Nuevas Raíces
11 de junio de 2007
Hoy en día hasta nuestros oídos y gusto musical parecen confundidos y aturdidos. Anteriormente escuchábamos música con agrado, paz y dulzura. La música y sus sonidos nos invitaban a la reflexión y al silencio. Hoy en día las nuevas generaciones ya no escuchan la música de los ángeles, la de la naturaleza, el sonido del mar, del viento o de la lluvia. Es muy raro escuchar violines, piano, órgano; ya la música de Beethoven, Chopin, Mozart, o Bach ha quedado casi en el olvido.
Ni que decir de la música gregoriana; muchos ni saben en qué consiste. Musicalmente hemos entrado a la cultura del ruido. Investigaciones hechas con animales, plantas y seres humanos, han demostrado poderosa influencia de la vibración musical sobre los organismos, inclusive sobre la materia inerte.
Esto lo sabían los antiguos y aplicaban terapias musicales a los individuos que mostraban algún trastorno. La música es definida como un movimiento organizado de sonidos a través de un continuo tiempo. La música desempeña un papel importante en todas las sociedades y existe en una gran cantidad de estilos, característicos diferentes, regiones geográficas o épocas históricas. Todas las culturas han desarrollado su propia música, pero solo algunos lenguajes tienen una palabra específica para ella.
Durante los últimos 50 años las nuevas estéticas de la música occidental han desafiado la cultura de la música. Compositores como John Cage han producido obras en las que el oyente es invitado a escuchar música a partir de los sonidos ambientales de un entorno. Uno de los elementos importantes para el aprendizaje es la música, y ojalá que desde temprana edad usted duerma a su hijo con música clásica o celestial pues eso contribuirá al manejo de los hemisferios cerebrales y al desarrollo de destrezas y habilidades que el hombre aún desconoce y que por lo tanto no ha explotado. Manejar los conceptos musicales nos hace cada vez más inteligentes y más perceptivos con relación a la realidad y a los conocimientos y nos hace entender que la música clásica es superior a la música de ruido que incita a la violencia y a los vicios, como por ejemplo, la música metálica y algunos rockeros. Escuchemos buena música y leamos un buen libro que alimente el Espíritu.
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