Millones y millones de grupos de oración, grupos bíblicos, movimientos carismáticos, grupos en el Espíritu Santo encontramos en muchas Iglesias y en varios idiomas dentro del mundo Cristiano Católico.
Una Renovación Carismática como movimiento eclesial bien organizado y en obediencia con las normas de la Iglesia Católica traen multitud de bendiciones sobre el pueblo de Dios.
A los Sacerdotes, seamos carismáticos activos o no, tenemos la obligación, en vez de criticar a un pueblo orante o a los grupos Carismáticos en guiarles, darles doctrina sacramental, compartir las oraciones, seleccionar las alabanzas que fortalecen la vida espiritual y estar atentos a las necesidades espirituales de los feligreses sedientos en conocer a Dios y tocados en el fuego del Espíritu Santo.
Los grupos Carismáticos dan un aporte positivo a nuestra Iglesia. Se convierten en auténticos cuando son asiduos en los sacramentos, en la devoción a la Virgen María, inculcan el rezo del santo rosario a las familias sobre todo tienen una fervorosa devoción a la Eucaristía.
Juan Pablo II en su carta “El misterio y el culto de la Eucaristía” de febrero de 1980 al hablar de la “auténtica renovación” propuesta por el Vaticano II, dice “La iglesia y el mundo tienen una gran necesidad del culto Eucarístico”. Jesús nos espera en este sacramento del amor, no escatimemos tiempo para ir a encontrarlo en la adoración en la contemplación llena de Fe y abierta a reparar graves faltas y delitos del mundo. No cese nunca nuestra adoración”. Frente al Santísimo sacramento los auténticos renovados en el Espíritu Santo nos congregamos ante Jesús Eucaristía para de esta gran manera tener un diálogo personal con el Cristo Resucitado.
San Hilario en el comentario de los salmos dice “Renacidos mediante el sacramento del Bautismo experimentamos una grandísima alegría cuando preguntamos en nosotros mismos las primicias del Espíritu Santo, con el conocimiento de los misterios, la ciencia de la revelación, la palabra de la sabiduría, la firmeza de la esperanza, los carismas de las curaciones y el poder sobre el demonio”.
No podemos ignorar al Católico renovado y auténtico cuando es consciente y vive y practica los dones, los frutos y los carismas dados en la efusión del Espíritu Santo.