jueves, marzo 17, 2016

La Renovación Carismática Es La Vida En La Cultura De Pentecostés


Por José Eugenio Hoyos


La Renovación Carismática (RCC) nació en la experiencia de Pentecostés, así como nuestra Iglesia nace en Pentecostés, así también la Renovación Carismática brota como una poderosa e incontenible corriente de gracia sobre el mundo espiritual de los creyentes.

La Iglesia naciente descrita en Hechos 2, 5 y las comunidades apostólicas conocidas por las epístolas, son el reflejo de la verdadera Renovación y revolución espiritual del Espíritu Santo.

El llamado de Jesús de seguirlo a Él no ha cambiado es el mismo, sigue predicando al mundo entero a través de su palabra y con hechos: curaba a los enfermos, liberaba a los oprimidos por espíritus malignos perdonaba a los pecadores, acogía a mujeres y niños, y denunciaba las injusticias de los  poderosos.


Sin equivocarme desde el tiempo de Jesús ya se sentía y existía la Renovación Carismática pues cada predicación, cada parábola, cada milagro y sanación eran signos e invitaciones a la conversión, pues El anunciaba que para que llegara el Reino de Dios, hacía falta “Convertirse.” Esto quiere decir cambiar el modo de pensar, de sentir, de actuar, de dejar el hombre viejo, de regresar de lo mundano a lo espiritual, del hombre carnal a lo espiritual, de renovar un pasado para vivir el presente con Cristo Jesús.

Los Evangelios explican estas conversiones de la misma manera: “Para que las personas cambian de vida, es necesario tener un encuentro personal con Jesús. “La conversión es el primer paso para seguir a Jesús y hacerse discípulo suyo. La palabra “llamada” de Jesús es igual a la “llamarada” tener un corazón lleno del fuego del Espíritu Santo, con las brasas de la oración ardiendo. Esto es vivir una cultura de Pentecostés nacer de nuevo en el Espíritu Santo.   

lunes, marzo 14, 2016

La RCC siempre Está Acompañada Por Los Milagros de Cristo Jesús


Por José Eugenio Hoyos


Si observamos atentamente los milagros prodigios y señales con que Dios acredito la misión de Jesucristo, según las palabras pronunciadas por el Apóstol Pedro el día de Pentecostés en Jerusalén. Constatamos que Jesús al obrar estos milagros, estas señales, actuó en nombre propio, convencido de su poder Divino, y al mismo tiempo, de la más íntima unión con el Padre. Nos encontramos, pues, todavía y siempre ante el misterio del hijo del hombre- Hijo de Dios, cuyo yo transciende todos los límites de la condición humana, aunque a ella pertenezca por libre elección y todas las posibilidades humanas de realización e incluso de simple conocimiento.

Miremos algunos pasajes bíblicos presentados por los evangelistas, nos permite darnos cuenta de la presencia arcana en cuyo nombre Jesucristo obra sus milagros. Por ejemplo en el leproso cuando de rodillas Jesús lo levanta… el leproso le dice a Jesús: si quieres puedes limpiarme.


El en su humanidad enternecido pronuncia una palabra de orden, que en un caso como aquel corresponde a Dios, no a un simple hombre. “Quiero, se limpió y al instante desapareció la lepra.. Y quedo limpio. (Mc 1 40-42)

Otro ejemplo le tenemos en el paralitico que fue bajado por un agujero realizado en el techo de la casa “Yo te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa (Mc 2, 11, 12)


Otro ejemplo la hija de Jairo (Marcos 5, 41, 42) Jesús tomándola de la mano, le dijo Taltha qumi, que quiere decir Niña a ti te digo levántate y al instante se levantó la niña y echó a andar.

El joven muerto de Naim (Lucas 7, 14-15) en el caso del joven muerto de Naim, “Joven a ti te hablo Levántate, sentase el muerto comenzó a hablar.