Por el Rev. José Eugenio Hoyos
Los que hemos tenido la oportunidad de vivir en grandes ciudades, hemos vivido la experiencia de un gran tráfico. Al levantarnos estamos convencidos que tenemos que levantarnos por lo menos una hora antes para que nos alcance el tiempo y podamos cumplir con nuestro trabajo. Hay momentos que el tráfico está tan pesado que terminamos con dolor de cabeza y estresados de la espera y de la lentitud de los carros que van en la vía.
Igualmente en nuestra vida personal hay días que se nos convierten en verdaderos congestionamientos de tráfico. No le hayamos salida a los problemas cotidianos. Otro congestionamiento que nos estresa son las largas filas que en muchos de nuestros países nos toca realizar para hacer un trámite de notario, un cobro o un pago en un banco o para comprar el boleto para el cine, el teatro o tomar un bus. Las fechas límites que nos toca cumplir y los plazos nos llevan a la incertidumbre, y a las frustraciones. Los cabellos que se convierten en canas y los que se nos caen para no volver a salir. Las metas de rendimiento y productividad que parecen sacadas de un cuento chino. Las aerolíneas como me pasó a mi en Francia, que pierden nuestro equipaje y lo mandan a Alemania como destino final. Y para nuestras angelicales caritas las tan odiadas y combatidas arrugas que no se pueden disimular ni con las cremas, menjurjes y pomadas más caras del mundo.
Así que no importa que tan difícil sea tu día, hay que descongestionarlo con paz, amor, paciencia y muchísima oración (y si es posible Santo Rosario en manos). Al fin de cuentas, cada día “es el día que hizo Dios; nos gozaremos y alegraremos en él” (Salmo 118, 24). ¿Este es el día que hizo el Señor? ¡Nos llama la atención! Tal vez los días festivos sean los días que el Señor ha hecho. Los Domingos de Pascua, los sábados de paseo, el día del cumpleaños, el aniversario, la graduación, el matrimonio, el día de ir de compras porque hay ofertas. ¿Pero específicamente este día? Pues “este día” incluye todos los días. Los días en que amanecemos de mal humor, felices, el día del divorcio, el día de los exámenes finales, los días de cirugía, los días de pagar impuesto, el día que te dijeron que ya no te querían. Cada día trae cosas buenas, malas, grandes sorpresas etc., pero no podemos olvidar que cada día es hecho por Dios. Él no está de vacaciones, todavía y para siempre tendrá la batuta de nuestras vidas.
Hoy súbete a un lugar bien alto o párate en una esquina e imagínate una gran avenida llena de autos, gente, motos, ruidos y vendedores, te parecerá un caos, pero cuando van pasando los minutos desde arriba allí está dirigiendo Dios el tráfico para que todos lleguen a sus destinos. Así es Dios con cada uno de nosotros, dejémonos guiar solo por Él.
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