Por Padre José E. Hoyos Salcedo.
Cada vez las personas de Fe y activas en la Oración atestiguan con mucha seriedad que es difícil negar a Dios cuando su presencia se siente a nuestro lado, él siempre esta allí y si vamos un poco mas en nuestro vivir Católico lo podemos sentir en los Sacramentos especialmente en la Eucaristía. Negar a Dios seria negarse a si mismo, seria materializar aquello que es imposible de limitar y cosificar: El Espíritu.
Cada vez las personas de Fe y activas en la Oración atestiguan con mucha seriedad que es difícil negar a Dios cuando su presencia se siente a nuestro lado, él siempre esta allí y si vamos un poco mas en nuestro vivir Católico lo podemos sentir en los Sacramentos especialmente en la Eucaristía. Negar a Dios seria negarse a si mismo, seria materializar aquello que es imposible de limitar y cosificar: El Espíritu.
“San Agustín habla del desasosiego del corazón humano que no puede hallar la paz mientras no descanse en Dios. Sin Dios, para quien hemos sido creados somos como peces fuera del agua. Si no experimentamos la agonía que padece el pez, es únicamente porque matamos el dolor con infinidad de deseos, placeres y hasta problemas que permitimos que ocupen nuestra mente y suprimimos el deseo de Dios.
En este empeño de ocupar el lugar de Dios, de pretender demostrar su inexistencia, el ser humano ha intentado fabricarlo, lo cual a su vez es una contradicción, pues si Dios no existe no hay tampoco necesidad de sustituirlo y mucho menos de fabricarlo. La actitud que esta de fondo en esta huida absurda de rechazo a Dios, es lo que el Papa Benedicto XVI ha calificado como el “Relativismo Moral”, que no es mas que esa tendencia medalaganeria de disfrutar la vida sin ninguna meta, sin ninguna referencia moral, sin un compromiso social, sin autocontrol y sin controles externos.
Y en esa carrera dislocada de suplantar a Dios, fabricando u ocupando su lugar, el ser humano busca probarlo todo sin encontrar sabor a nada, busca llenar los vacíos de una vida sin Dios y se choca con la aparición de otros vacíos mayores.
El espejo de Dios es cada rostro humano, es la naturaleza con la inmensidad de su contenido y de manera especial tú mismo.
¿Por qué si eres imagen de Dios pretendes ocupar el lugar de Dios?
¿Por qué siendo criatura pretendes fabricar a tu Creador?
Vive unido a Dios y comprobaras lo que dijo Teresa de Jesús: Quien a Dios tiene nada le falta, solo Dios basta”.