Por el Rev. José Eugenio Hoyos
Cada día los niños y los jóvenes nos sorprenden con sus preguntas, sus inquietudes y sobre todo con sus observaciones. Mi abuelita siempre decía hay que ponerle mucha atención a los niños y a los borrachos, porque de ellos salen muchas verdades y se descubren muchos secretos.
En una ocasión una profesora le pide a un niño que le diga lo que el quiere ser en su vida, y el niño le respondió: “Quiero ser un televisor”. A lo que la profesora sorprendida le dice: “Pero Carlitos, ¿y de donde sacas esto?” “Sí, profesora, quiero ser un televisor, porque así mis padres me podrán ver y atender mas fácilmente de igual forma pasaran largas horas conmigo sin aburrirse”.
La gran pobreza del que solo tienen dinero y ansias de cosas, es que es rodeado de joyas artificiales. Termina muriendo con su mente encadenada y sin haber saciado su ambición, y sin haber descubierto las joyas valiosas de la naturaleza, de la oración, del compartir, del convivir, del dialogo, de la solidaridad, del vivir y compartir en familia, del vivir en Dios. Para acercarse al otro es necesario y conveniente despejar juicios y prejuicios, y sobre todo colocar en medio el respeto y la dignidad antes que rebajar a los demás.
El humanista español Luis Martín Descalzo, quien realizó un viaje a la India con motivo de una visita del Papa Pablo VI, y el mismo nos confiesa: “Yo había ido creyéndome un rico que visita a los pobres y me encontré, si, un pueblo de infinita miseria económica, pero de tremenda riqueza interior. Descubrí que sus cosas eran pobres, pero sus almas anchas; sus mesas mal abastecidas, pero su generosidad interminable. Había ido creyéndome propietario de la verdad y ellos me enseñaron la tolerancia. Pensé que iba a comparecer y regrese asustado de mis vacíos. Me creía culto; me descubrí egoísta.”
Hoy los hijos necesitan que sus padres le dediquen tiempo para su formación e instrucción, pero a su vez necesitan ver la paciencia de sus padres, su comprensión de las distintas etapas por las que atraviesan para así exigirles a partir de dichas etapas. No esperemos que los hijos se conviertan en televisores o computadores para prestarles atención.
viernes, junio 26, 2009
jueves, junio 25, 2009
Hay que seguir luchando por la reforma migratoria
Por el Rev. José Eugenio Hoyos
Washington Hispanic
3 de julio de 2009
Si hemos estado esperando con ansiedad, paciencia y humildad una reforma migratoria justa y con toque moral por tantos años hoy más que nunca no podemos dar nuestro brazo a torcer. Todo lo contrario nuestra lucha ahora es que empieza. Hay que organizarnos mejor, utilizar el Internet para mandar mensajes a los congresistas y senadores de una forma amigable y educada. Busquemos organizaciones amigas que redacten mensajes positivos en inglés para demostrar que somos buenos ciudadanos, que queremos colaborar y amamos los Estados Unidos. Que las redadas y deportaciones son actos barbáricos que están destruyendo la unidad familiar. Que con la legalización de más de 12 millones de inmigrantes las contribuciones de las penalidades será un aporte positivo para contrarrestar la crisis económica.
El Presidente Barack Obama prometió en su campaña que trabajaría por una reforma migratoria justa. El viernes pasado nos lo volvió a repetir con mucha seguridad y confianza de que por fin se dará respuesta a esta petición manoseada, pisoteada y humillada por grupos partidistas y fanáticos estadounidense. Ahora si se puede hablar de la reforma, hay que disfrutar de la esperanza que nos brinda Obama.
Pero pase lo que pase, demore lo que demore debemos empezar a prepararnos. No cometamos faltas contra la ley, no manejemos sin licencia ni embriagados, evitemos las disputas familiares, paguemos impuestos, aprendamos algo de inglés y leamos sobre la historia de los Estados Unidos. Personalmente tengo mucha fe y esperanza que nuestro Presidente no nos va a fallar; como Iglesia seguiremos trabajando fuerte para apoyar todas las organizaciones por inmigrantes hasta conseguir la legalización de todos. No olvidemos, participemos con más entusiasmo en las actividades de los inmigrantes y de corazón preparémonos. Viene algo grande y recuerde: camarón que se duerme se lo lleva la corriente, ni un paso atrás siempre adelante.
Washington Hispanic
3 de julio de 2009
Si hemos estado esperando con ansiedad, paciencia y humildad una reforma migratoria justa y con toque moral por tantos años hoy más que nunca no podemos dar nuestro brazo a torcer. Todo lo contrario nuestra lucha ahora es que empieza. Hay que organizarnos mejor, utilizar el Internet para mandar mensajes a los congresistas y senadores de una forma amigable y educada. Busquemos organizaciones amigas que redacten mensajes positivos en inglés para demostrar que somos buenos ciudadanos, que queremos colaborar y amamos los Estados Unidos. Que las redadas y deportaciones son actos barbáricos que están destruyendo la unidad familiar. Que con la legalización de más de 12 millones de inmigrantes las contribuciones de las penalidades será un aporte positivo para contrarrestar la crisis económica.
El Presidente Barack Obama prometió en su campaña que trabajaría por una reforma migratoria justa. El viernes pasado nos lo volvió a repetir con mucha seguridad y confianza de que por fin se dará respuesta a esta petición manoseada, pisoteada y humillada por grupos partidistas y fanáticos estadounidense. Ahora si se puede hablar de la reforma, hay que disfrutar de la esperanza que nos brinda Obama.
Pero pase lo que pase, demore lo que demore debemos empezar a prepararnos. No cometamos faltas contra la ley, no manejemos sin licencia ni embriagados, evitemos las disputas familiares, paguemos impuestos, aprendamos algo de inglés y leamos sobre la historia de los Estados Unidos. Personalmente tengo mucha fe y esperanza que nuestro Presidente no nos va a fallar; como Iglesia seguiremos trabajando fuerte para apoyar todas las organizaciones por inmigrantes hasta conseguir la legalización de todos. No olvidemos, participemos con más entusiasmo en las actividades de los inmigrantes y de corazón preparémonos. Viene algo grande y recuerde: camarón que se duerme se lo lleva la corriente, ni un paso atrás siempre adelante.
miércoles, junio 24, 2009
La globalización no puede desplazar a Dios
Por el Rev. José Eugenio Hoyos
Ni la globalización, ni la era espacial, ni los eventos o descubrimientos científicos pueden ignorar o desplazar a Dios. Es aceptable que el final del siglo XX nos introdujo un nuevo orden mundial. Este evento histórico significó dos cosas: el fin del acuerdo político bipolar del mundo y el fin de un orden económico que dividía al mundo en dos economías, la capitalista y la socialista.
Lo que ha reemplazado el estilo de vida impuesto por la Guerra Fría, que perduró por más de cuatro décadas, es lo que ahora se le conoce con el nombre de globalización, en donde hay una hegemonía de los Estados Unidos, que dicho sea de paso sufre una decadencia creciente y asombrosa. La globalización que es la tendencia del momento, como los demás sistemas conocidos hasta hoy, privilegia la ganancia por encima de la persona, prestan el bienestar como la fuente de la felicidad, desplaza a Dios y coloca en su lugar al hombre, la materia, al mundo.
La globalización, por tanto, toca cuatro dimensiones fundamentales de nuestras vidas: la tecnológica, la económica, la política y la cultural. Con la tecnología, el tiempo y la distancia han sido acortados de manera dramática. La rapidez de la comunicación y de la transportación ha llevado al aumento del intercambio comercial y del consumo, al movimiento veloz de capitales, así como a una emigración masiva con el fin de suplir mano de obra barata a los países donde escasea la misma y al mismo tiempo para mejorar la situación política y económica de las clases mas desposeídas y golpeadas por el infortunio y el desempleo. La diversidad postmoderna parece orientarse a una homogeneización de la cultura. La identidad local se reafirma cada vez más por la incursión desbordante de lo global, lo cual ha llevado a violencias, resurgimiento del lenguaje y de las costumbres, acentuación de diferencias religiosas. Si antes vivimos el peligro constante de la Guerra Fría, hoy han crecido las pequeñas guerras dentro de cada Estado y nación, las cuales están creando un numero de refugiados mayor que el de la Segunda Guerra Mundial. Regresemos a Dios de nuevo a la humanidad.
Ni la globalización, ni la era espacial, ni los eventos o descubrimientos científicos pueden ignorar o desplazar a Dios. Es aceptable que el final del siglo XX nos introdujo un nuevo orden mundial. Este evento histórico significó dos cosas: el fin del acuerdo político bipolar del mundo y el fin de un orden económico que dividía al mundo en dos economías, la capitalista y la socialista.
Lo que ha reemplazado el estilo de vida impuesto por la Guerra Fría, que perduró por más de cuatro décadas, es lo que ahora se le conoce con el nombre de globalización, en donde hay una hegemonía de los Estados Unidos, que dicho sea de paso sufre una decadencia creciente y asombrosa. La globalización que es la tendencia del momento, como los demás sistemas conocidos hasta hoy, privilegia la ganancia por encima de la persona, prestan el bienestar como la fuente de la felicidad, desplaza a Dios y coloca en su lugar al hombre, la materia, al mundo.
La globalización, por tanto, toca cuatro dimensiones fundamentales de nuestras vidas: la tecnológica, la económica, la política y la cultural. Con la tecnología, el tiempo y la distancia han sido acortados de manera dramática. La rapidez de la comunicación y de la transportación ha llevado al aumento del intercambio comercial y del consumo, al movimiento veloz de capitales, así como a una emigración masiva con el fin de suplir mano de obra barata a los países donde escasea la misma y al mismo tiempo para mejorar la situación política y económica de las clases mas desposeídas y golpeadas por el infortunio y el desempleo. La diversidad postmoderna parece orientarse a una homogeneización de la cultura. La identidad local se reafirma cada vez más por la incursión desbordante de lo global, lo cual ha llevado a violencias, resurgimiento del lenguaje y de las costumbres, acentuación de diferencias religiosas. Si antes vivimos el peligro constante de la Guerra Fría, hoy han crecido las pequeñas guerras dentro de cada Estado y nación, las cuales están creando un numero de refugiados mayor que el de la Segunda Guerra Mundial. Regresemos a Dios de nuevo a la humanidad.
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