martes, octubre 14, 2008

La humildad de Albert Einstein

Por Padre José E. Hoyos
Arlington Catholic Herald
23 de octubre de 2008

El pensador Edgar Faure tiene un dicho muy interesante y que le cabe en la cabeza de muchos arrogantes y creídos hoy en día, que por posición económica, por su cargo administrativo se creen mejor y mucho más importantes que otros. De ese tipo de personas que antes no eran nada, no tenían nada, pero que por un momento en la vida les cayó la suerte, el orgullo se les subió a la cabeza el dicho de Faure es: “Hombres con complejo de Dios.” “No es suficiente combatir la ignorancia de los ignorantes. Es precioso también y en primer lugar, combatir la ignorancia de los que saben muchas cosas, y en especial de los que creen saberlo todo”. Frase muy apropiada para tantos que se creen intocables por sus títulos, por un cargo o por su experiencia en un puesto.

En el caso del científico Albert Einstein, siempre me había llamado la atención desde que yo estaba en el colegio en Colombia, no por sus descubrimientos, inventos, teorías y aportes a la ciencia, sino por su personalidad y su gran humildad que siempre lo caracterizó. Siempre en mis estudios fue mi gran héroe. Nacido en Alemania un 14 de marzo de 1879 y nacionalizado estadounidense, es el científico más conocido e importante del siglo XX.

En 1905, siendo un joven físico desconocido, empleado en la oficia de patentes de Berna en Suiza, publicó su Teoría de la Relatividad Especial. La ciencia no alejó al gran científico Albert Einstein de Dios, sino que lo acercó más a Él. Einstein no se dejó ensoberbecer por sus conocimientos y afirmaba: “La ciencia descubre a Dios detrás de cada puerta que logra abrir”. Uno ve la fe sincera de científicos como Werner Von Braun y Louis Pasteur entre otros, y se duele del ateismo fanfarrón de algunos. Ojalá la ciencia, los acercara a Dios y a los demás.

Está claro que el único camino que nos lleva a Dios y a los demás es el de la sencillez. El orgullo por lo contrario, bloquea cualquier relación y nos aísla. El saber que lo necesitamos y no es el que nos eleva al espacio vacío de la soberbia, sino aquella sabiduría que nos hace crecer en bondad, armonía y humildad. Como dice el místico hindú Tagore: “Dios ama las florecillas y se cansa de los imperios”.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Mencionando a Von Braun, padre del programa especial, lástima que de joven trabajo para la Alemania nazi (si fue obligado, no lo sé) creando las V2 que cayeron sobre Londres sembrando el pánico entre la población.
Creo que fue Sócrates quien dijo: “Solo sé que no sé nada.” Para muchos, como Einstein, el saber y más saber les hace llegar a la conclusión de que solo están rasgando el velo de la sabiduría del Universo y deducen que detrás de todo, existe una Gran Mente maestra que ha diseñado y creado todo.
Para otros, el Universo se justifica a si mismo y consideran que no es necesario un Dios para que exista, a estos le llamamos ateos.
Pienso que esto último es una forma de espiritualidad negativa por que solo tienen en cuenta la parte externa material y fenomenológica de la creación, pero se olvidan de tomar en cuenta la parte más importante y que es el corazón y experiencia humanas, de uno con uno mismo y de uno con los demás hermanos y hermanas. De ahí podrían concluir que nuestra humanidad es mucho más que una mezcla de moléculas y aminoácidos combinados al azar.
Quizás algún día lo descubrirán.