viernes, julio 31, 2009

Enseñemos a otros a pescar

Por el Rev. José Eugenio Hoyos
Washington Hispanic
31 de julio de 2009

Las experiencias y grandes logros en la vida han estado siempre acompañados de grandes enseñanzas, buenos consejos y extraordinarios ejemplos de personas que han empezado desde abajo y han coronado la cima hasta llegar al éxito lógico que sobrepasando obstáculos. Eso mismo debemos aprender los inmigrantes a no solo esperar, sino a prepararnos a un buen futuro.

Una niña era la encargada de cuidar los pollos de la granja en la que vivía. Una de sus tareas consistía en observar los huevos para ver si habían nacido crías. Cierta mañana, se acercó al gallinero y vio que muchos polluelos rompían el cascaron. Había un huevo que no se había abierto del todo; el cuerpecito luchaba por salir a través de pequeños agujeros de la cáscara, pero le costaba atravesarlos. Impulsaba por sus ganas de ayudar, la muchacha abrió el huevo y liberó al pollito.

Lo que pasó después quedó grabado para siempre en su mente: a los pocos minutos, la cría recién nacida dejo de respirar. La pequeña corrió a buscar a su madre y le contó lo que había pasado. Cada ave trabaja duramente para nacer y liberarse del obstáculo que supone el cascaron – le explicó su madre – gracias a ese esfuerzo, adquiere la fortaleza suficiente como para vivir fuera de la cáscara.

Algo parecido sucede con las personas. Si nos hacemos cargo de las tareas de los demás creyendo que le ayudamos, en realidad, impedimos que se fortalezcan. El Señor nos dice: “Ayúdate que yo te ayudaré”. Es más provechoso enseñar a pescar que dar un pescado. Lo que se da gratis, las personas no lo valoran. Así que enseñemos a los demás con generosidad y obtendremos grandes hombres responsables y productivos en una sociedad que carece de líderes.

martes, julio 28, 2009

Recordando a nuestras abuelas

Por el Rev. José Eugenio Hoyos

Mi abuela bordaba los manteles más hermosos. Cuando era niño me quedaba junto a ella las tardes enteras charlando mientras sus hábiles manos danzaban en perfecta armonía con los hilos y telas.

Su estado de ánimo variaba dependiendo del día. A veces estaba alegre y conversadora, otras lucía seria y silenciosa. Y de vez en cuando se quejaba más de la cuenta.

Sin embargo siempre, sin importar el día, cosía con la misma mística. Frecuentemente la encontraba en su silla, dormitando, con la cabeza inclinada levemente hacia adelante, pero aferrando con firmeza su tejido.

Durante semanas sus bordados me parecían extraños y confusos, puesto que mezclaba hilos de distintos colores y texturas, que se veían en completo desorden. Cuando le preguntaba que estaba tejiendo o bordando, sonreía y gentilmente me decía: “Ten paciencia, ya lo verás”.

Al mostrarme la obra terminada, me percataba que donde había habido hilos de colores oscuros y claros, resplandecía bordada una linda flor o un precioso paisaje. Lo que antes parecía desordenado y sin sentido, se entrelazaba creando una hermosa figura.

Me sorprendía y le preguntaba: “Abuela, ¿cómo lo haces? ¿Cómo puedes tener tanta paciencia?”.

“Es como la vida. -respondía-. Si te fijas en la tela y los hilos en su estado original, se asemejarán a un caos, sin sentido ni relación, pero si recuerdas lo que estás creando, todo tendrá sentido. Si juzgas tu vida solamente por la rutina de lo cotidiano, mucho de lo que haces parecerá inútil y sin sentido, pero si recuerdas el bordado que estás tejiendo, aun los enredos más caóticos cobrarán significado.

lunes, julio 27, 2009

El germen de querer a Colombia

por Lilliana Vélez De Restrepo- Mónica Quintero- Natalia Estefanía Botero
ElColombiano.com
20 de julio de 2009

Estos tres personajes tienen algo en común: están enamorados de este país. Dos son nacionales y uno más es colombiano por adopción.

Sin embargo, los tres pasan más tiempo por fuera de Colombia que dentro de sus límites. Quizá por eso la sienten aún más, la disfrutan más, y sufren en la distancia cuando algo no marcha bien por estos lados.

Extrañan a su gente, la comida, la música, pero cada que tienen la oportunidad o por simple costumbre, hablan bien de Colombia.

El primer personaje es una dama [Gloria Caro], que maquilla y peina a las celebridades hispanas de Miami. El padre Hoyos es un colombiano que deja huella en Washington y el tercero es un salsero [Maelo Ruiz], que le agradece eternamente a los colombianos haberlo recibido con los brazos abiertos...

José Eugenio Hoyos: El carismático padre del Hi5

El padre José Eugenio Hoyos es un sacerdote a quien su ferviente actividad, por más de 20 años entre las comunidades de hispanos en Washington, no le ha impedido que su corazón siga palpitando por Colombia.

Con más de 23 mil votos, fue elegido como uno de los 10 colombianos que dejan huella en el exterior en la convocatoria que hizo el Ministerio de Relaciones Exteriores y el programa Colombia es Pasión, y que se premia hoy, durante la celebración del 20 de julio, en Washington.

Además de su persistente labor para presentar a Colombia, ante propios y extraños, como un país de esperanza y seguro, y de su interés por rehabilitar pandilleros, drogadictos, o encontrar un órgano para quien necesita con urgencia un trasplante, el padre Hoyos no teme arremangarse su camisa para acompañar a más de 500 mil inmigrantes a una multitudinaria manifestación frente al capitolio de la capital norteamericana para pedir una reforma migratoria.

Carismático y muy conectado, pues se comunica con sus seguidores a través de Facebook, Hi 5 y un blog, el padre Hoyos extraña el "folclor y el calor de su gente", y si vamos al detalle, no olvida un buen sancocho de Ginebra, Valle, o los tamales; una subida a Monserrate o la música colombiana, de la que el vallenato resulta ser el género que más le gusta.