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Dentro de pocos días el mundo entero y muy cerca de nosotros estaremos siendo testigos de la toma de posesión del 44 presidente de los Estados Unidos, Barack Obama. Hay muchas expectativas sobre la presidencia del primer Afro Americano siendo presidente en el país considerado la primera potencia mundial. Para los que pertenecemos a las minorías dentro de los Estados Unidos nos llena de grades alegrías y satisfacciones pero igualmente de muchas preocupaciones. El nuevo presidente recibe una nación golpeada por la crisis económica, el terrorismo y los estragos de los desastres naturales. Su antecesor, el presidente George W. Bush, lleva consigo una cuenta de cobros de torturas, apoyo a la guerra, la caída de la bolsa de valores y en el plano migratorio el más alto índice de redadas y persecuciones migratorias más alta de la historia de los Estados Unidos.
Es por eso que desde esta columna y con las plegarias de más de 14 millones de indocumentados pedimos al nuevo Señor Presidente Barack Obama que en su agenda presidencial, le de cómo prioridad a una reforma justa y moral al sistema de inmigración. Como hijo de inmigrantes y buen conocedor del tema, la solución a nuestras familias inmigrantes, al conceder una amnistía sin miedo, una residencia temporal a los que aman y han servido a este país sin ningún problema judicial, mostraría al mundo entero que el programa de su campaña política “cambio” sí fue una realidad y no una propaganda más.
Señor Presidente, usted no puede ignorar que Estados Unidos de América ha sido un pionero de los derechos humanos y el seguir deportando a cada inmigrante es la mayor violación de esos derechos civiles fundamentales. La solución, Señor Presidente, al problema de inmigración ilegal es no hacerla aún más difícil y peligrosa, sino eliminar las causas de inmigración ilegal. Una política migratoria más comprensible y generosa nos capacitará mejor a tener un control más justo a ciertas personas que cruzan las fronteras. En su gobierno se debe crear una cultura de inmigración donde todo el pueblo Estadounidense recuerde y aprenda los derechos y deberes de los inmigrantes. Al legalizar a 14 millones de indocumentados esta acción traerá una gran bonanza económica y se reactivará positivamente la economía, pues en las manos de los inmigrantes se mueve el futuro económico de América.