Por el Rev. Jose Eugenio Hoyos
Sea como sea las circunstancias o los problemas que estemos atravesando Cristo nos envía la fuerza del Espíritu Santo para que nos llenemos de valor, seamos perseverantes y nos convirtamos en vencedores. Nuestra vida diaria se convierte en muchas ocasiones en una gran batalla contra el enemigo y para combatirlo debemos tener presente siempre la oración, nuestras devociones, nuestra firmeza en creer que con Dios todo se puede. El cristiano lucha con las armas de Dios, siendo la más importante, la oración (1 Ts 5, 8), y lucha las 24 horas porque la carne tiene deseos contrarios al Espíritu, y el espíritu contrarios a la carne (Gl 5, 17).
El demonio aborrece: que recemos el rosario, que participemos con devoción en la Misa, que perdonemos las ofensas, que nos vistamos con modestia, que realicemos obras de caridad, que estemos alegres, que nos fastidie el alcohol, que defendamos la vida, que estemos en contra de la pornografía, al enemigo no le gusta que tengamos amor a la Sanísima Virgen Maria, y a que sigamos las vidas ejemplares de los santos, se enfurece cuando besamos o cargamos una cruz.
“El vencedor le daré de comer del maná escondido, y también le daré una piedra blanca, en la cual está escrito un nombre nuevo que nadie conoce fuera de aquel que la reciba” (Apoca 2, 17). “Yo escribiré en los vencedores el nombre de mi Dios y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén que viene del cielo, de mi Dios” (Apoca 3, 12b). El ejemplo por excelencia de ganador en una batalla es Jesucristo. Basta leer las tentaciones que le presento satanás y como las combatió (Mateo 4, 1-11).
Es importante conocer el arma que Cristo utiliza para salir vencedor en la lucha contra el enemigo. A cada una de las tentaciones que le puso satanás. Jesús salió victorioso contestándole con la palabra de Dios. Podemos decir como San Pablo: tanga la espada de la palabra en la mano, como el arma que el Espíritu Santo les da (Ef 6, 17).
En este tiempo el mundo necesita con urgencia hombres valientes que se entusiasmen y se enamoren de Cristo, pues la salvación viene solo a través de Cristo Señor de vida y triunfador sobre la muerte.
Démosle vida a nuestros proyectos: inyectándole la efusión del espíritu de Dios.