Nuevas Raíces
16 de enero de 2008
Para una gran mayoría de personas en nuestros países al comenzar un nuevo año nos hacemos de un tiempo para escribir las resoluciones, metas, o deseos a alcanzar. Estos deseos o resoluciones tienen como objetivo mejorar nuestra forma de vivir. Cada vez, las famosas resoluciones toman más y más fuerza.
Por curiosidad le preguntamos a amigos, familiares y gente que no conocíamos sobre las resoluciones de comienzo de año y la mayoría de ellos nos respondieron que uno de sus propósitos era acercarse más a Dios y a la iglesia. No muy lejos de estas respuestas encontramos por ejemplo, las metas de estar en forma como adelgazar, ir al gimnasio, no comer chocolates, o aquellos objetivos que tienen que ver con superación personal como terminar una carrera, conseguir un mejor trabajo, ahorrar, viajar, o los que tienen que ver con lo espiritual como reconciliarse y pedir perdón, colaborar en una obra de caridad, no criticar tanto, o tener un hijo.
Pero desafortunadamente muchas de estas metas o resoluciones se quedan en buenas intenciones. Yo creo que la mejor manera de cumplir con por lo menos una, es dándole seguimiento, escribirla en un lugar visible de la casa, ser constantes, tener fortaleza y seguimiento en lo propuesto. Porque aunque nos parezca fantasioso, si la intención se acompaña de oración y se le pide la fuerza al Espíritu Santo se pueden lograr buenos resultados. Las personas y las familias experimentarán cambios maravillosos y nos sentiremos bien de que cumplimos con lo que nos propusimos hacer.
Las personas que han triunfado en la vida, es por que se han propuesto metas sencillas y las han cumplido. Con ánimo y sacrificio que nuestras resoluciones o metas no se queden como los graffitis pintados en las paredes sin ninguna función.
Para este nuevo año el 2008 el año de la esperanza, de la alegría y de los buenos propósitos, reflexionemos sobre los graffitis que pueden ser la realidad en que vivimos:
- La constancia es el recurso de los feos.
- Los hijos han crecido cuando dejan de preguntar de donde vinieron y se niegan a decir a donde van.
- En nuestros países solo seis personas aguantan hambre; yo, tú, él, nosotros, vosotros, y ellos.
- Vengo de ver al médico, me quitó el café, el cigarrillo, el licor y el sueldo.
- El cobarde es quien en los momentos de peligro piensa con las piernas.
- El trabajo es salud; lo que mata son los sueldos.