Por el Rev. José Eugenio Hoyos
He querido tomar aparte como tema de reflexión y enriquecimiento espiritual el Sábado Santo y el Domingo de Resurrección. Aunque todos los días en la Semana Santa son importantes; el Sábado y el domingo son días de celebración de esperanza y vida en la luz de Cristo. El estar un Sábado Santo dentro de la Iglesia a oscuras iluminada solamente por las lucecitas de los asistentes y escuchar la proclamación cantada de la Pascua impresiona a los católicas, no católicas y sobre todo a los pequeños.
Después de escuchar las lecturas del Antiguo Testamento, cantamos el Aleluya por primera vez desde que empezó la Cuaresma para anunciar el Evangelio de la Resurrección. Esta es la gran noche para dar la bienvenida a nuestra Iglesia Católica a aquellos personas adultas que por primera vez van a recibir los Sacramentos del Bautismo, Primera Comunión y Confirmación, y sobre todo es la gran oportunidad de hermanos de otras creencias que con una adecuada preparación entran a formar parte de la gran familia católica.
El Domingo de Pascua es central para nuestra fe, pues es el día más grande de la cristiandad, es cuando Cristo resucita dentro de los muertos: ¿Se puede entender también como los muertos, la falta de consciencia, y la resurrección como el nacimiento de la consciencia? Y quizás porque no, ¿La eternidad en la resurrección de Cristo? “Dios no es Dios de muertos, sino Dios de vivos” Mc 12:27.
En todas las Iglesias Católicas se canta de nuevo el gloria. Este es el día de la esperanza universal, el día en que en torno al resucitado, se unen y se asocian todos los sufrimientos humanos, las desilusiones, las humillaciones, las cruces, la dignidad humana violada, la vida humana no respetada. El hombre no puede perder jamás la esperanza en la victoria del bien sobre el mal. Por esta razón los cristianos con gran júbilo celebramos este día la Misa Pascual del Domingo de Resurrección gloriosa.
“En este día de tu triunfo sobre la muerte, que la humanidad encuentre en Ti Señor, la valentía de oponerse de manera solidaria a tantos males que nos afligen” (S.S. Juan Pablo II). En varias partes del mundo, los feligreses van vestidos de blanco como signo de vida, de resurrección, de solidaridad y de paz. Hoy es el día de la verdadera Pascua y el valor de una nueva primavera espiritual.
He querido tomar aparte como tema de reflexión y enriquecimiento espiritual el Sábado Santo y el Domingo de Resurrección. Aunque todos los días en la Semana Santa son importantes; el Sábado y el domingo son días de celebración de esperanza y vida en la luz de Cristo. El estar un Sábado Santo dentro de la Iglesia a oscuras iluminada solamente por las lucecitas de los asistentes y escuchar la proclamación cantada de la Pascua impresiona a los católicas, no católicas y sobre todo a los pequeños.
Después de escuchar las lecturas del Antiguo Testamento, cantamos el Aleluya por primera vez desde que empezó la Cuaresma para anunciar el Evangelio de la Resurrección. Esta es la gran noche para dar la bienvenida a nuestra Iglesia Católica a aquellos personas adultas que por primera vez van a recibir los Sacramentos del Bautismo, Primera Comunión y Confirmación, y sobre todo es la gran oportunidad de hermanos de otras creencias que con una adecuada preparación entran a formar parte de la gran familia católica.
El Domingo de Pascua es central para nuestra fe, pues es el día más grande de la cristiandad, es cuando Cristo resucita dentro de los muertos: ¿Se puede entender también como los muertos, la falta de consciencia, y la resurrección como el nacimiento de la consciencia? Y quizás porque no, ¿La eternidad en la resurrección de Cristo? “Dios no es Dios de muertos, sino Dios de vivos” Mc 12:27.
En todas las Iglesias Católicas se canta de nuevo el gloria. Este es el día de la esperanza universal, el día en que en torno al resucitado, se unen y se asocian todos los sufrimientos humanos, las desilusiones, las humillaciones, las cruces, la dignidad humana violada, la vida humana no respetada. El hombre no puede perder jamás la esperanza en la victoria del bien sobre el mal. Por esta razón los cristianos con gran júbilo celebramos este día la Misa Pascual del Domingo de Resurrección gloriosa.
“En este día de tu triunfo sobre la muerte, que la humanidad encuentre en Ti Señor, la valentía de oponerse de manera solidaria a tantos males que nos afligen” (S.S. Juan Pablo II). En varias partes del mundo, los feligreses van vestidos de blanco como signo de vida, de resurrección, de solidaridad y de paz. Hoy es el día de la verdadera Pascua y el valor de una nueva primavera espiritual.