiente combatir la ignorancia de los ignorantes. Es precioso también y en primer lugar, combatir la ignorancia de los que saben muchas cosas, y en especial de los que creen saberlo todo”. Frase muy apropiada para tantos que se creen intocables por sus títulos, por un cargo o por su experiencia en un puesto.

En el caso del científico Albert Einstein, siempre me había llamado la atención desde que yo estaba en el colegio en Colombia, no por sus descubrimientos, inventos, teorías y aportes a la ciencia, sino por su personalidad y su gran humildad que siempre lo caracterizó. Siempre en mis estudios fue mi gran héroe. Nacido en Alemania un 14 de marzo de 1879 y nacionalizado estadounidense, es el científico más conocido e importante del siglo XX.

En 1905, siendo un joven físico desconocido, empleado en la oficia de patentes de Berna en Suiza, publicó su Teoría de la Relatividad Especial. La ciencia no alejó al gran científico Albert Einstein de Dios, sino que lo acercó más a Él. Einstein no se dejó ensoberbecer por sus conocimientos y afirmaba: “La ciencia descubre a Dios detrás de cada puerta que logra abrir”. Uno ve la fe sincera de científicos como Werner Von Braun y Louis Pasteur entre otros, y se duele del ateismo fanfarrón de algunos. Ojalá la ciencia, los acercara a Dios y a los demás.

Está claro que el único camino que nos lleva a Dios y a los demás es el de la sencillez. El orgullo por lo contrario, bloquea cualquier relación y nos aísla. El saber que lo necesitamos y no es el que nos eleva al espacio vacío de la soberbia, sino aquella sabiduría que nos hace crecer en bondad, armonía y humildad. Como dice el místico hindú Tagore: “Dios ama las florecillas y se cansa de los imperios”.